Las Sombras de Raven's Bay

Capítulo 14

Carter llegó temprano esa mañana a la universidad. A pesar de las advertencias y la tensión creciente, había decidido no detener la investigación. Cada pista parecía desvanecerse justo cuando creía tener algo sólido entre manos, y la reciente muerte del profesor Ellwood solo oscurecía aún más el caso.

Se reunió con la decana, quien le permitió acceso a algunos documentos antiguos, entre ellos los registros de profesores y alumnos de hace veinte años. Mientras revisaba, anotó nombres que se repetían o que mantenían relación con Samantha y su círculo.

Una de las secretarias, una mujer mayor que había trabajado allí durante décadas, se acercó con cautela.

—¿Sigue investigando lo de esa pobre chica? —preguntó en voz baja—. Yo... recuerdo que Ellwood estuvo muy nervioso semanas antes de que lo encontraran muerto. Decía que el pasado siempre vuelve.

—¿Le dijo algo más? ¿Algún nombre?

La mujer negó con la cabeza, pero añadió:

—Venía un joven a visitarlo últimamente. Un sobrino, creo. Nunca se quedaba mucho, pero discutían. El chico no parecía cómodo aquí.

Carter anotó aquello mentalmente. Si el sobrino había vuelto a verlo poco antes de su muerte, quizá sabía algo.

Al salir, recibió una llamada de Clara. Con voz inquieta, le informó que el novio de Samantha, Eric, había recibido otra carta amenazante. Carter le pidió que se la llevara de inmediato.

En la cafetería del pueblo, Carter se reunió con Clara y Eric. La carta era escueta pero clara:

"Deja de remover el pasado. La muerte de Samantha no es un juego. O acabarás igual."

Clara estaba pálida; Derek, visiblemente alterado.

—Quien sea que está detrás, sabe que seguimos hablando contigo —dijo Derek.

Carter intentó tranquilizarlos, pero la presión era evidente. No podía protegerlos a todos, pero sí podía acelerar el paso.

Ya de regreso a su alojamiento, Carter vio a un joven en la recepción del hostal preguntando por habitaciones. Algo en su rostro le pareció vagamente familiar, pero no le dio mayor importancia hasta que escuchó el apellido que pronunció al recepcionista:

—Ellwood. Steven Ellwood.

Carter se quedó inmóvil unos segundos. El sobrino.

Steven era de complexión delgada, rostro afable y gesto tímido. Vestía sencillo, con una mochila al hombro y los ojos curiosos al observar el entorno.

Carter se acercó.

—¿Familia de Marcus Ellwood? —preguntó con amabilidad.

Steven lo miró sorprendido, pero asintió.

—Era mi tío. He venido por... por asuntos personales. La policía me avisó de su muerte.

La conversación no se alargó mucho. Steven fue cortés pero reservado. Carter lo dejó marchar, pero una intuición se encendió en su interior. No sabía por qué, pero algo en aquel encuentro no terminaba de cuadrar.

Cuando Steven subió a su habitación, Carter apuntó su nombre en la libreta. Quizá era solo un joven afectado por la pérdida de su tío. O quizá era otra pieza de un puzle que empezaba a cerrarse lentamente.

Carter se dirigió hacia la cafetería del pueblo para encontrarse con Clara. Habían quedado allí después de que ella mencionara algo sobre el sobrino del profesor fallecido. La atmósfera del lugar era tranquila, apenas unos murmullos y el tintineo de las cucharillas contra las tazas.

—Clara, ¿qué me puedes contar del sobrino de Marcus Ellwood? —preguntó Carter sin rodeos mientras se acomodaban en la mesa del rincón.

Clara pareció pensarlo un momento, pero luego habló con sinceridad.

—No era un chico problemático, más bien callado, algo tímido. Pero… siempre estaba cerca de Samantha. Ella era amable con él, claro, como lo era con todos, pero a veces se sentía incómoda. Decía que había algo en su mirada que la inquietaba. Además, su novio, Eric, no lo soportaba. Discutieron un par de veces por eso.

—¿Y él sabía lo del profesor? —insistió Carter.

—Sí, claro. Era su tío, y se rumoreaba que también conocía el romance con Helena Morris —respondió Clara, bajando la voz como si temiera que alguien más pudiera oírla.

La conversación dejó a Carter pensativo. Decidió buscar al sobrino. No le fue difícil encontrarlo cerca de la librería del pueblo. El joven, de cabello castaño claro y una postura encorvada, parecía siempre evitar el contacto visual.

—¿Podemos hablar un momento? —preguntó Carter.

—No sé mucho, la verdad —respondió el sobrino, sin esperar la pregunta.

—¿No sabes mucho de qué? —replicó Carter con suspicacia.

—De lo que pasó con mi tío… ya me han dicho que usted está investigando la muerte de Samantha y que encontró a mi tío muerto —añadió Steven.

Carter lo observó marcharse rápidamente. No insistió; ya le preguntaría más adelante.

Días después, Carter recibió una llamada inesperada. Un grupo de chavales había ido al río con su perro, como hacían a menudo. El animal empezó a escarbar con desesperación cerca de una zona de tierra removida. Lo que descubrieron dejó a todos en shock: restos humanos.

La policía fue notificada de inmediato y acordonó la zona. Carter no tardó en aparecer, curioso por el hallazgo.

—¿Podrán saber de quién se trata? —preguntó al inspector.

—Cuando empecemos con la autopsia, haremos un estudio más a fondo, pero se llevará tiempo —respondió el policía.

Una semana después, Carter recibió una llamada del perito forense.

—Tiene que venir, Carter. Tenemos resultados —dijo al teléfono.

Se presentó en el instituto forense, donde el especialista lo esperaba con el expediente abierto sobre la mesa.

—Hemos identificado los restos. Es una mujer… Murió hace veinte años, aproximadamente.

—¿Quién es? —preguntó Carter, sintiendo cómo la adrenalina le subía.

—Hemos sacado dos muestras de ADN, su pelo y los dientes, y los resultados están claros: la chica es Helena Morris —respondió el perito.

Carter se quedó helado. Helena Morris, la alumna que tuvo un romance con el profesor Murray. La que había desaparecido misteriosamente sin dejar rastro.



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Editado: 29.07.2025

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