Las Sombras de Raven's Bay

Capitulo 4

La niebla caía densa sobre Raven’s Bay cuando Carter llegó a su cabaña. El frío marino se colaba por cada rendija, y la humedad parecía pegarse a los huesos. Cerró la puerta tras de sí, colgó el abrigo junto a la estufa de leña, y dejó el expediente sobre la mesa

La autopsia no dejaba dudas: Samantha Clarke había sido asesinada. Golpe contundente en la cabeza, posible objeto metálico. Sin signos de abuso sexual, sin rastro de defensa. La muerte fue rápida, pero no limpia. La habían dejado en el claro del bosque como si alguien quisiera que la encontraran… pero no demasiado pronto.

Encendió la chimenea y hojeó sus notas. Había algo en las declaraciones de Mercer que no terminaba de cerrarle. ¿Por qué insistía tanto en que Samantha era una joven “normal”? Y luego estaba Dawson, el exnovio… su actitud era la de alguien dolido, sí, pero también evasivo.

Mientras preparaba un café, se acercó al buzón exterior. Dentro, una sorpresa: otro sobre sin remitente.

Esta vez no contenía una carta, sino una fotografía. Blanco y negro. Samantha, en una cafetería, días antes de su muerte. No miraba la cámara, pero su expresión era extraña. Como si estuviera esperando a alguien… o huyendo de algo. En el reverso, escrito con la misma tinta que la carta anterior:

“No fue la primera”.

El mensaje lo hizo fruncir el ceño. Volvió a su libreta y anotó:

– 2.ª carta. Foto inédita. Lugar no identificado. Frase: “No fue la primera”. ¿Otras víctimas antes que Samantha? ¿Un patrón oculto?

El teléfono fijo sonó, rompiendo el silencio. Carter contestó de inmediato.

—¿Carter?

Era una voz de mujer. Baja. Vacilante Antes de que pudiera responder, se escuchó un golpe, un jadeo… y luego, silencio. La línea quedó muerta.

Carter se quedó inmóvil. Era una advertencia. O alguien necesitaba ayuda y había sido interrumpido.

El reloj marcaba las diez cuando Carter volvió a salir. Necesitaba encontrar la cafetería de la fotografía. Raven’s Bay no tenía muchas, y en temporada baja solo tres estaban abiertas. Recorrió el paseo marítimo primero. En “Seaside Roast” no reconocieron a la joven. En “La Brisa”, tampoco. Fue en la tercera, un local pequeño llamado "Harbor Grounds", donde una camarera de pelo castaño y mirada desconfiada asintió con la cabeza.

—Sí… esa chica venía aquí. A veces sola, otras con un hombre mayor. No era de por aquí. —Tenía acento —dijo mientras secaba una taza.

—¿Recuerda cuándo fue la última vez que la vio?

La mujer pensó unos segundos.

—Una semana antes de… bueno, de que apareciera muerta. Estaba nerviosa, pedía siempre lo mismo, café solo y se sentaba en el rincón del fondo. Una vez la vi llorando. Pensé que era una pelea con su novio.

—¿Ese hombre mayor? —preguntó Carter.

—No, no. El mayor parecía más... ¿Profesor? No la miraba con cariño, la observaba como si la controlara. No era pareja. Pero venía seguido, sí. Luego dejó de venir.

Carter le mostró la foto. Ella asintió sin dudar.

—Fue tomada aquí, ese rincón, justo al lado de la ventana. Esa fue la última vez que la vi.

Anotó el nombre del local y la declaración. El hombre mayor. ¿Profesor? ¿Colega? ¿Algo más? Volvió a pensar en Mercer. ¿Podría ser él?

Cuando salió, el frío se había intensificado. Regresó a su cabaña, repasando en su mente cada nueva pieza. ¿Quién enviaba las cartas? ¿Y por qué ahora?

Abrió una nueva página en su libreta:

Teorías posibles hasta ahora:

1. Samantha descubrió algo que no debía (secreto académico, romance inapropiado, crimen).

2. Fue silenciada antes de poder hablar.

3. El asesino está en el entorno inmediato (universidad, familia, amistades).

4. El remitente de las cartas quiere justicia… o venganza.

Volvió al sobre. Buscó huellas, marcas, algo… pero nada. Era profesional. Demasiado profesional.

Y entonces lo recordó.

Una amiga. Durante la entrevista inicial con la policía, se mencionó una chica que vivía con Samantha el último año: Clara Bennett. Estudiante de arte, discreta, nerviosa. No se le había dado importancia en el expediente… pero, ¿por qué?

Marcó el número que encontró en el archivo. No hubo respuesta. Solo un buzón de voz.

—Señorita Benett, habla John Carter. Estoy reabriendo la investigación sobre Samantha Clarke. Quisiera hablar con usted lo antes posible. Su testimonio puede ser crucial.

Colgó Algo le decía que esa llamada no pasaría desapercibida.

Diez minutos después de dejar el mensaje, su móvil vibró. Número oculto.

—Sí.

Un silencio denso. Luego, una voz temblorosa.

—Señor Carter, soy Clara Benett… escuché su mensaje.

—Gracias por devolver la llamada. Necesito hablar con usted sobre Samantha.

Clara dudó.

—No por teléfono. No es seguro. Hay cosas que… que nunca conté. Nos podemos ver mañana, al anochecer. En el faro viejo. Donde ella solía ir.

—¿Por qué allí?

—Porque es donde todo comenzó. Y dónde… podría acabar.

La llamada se cortó de golpe.

Carter se quedó mirando el móvil unos segundos, el eco de esa última frase grabándose a fuego en su mente.

Donde todo comenzó. Y dónde podría acabar.

Raven’s Bay no había terminado con sus secretos.



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En el texto hay: #suspense, #asesinato, #crimen

Editado: 09.06.2025

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