Las Sombras De MulÁn

Capítulo 3: No más cobardía.

Tras aquel encuentro con Shang la intranquilidad de Mulán se había acrecentado; a pesar de ser de madrugada ella caminaba en círculos dentro de su habitación, muy en el fondo sabía que su destino no podía ser ignorado. Desde su última batalla en el palacio la pesadez de su pecho persistía constantemente, la sensación de que algo malo ocurriría no la dejaba y ahora lo confirmaba. La guerra, aunque dolorosa, había sido el camino donde había descubierto su verdadera fuerza, su capacidad de adaptación y de ser algo más que una simple hija obediente o esposa abnegada.

Con cuidado de no despertar a sus padres salió de la casa rumbo al templo, necesitaba orar y que sus ancestros le dieran alguna señal que la guiara a lo que debía hacer. El viento parecía susurrar su nombre, como un antiguo eco del pasado. Al llegar de inmediato prendió un incienso el cual casi de inmediato lleno el lugar con su aroma

—Ruego por una señal para saber qué decisión tomar —realizo una reverencia pegando su frente al suelo —necesito de su sabiduría

El humo del incienso se elevaba en espirales danzantes, fusionándose con la tenue luz de las linternas que iluminaban el templo. Mulán cerró los ojos y esperó, sintiendo su corazón latir con fuerza contra su pecho. El silencio se extendió como un manto sobre el santuario, solo interrumpido por el susurro del viento y el crujido de la madera envejecida.

De pronto, un estremecimiento recorrió su espalda. Un escalofrío, como si un par de ojos invisibles la observaran desde la penumbra. Mulán alzó la mirada y vio que las llamas de las velas titilaban de manera inusual, como si fueran agitadas por una presencia imperceptible. Fue entonces cuando una voz etérea y grave resonó en el recinto.

—Tu destino está escrito en las cenizas de la guerra, pero la batalla aún no ha terminado.

Mulán se puso de rodillas, su respiración entrecortada por la emoción y el temor. La voz no provenía de un ser físico, sino del más allá, del reino de sus ancestros.

—¿Tendré que volver a pelear? —susurró, con la garganta seca.

Sabía que el tiempo de paz era frágil, pero había esperado que su espada no tuviera que ser desenvainada de nuevo. El incienso ardía más intensamente. Una figura se materializó entre la bruma: el espíritu de su bisabuelo, un antiguo general que había servido en incontables batallas apareció frente a ella; su semblante era sereno pero firme, sus ojos reflejaban siglos de sabiduría.

—No toda batalla se lucha con la espada, Mulán —dijo con voz profunda—. El enemigo esta vez es distinto, pero igual de letal. Debes escuchar tu corazón y seguir la senda que ya has comenzado a caminar.

Mulán sintió una oleada de resolución recorrer su ser. No sabía a qué enemigo se refería su bisabuelo, pero algo dentro de ella le decía que pronto lo descubriría. Se inclinó una vez más en señal de respeto.

—Gracias por su guía.

La figura del ancestro comenzó a desvanecerse con la brisa nocturna, mientras el incienso consumía su última brasa. Mulán se puso de pie, su decisión tomada. No podía ignorar la advertencia de los ancestros. Algo oscuro se cernía sobre su hogar, sobre su pueblo, sobre el imperio y era su deber descubrirlo, pero sobre todo de terminarlo; respiró hondo y dio media vuelta, lista para enfrentar el destino que la llamaba una vez más.

Tal como lo había hecho años atrás tomo la armadura, la espada heredada de su padre y sin más partió sin despedirse, solo dejo una carta porque sabía bien que si sus padres la veían impedirían que fuera a cumplir su deber; Mulán miró hacia el horizonte, donde la niebla comenzaba a levantarse de las montañas, y un sentimiento profundo de responsabilidad se apoderó de ella. Si se apresuraba al anochecer podría alcanzar a Shang y su comitiva. Mulán ajusto la correa de su armadura y aseguro la espada en su cintura antes de empezar a cabalgar hacia su nuevo destino.

Las horas pasaban con rapidez mientras su caballo no paraba la marcha; el frio de la noche se pegaba a su piel, pero su determinación ardía con más fuerza que cualquier brasa en el altar de sus ancestros, internamente dio una plegaria para que su fiel guardián la alcanzara, en el pasado Mushu había hecho que la situación se sintiera más ligera. En un momento el camino se volvió empinado y rocoso, iluminado solo por la tenue luz de la luna; a medida que avanzaba, su mente repasaba las palabras de su bisabuelo un enemigo distinto, pero igual de letal, ¿A qué se refería con eso?

Sus sentidos se agudizaron al escuchar murmullos, sin pensarlo detuvo su caballo y desmonto con agilidad; a medida que se acercaba a una zona oculta por varios árboles lograba escuchar con mejor claridad aquellos murmullos. Al parecer más de tres hombres discutían en voz baja. Silenciosa y sigilosamente se acercó ocultándose detrás de un enorme árbol

—Tenemos que acelerar los planes, no podemos continuar desviando la atención de todos —la voz de aquel hombre le era conocida a Mulán, aunque no logro reconocerla del todo —el Emperador está próximo a perecer

—Hay que mover a nuestros hombres, que se instalen en los pueblos aledaños a la capital

—Que comiencen a cortar los recursos, sin ellos serán más débiles

—Lleguemos al palacio antes que el general Li Shang de lo contrario será más difícil entrar

—Él debe morir o será una molestia —el tercer hombre de voz grave sentencio —es un símbolo de lealtad, y eso lo convierte en un obstáculo



#1602 en Fantasía
#502 en Fanfic

En el texto hay: fanfic, princesa guerrera, mulan fa

Editado: 28.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.