Las Sombras De MulÁn

Capítulo 8: Sui Chang.

Sui Chang no siempre había sido un traidor. De hecho, en su juventud, había sido un prodigio en la academia imperial. Su inteligencia y carisma le ganaron la admiración de los estudiosos y estrategas del reino, pero también la envidia de muchos. Creció bajo la sombra de su padre, y eso lo mantenía en constante presión pues deseaba demostrar que sería un futuro Emperador mucho mejor que su padre, Lu Han, un hombre astuto y ambicioso que siempre soñó con tener más poder del que le correspondía aprovecho estas grietas para meterse en la mente el joven

Desde pequeño, Sui Chang entendió que la política del imperio era un juego peligroso. Aprendió a negociar, a persuadir y, sobre todo, a manipular. No tardó en darse cuenta de que, aunque el Emperador era respetado, su gobierno dependía demasiado de la lealtad de los nobles y los generales. Un gobierno frágil. Un imperio que, en su opinión, necesitaba un cambio.

Con el tiempo, la idea de un trono fuerte y absoluto comenzó a obsesionarlo. Veía al Emperador como un líder viejo y débil, rodeado de asesores que solo buscaban mantener su posición. Su padre, en su ambición, solo veía una oportunidad de escalar más alto, pero Sui Chang miraba más allá. Para él, el imperio necesitaba una reforma, y si debía hundirlo antes de reconstruirlo, lo haría.

Reclutó a oficiales descontentos, sobornó a funcionarios clave y extendió su influencia en los mercados y en las rutas de suministro. Si lograba crear caos, el pueblo exigiría un cambio. Y cuando eso pasara, él estaría listo para tomar el poder. Sin embargo, no había contado con que el capitán Shang, pero sobre todo Fa Mulán aparecieran en su camino; la lealtad que ambos tenían a su padre no podía combatirse con intrigas, sobornos o manipulación, a ellos tenia que quitarlos del camino o de lo contrario derribarían sus años de arduo trabajo

—Señor llegaron noticias de la capital —uno de sus subordinaros declaro con voz agitada —han capturado a varios de nuestros infiltrados entre ellos el ministro Lu Han

Sui Chang cerró los ojos por un momento, conteniendo una maldición. No era un hombre que dejara que las emociones nublaran su juicio, pero esta noticia lo golpeó como un puñal. Su padre, su más valioso peón, se había enterado de la traición que se efectuaba en su contra, sin duda era urgente deshacerse del capital Li Shang y de Fa Mulán.

—¿Qué más se sabe? —preguntó con voz controlada, pero afilada como una espada. El subordinado tragó saliva antes de continuar.

—El Emperador ha ordenado su ejecución al amanecer. Además, Mulán y el capitán Shang han recibido órdenes de dar con usted. Se dice que ya se les ha concedido la autoridad para manejar a todos los soldados imperiales y pronto saldrán del palacio a buscarlo. —Sui Chang dejó escapar una risa seca.

—Por supuesto que vendrán a buscarme

Se levantó de su asiento y caminó hacia un gran mapa extendido sobre una mesa de madera. Sus ojos recorrieron las rutas de suministro y los pueblos que rodeaban la capital. Aún tenía aliados, aún tenía hombres dispuestos a luchar por su causa. Pero si Mulán y Shang llegaban hasta él, todo su plan corría peligro.

—No podemos permitir que lleguen aquí. Si lo hacen, el Emperador recuperará el control y todo lo que hemos construido se vendrá abajo.

—¿Qué haremos, señor? — Sui Chang miró a su subordinado con frialdad.

—Vamos a cazarlos antes de que nos cacen a nosotros. Pero primero desviemos su atención, así que enviémoslos aquí —Sui señalo una aldea al norte de las más alejadas —eso nos dará oportunidad de atacarlos por la espalda

—Movilizare algunos hombres para que comiencen rumores en la capital y que otros se enlisten en el ejército principal

—Averigua si alguien se quedara al cuidado de mi padre

El soldado asintió rápidamente y salió a dar las órdenes. Sui Chang permaneció unos segundos en silencio, con la vista fija en el mapa. Mulán y Shang eran diferentes a los demás. No podía comprarlos ni engañarlos con promesas. Solo había una opción: eliminarlos antes de que fuera demasiado tarde. La caza había comenzado. Ahora, con los soldados imperiales estarían tras su rastro, debía decidir sus próximos pasos con más cuidado, no podía permitir que ese par lo capturara. La cuestión era ¿Huir y reagruparse? ¿O enfrentarse al Emperador antes de que fuera demasiado tarde? El juego no había terminado aún.

Mientras tanto, en la capital, Mulán y Shang también se encontraban agrupando a los soldados que, si bien no tenían confianza absoluta en ellos, era con los que contaban para encontrar a Sui Chang. La cantidad de soldados era basta, aun así, Mulán no dudo en ordenar que llamaran a tres soldados que sabía a la perfección eran fieles al Emperador, tres mensajeros partieron de inmediato a la búsqueda de Yao, Ling y Chien Po

—Sui Chang no es un enemigo común —murmuró Shang mientras ajustaba la empuñadura de su espada—. Es inteligente y siempre va un paso adelante.

Mulán asintió, porque sabían que la verdadera batalla no se libraría con números, sino con astucia. Su adversario había demostrado que con inteligencia estaba ganando terreno desde hacía mucho tiempo que, pese a todo, las fichas que movio fueron estratégicamente puestas, por lo que más que nunca deberían estar atento a las señales que pudieran levantar sospecha

—Lo sé. Por eso no debemos subestimarlo. Si realmente tiene hombres infiltrados, es probable que sepa que vamos tras él. —Justo en ese momento, un mensajero llegó apresurado.



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En el texto hay: fanfic, princesa guerrera, mulan fa

Editado: 28.03.2025

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