Las Sombras de Raven's Bay

Capítulo 9

La lluvia tamborileaba sobre los ventanales del edificio antiguo que albergaba los archivos de la universidad. Carter se detuvo un instante antes de entrar. No era solo la humedad del aire lo que lo hacía sentir incómodo. Era la sospecha persistente de que Samantha Clarke había estado a punto de descubrir algo grave… y alguien no quiso que hablara.

Tras identificarse en recepción y mencionar el nombre del decano con quien había hablado previamente, una mujer de gafas gruesas y gesto inexpresivo le dio acceso al archivo principal del ala sur.

—Tiene dos horas —le dijo sin mirarlo—. Y no saque nada sin anotarlo en el registro.

Carter asintió y cruzó el umbral. Estanterías polvorientas, carpetas amarillas, cintas de seguridad aún sin digitalizar… el lugar olía a tiempo detenido. Sabía lo que buscaba: registros antiguos, notas académicas, y sobre todo, cualquier cosa que Samantha pudiera haber revisado poco antes de morir.

Había dejado un rastro. Eso esperaba.

Tardó casi media hora en ubicar el año correcto. El anuario del curso de Samantha estaba allí, junto a expedientes administrativos, comunicados internos del consejo de disciplina y algunos informes confidenciales en sobres sellados, aunque mal etiquetados.

Uno de ellos le llamó la atención: "Incidente interno — confidencial / marzo 2004".

No estaba firmado, pero alguien había tachado con marcador negro los nombres involucrados. Carter lo abrió con sumo cuidado. Dentro, una hoja mecanografiada describía una investigación por “conducta inapropiada” entre un profesor titular del departamento de Literatura y una estudiante de último curso.

Los detalles eran vagos, pero sugerentes: encuentros fuera del campus, calificaciones alteradas, rumores de favoritismo. La última línea, sin embargo, era escalofriante:

"Se recomienda cerrar el asunto por razones de reputación institucional. No se hallaron pruebas suficientes."

Carter levantó la vista. El silencio del archivo era absoluto. Sintió un escalofrío en la nuca. Siguió leyendo.

Pegada en la parte posterior del informe había una nota manuscrita. El trazo era limpio, juvenil. Firmaba: Samantha Clarke.

"Esto no está cerrado. Solo enterrado. H."

H. ¿Una inicial? ¿El nombre de la chica implicada? ¿O alguien a quien Samantha escribía?

Dejó el informe sobre la mesa y revisó el anuario. Repasó nombres, rostros. Buscaba algo que hiciera clic, un rostro que se repitiera demasiado, una conexión no evidente. Y entonces lo vio. En la página de la ceremonia de fin de curso: una estudiante llamada Helena Morris, de la que no había ninguna otra referencia en el resto del anuario. Sin clubs, sin actividades ni menciones académicas. Un fantasma.

Y junto a ella, en la foto del evento, un hombre de mediana edad, cabello canoso, mirada distante. El pie de foto lo nombraba: Profesor Marcus Ellwood.

El mismo nombre que aparecía, desdibujado, en el borde del informe confidencial. Había sido tachado, pero Carter lo distinguió. Alguien quiso borrar la historia, pero no del todo.

¿Samantha había conectado las piezas? ¿Era esto lo que quería revelar?

Volvió a revisar la nota manuscrita. Esa frase no parecía una simple anotación. Era una advertencia. Quizá Samantha había descubierto que la relación entre Ellwood y Helena había terminado mal. Quizá Helena desapareció del campus sin explicación, o algo peor. Tal vez alguien pagó para que el asunto muriera… como ahora ella.

Carter tomó nota de todo. Escaneó la nota de Samantha con su móvil. Sintió que su corazón se aceleraba. Iba a salir cuando notó algo más.

Una carpeta más delgada, mal archivada, sobresalía detrás de otras más grandes. La sacó. Dentro, una hoja suelta: lista de accesos a los archivos durante el último mes. Tres nombres. Uno de ellos: Samantha Clarke – 5 de octubre. Dos semanas antes de morir.

Pero lo que hizo que Carter se quedara helado fue el último nombre:

Desconocido: acceso no registrado, entrada manual. 22 de octubre.

Dos días después de la muerte de Samantha.

Un ruido lo sacó de sus pensamientos. Una caja se deslizó al fondo del pasillo, fuera de su campo de visión.

Carter se tensó. Cerró rápido la carpeta y la devolvió a su lugar. Caminó en silencio, lento, hacia la salida del archivo. Escuchó pasos suaves, luego nada.

Cuando llegó a la puerta de salida, encontró algo en el suelo, como si alguien lo hubiera dejado caer. Un sobre blanco, sin remitente. Su nombre escrito a mano.

Carter lo abrió con cautela. Dentro, una sola hoja con letras recortadas de revista:

"Deja a los muertos descansar. Lo que pasó, pasó. Hay secretos que matan. "Tú decides si quieres descubrirlo… o si quieres acabar como ella".

Su respiración se volvió densa. Cerró el sobre. En sus dedos temblaba la amenaza.

Ya no era solo un investigador. Era parte del juego.



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En el texto hay: #suspense, #asesinato, #crimen

Editado: 09.06.2025

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