Las Sombras de un crimen

Capítulo 9

Narra: Anthony Alcázar

Después de la discusión con Andy, me fui a mi habitación. Necesitaba estar solo, ordenar mis pensamientos, pero estaba exhausto. Las pistas que habíamos encontrado no llevaban a nada concreto, y todo se complicó aún más con la detención de Pablo, quien no tenía nada que ver con el caso. Estaba frustrado, atrapado en un laberinto del que no sabía cómo salir.

Me dejé caer sobre la cama, mirando al techo sin verlo. Mi mente era un torbellino de preguntas sin respuesta.

«¿Por qué el cuerpo de Larisa apareció en el departamento de Andy?»

Pensaba una y otra vez.

«¿Qué tenía que ver ella con Larisa?»

No podía dejar de darme vueltas esas dos preguntas. Andy no estaba involucrado en su muerte. No tenía sentido. La miré en su rostro vi su desesperación, su furia. La Andy que conocía ella no tenía ningún motivo para hacerle daño a Larisa. Ni siquiera la conocía, y esa noche, cuando la vi en el bar, ella estaba con sus amigos, riendo, disfrutando.

Mi mente regresó a la noche en que todo ocurrió. Llegamos juntos al departamento...Pero no vi nada raro esa noche. Mi cabeza seguía borrosa por el alcohol que había bebido, pero incluso en ese estado, estaba seguro de que no había nada que me alertara, ni nada que sugiriera que algo oscuro estaba por suceder.

Con esos pensamientos rondando mi cabeza, me quedé dormido ni siquiera sentí cuándo cerré mis ojos, cuando desperté, el sol ya entraba por la ventana. Me levanté con la sensación de que algo no estaba bien. Fui a buscar a Andy, para llevarla a su trabajo, pero al entrar a su habitación, su cama estaba vacía.

«¿Se fue ya?» me pregunté

Mi cabeza, aún nublada, trataba de procesar lo que pasaba. Debía estar molesta por mi reacción de la noche anterior. Con justa razón, lo admito. Actué como un cobarde, estaba lleno de rabia y frustración. Mi padre también estaba furioso ya que el escándalo estaba afectando a la empresa, estábamos perdiendo contratos millonarios. Además que Larisa fue amante de Pablo, eso era lo que más le inquietaba ¿Por qué Pablo tuvo que enamorarse precisamente de mi novia?

Al llegar a la empresa, los reporteros estaban apostados frente a la entrada, esperando. Apenas me vieron, se acercaron como un enjambre, micrófonos en mano, lanzando preguntas sin cesar.

«¿Qué sabe sobre la muerte de la abogada Prado?, ¿Qué implicaciones tendrá este escándalo para su empresa?"»

Las voces de los reporteros se entrecruzaban, las cámaras me apuntaban. Mi instinto fue solo callar. Me limité a avanzar, a empujarme a través de la multitud hasta llegar a la puerta de mi oficina.

Cuando finalmente estuve dentro, cerré la puerta tras de mí. Me recargué contra la puerta, mirando mi oficina como si fuera la primera vez que la veía. La oficina estaba hecho un desastre, los planos abandonados sobre la mesa, los lápices y las reglas tiradas por el suelo. Desde la muerte de Larisa, no había logrado concentrarme en nada.

Suspiré, hondo y caminé hasta la gran mesa, encendí la lámpara, me incliné hacia el plano que estaba sobre la mesa, estirando las manos para extenderlo. Fui hacia el lapicero, tomé uno de los lápices y abrí el cajón para buscar el sacapuntas. Pero lo que encontré allí me hizo detenerme en seco. Ahí estaba el anillo de compromiso. Mi anillo. El que había dejado de usar el día que Larisa rompió nuestro compromiso. Ese objeto ahora era solo un recordatorio de lo perdido.

Flashback

— Cariño, nos vamos — dije, acercándome a su oficina. Ella ni siquiera levantó la mirada, estaba absorta en los archivos frente a ella.

— Amor — repetí, acercándome más a su escritorio. Por un momento, levantó la vista, y en sus ojos pude ver la frialdad que no había notado antes.

— Anthony, por dios, tengo mucho trabajo. Debo terminar de redactar unos contratos de compra y venta de terrenos. Hoy ve a casa si… — respondió Larissa, casi cortante.

— Pero, amor, estamos siempre separados. Ya casi ni te apareces por la casa… — le dije, sintiendo cómo el nudo en mi garganta se apretaba cada vez más.

— Tengo mi departamento y está en el centro de la ciudad. Tu casa está lejos. — Me cortó con firmeza.

— Cariño, eso no es problema. Además, deberías pensar en mudarte. En dos semanas serás mi esposa, y ya lo hablamos, nos iremos a vivir juntos en la casa. — La miré con esperanza, pero algo en su postura me decía que no estaba bien.

— Por dios, Anthony, claro que no. Tengo mucho trabajo y necesito una casa cerca. No puedo perder tiempo en viajes. — Su respuesta fue tajante, y sus palabras me golpearon con dureza.

— Y sobre la boda, Anthony… — De repente, soltó sin ningún remordimiento. — Creo que no debería seguir adelante.

— ¿Qué? ¿Por qué, amor? ¿Estás bien? ¿Te sientes mal? — dije, preocupado, mientras mi corazón empezaba a latir con fuerza y el miedo se apoderaba de mí.

— No, nada de eso. Tengo mucho trabajo. Ahora soy gerente, y debo poner toda mi energía en el trabajo. — Me lo dijo con una frialdad que no había visto antes.

— Larissa, pero podríamos aplazar la boda… Tú dime, y lo aplazo. — dije casi suplicando, mis párpados pesados por las lágrimas contenidas.

— No, Anthony. — Contestó con firmeza, cerrando los documentos, yo sentí que me arrancaba algo por dentro. — Acaso no me entiendes, estoy terminando contigo. Entiéndeme, quiero crecer profesionalmente, y tú solo eres una distracción. Se acabó, Anthony. Ya no te amo. Por eso no me fui a tu casa.

El aire se me escapó del pecho. Cada palabra era un golpe directo, el suelo se mundo de derrumbo bajo mis pies. No pude evitar que lágrimas resbalara por mi mejilla.



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En el texto hay: misterio, asecino, novela policial

Editado: 25.12.2024

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