Al día siguiente, Anthony se marchó temprano hacia la casa de Pablo Hawar, dejándome solo en la suya. Estábamos allí para seguir buscando cualquier pista que nos pudiera acercar a resolver el crimen. Caminé de un lado a otro ¿Qué podía hacer para distraerme?
De repente, el sonido de unos pasos interrumpió mis pensamientos. Al principio, pensé que era Anthony que había vuelto, pero enseguida me di cuenta de que el timbre de los pasos no era el suyo. Miré hacia la puerta y vi al jardinero entrar al patio.
El perro de Anthony salió al encuentro del jardinero, meneando la cola con entusiasmo. El perro se acercó con cautela, pero en cuanto el jardinero se agachó para acariciarlo, la relación entre ambos pareció inmediata y cálida.
El jardinero, sin hacer mucho ruido, se detuvo frente a la puerta de la casa y se quedó allí, y comenzó a trabajar sin apresurarse. Yo observaba desde la ventana, mi vista fija en él mientras barría lentamente las hojas secas. Dejé el lugar donde me encontraba y fui hacia la cocina. Preparé un sándwich rápido, con el pan ligeramente tostado, y una taza de té humeante. Me tomé un par de minutos más de lo necesario, y finalmente tomé la bandeja y me dirigí al patio.
— Buenos días — saludé con tono cortés, intentando sonar amigable.
— Señorita, buen día — respondió el hombre, inclinando ligeramente la cabeza, su rostro marcado por una sonrisa que parecía ser más un hábito que una muestra de verdadera simpatía.
— Traje té, porque hace frío — añadí, mientras le extendía la charola.
El jardinero no vaciló. Tomó la charola con una mano firme, y antes de que pudiera añadir algo más, levantó la taza y comenzó a beber el té en pequeños tragos. Su rostro, en principio algo serio, se suavizó al sentir el calor del líquido. Luego, sin dudar, empezó a devorar el sándwich, sin prestar demasiada atención a nada más.
— ¿Eres novia de mi Anthony? — preguntó el hombre, curioso y directo. Me observó con una mirada que no lograba descifrar, pero que dejaba entrever cierta expectativa, como si esperara una respuesta afirmativa.
Negué con la cabeza, sintiendo que la verdad no era algo que quisiera explicar de inmediato. No, no era la novia de Anthony. Solo éramos colegas.
— ¿Y usted es su padre? — pregunté, más por curiosidad que por certeza. Había algo en su rostro que no me parecía de un hombre mayor, ni de una figura paternal. Pero no pude evitar preguntar, quizás buscando alguna conexión en su historia.
El hombre soltó una pequeña risa, pero fue breve, casi desganada, y su rostro se endureció al instante.
— No, no soy su padre. Soy el esposo de la mujer que lo cuidó cuando era niño. — La respuesta fue clara, pero a la vez me dejó una sensación incómoda, como si hubiera tocado un tema delicado sin quererlo. Observé su rostro mientras hablaba, no era algo sobre lo que quisiera hablar más. Una sombra de tristeza cruzó su mirada, pero fue tan fugaz que apenas pude percatarme de ella.
— Oh, lo siento — me disculpé rápidamente, sintiendo cómo mi rostro se calentaba. El rubor en mis mejillas no pasó desapercibido.
— No te preocupes — dijo el hombre con una sonrisa tenue. — La madre de Anthony no sobrevivió al parto. Su padre contrató a mi esposa para que lo cuidara cuando era pequeño
Escuché atentamente, el relato del jardinero me dejó pensativo. Sin duda, él había sido una figura importante en la vida de Anthony. Había algo en su voz, una mezcla de nostalgia y cariño, que reflejaba una cercanía con la familia de Anthony que yo no había anticipado.
— Oh…— fue lo único que pude responder, sabiendo que había tocado un tema doloroso, aunque no esperaba que me lo compartiera con tanta franqueza.
— ¿Segura que no eres su novia? — El hombre hizo una pausa mirándome fijamente. —Estás en su casa y mi Anthony no trae a una mujer desde que su exnovia canceló el compromiso. — Su tono cambió, se hizo más grave.
Mi corazón dio un pequeño brinco.
— ¿Compromiso? — murmuré casi en un susurro, mi mente inmediatamente viajando a la única persona que podría encajar con esa descripción.
«¿Larisa?»
El hombre pareció notar mi sorpresa.
— Sí, mi Anthony iba a casarse. Pero esa mujer… hizo tanto daño… Lo dejó a solo días de la boda. Mi pobre muchacho se fue a la Patagonia durante tres meses para tratar de olvidarlo. — Su voz sonó cada vez más enérgica. —Y para su mala suerte, ella trabajaba en la misma empresa.
— ¡Por Dios! — pensé, mientras las piezas del rompecabezas empezaban a encajar, pero con más preguntas que respuestas. Una corriente fría recorrió mi cuerpo, mientras las dudas se apoderaban de mí. Anthony había sufrido mucho por Larisa. Estaba claro que ella lo había dejado por su amigo, el gerente Hawar.
«¿Y si eso había sido suficiente para empujarlo a cometer el delito?»
El dolor que le causó…
«¿podría ser la razón detrás de todo esto?»
En ese momento, algo en mi interior se quebró. Anthony se convirtió en mi principal sospechoso. Pero incluso mientras esa idea tomaba forma, había algo que no encajaba.
«¿Por qué dejar el cuerpo sin vida en mi departamento? »
La pregunta daba vueltas en mi cabeza, sin respuesta. Algo no cuadraba, no tenía sentido. No podía entender cómo él, después de todo lo que había pasado, habría hecho algo tan arriesgado y tan cruel.
« ¿O era acaso un acto desesperado? ¿Un intento de deshacerse de pruebas o de manipular la situación?»
Mi mente estaba llena de dudas, y me sentía atrapada entre lo que pensaba y lo que sentía. Ya no sabía si podía confiar en él, pero algo me decía que necesitaba seguir indagando. La incertidumbre era insoportable. Quería entender más, quería conocer todo sobre ese romance que había marcado la vida de Anthony, y el jardinero parecía saberlo.