Andy
Había pasado un día y una noche en esa maldita prisión, se me habían hecho externos, al llegar a la prisión lo primero que hicieron fue tomar mi declaración, la cual había dado bajo juramento sin embargo había mentido no había mencionado a Anthony, el era la única persona que podría descubrir la verdad, tenía que protegerlo.
Mi celda era bastante decente hasta el día de la audiencia de juzgamiento la celda la compartía con dos mujeres, una de ellas era pelirroja una mujer bastante dura y territorial al verme llegar no tardó en poner límites o mejor dicho asustarme, la otra reclusa morena era más tranquila y solía hablarme.
Julián y Emilia mis compañero y únicos amigos de esa ciudad fueron los primero en llegar a visitarme en la cárcel, se enteraron porque mi cara y mi nombre circulaban por todos los medios de comunicación probablemente era ya famosa por todo el país como la loca segunda amante del gerente Pablo que al descubrir la relación con Larisa, tuve un ataque de celos y acabe con su vida. O también como la amiga íntima de Jimena que con engaños llevo a Larisa a mi departamento y juntas terminamos con su vida.
— le hemos dicho a la policía que estabas con nosotros en el bar— Julián me miraba con tristeza.
— Estamos contigo— Emilia me había dado esperanzas de salir libre.
Alan mi vecino también había llegado a rendir su testimonio a la policía. En su testimonio Alan declaro haber visto salir en retiradas ocasiones a un hombre y una mujer del departamento D del piso 4 el día que ocurrieron los hechos, sin embargo las características del hombre no coincidían con la del muchacho Gómez y a la mujer solo lo había visto de espaldas, no estaba seguro que aquella mujer hubiera sido Larisa.
Como lo prometió Anthony envió al abogado Cevallos uno de los mejores abogados de la ciudad quien además forma parte del equipo legal que lo estaba defendiendo a Pablo Hawar.
Por su parte Lara Rodríguez había contratado a un nuevo equipo legal, al inicio del caso el equipo legal de Arsa Group era el demandante, pero ahora eran unos abogados con más influencia.
La vista más dolorosa fue la de mi madre, la vi llegar desesperada ni siquiera había tenido el valor de avisarle que estaba en prisión ella al igual que mis colegas se habían enterado por las noticias de la TV.
Sus ojos al encontrarse con los míos dejaron caer lágrimas por sus mejillas.
— mi.... Andy... mi...niña— ella corrió a abrazarme.
— ma.ma.mi — tartamude entre lágrimas, sentía sus brazos envolver mi cuerpo y mi cara descansaba en su pecho — no he hecho nada— seguía susurrando.
— lo sé mi pequeña— ella me daba golpecitos en mi espalda.
Nos sentamos frente a frente en la sala de vista, ella limpiaba mis lágrimas — Andy, el abogado Cevallos conversó conmigo dice que no es fácil tu caso.
— mami, saldré libre porque yo no hice nada— la mire con lágrimas, ella me dio una sonrisa.
— Andy, dime ¿conocías a la abogada?.
— No — mene mi cabeza, continuaba llorando, no por estar encerrada, sino por el daño que le había causado a mi madre.
En medio de la conversación volvió a entrar el abogado Cevallos.
— Señora Silva — saludó el abogado — escuche y también usted Andy.
— Tuve acceso a las declaraciones de Gómez el confesó haber sacado el cuerpo sin vida de Larisa de su departamento el Jueves muy cerca de media noche, y después subió cuerpo sin vida al auto y lo estrelló contra el árbol, la noche del viernes.
— si Gómez confesó, porque mi Andy está aquí— pregunto mi madre al abogado.
— porque Gómez no fue quien acabó con la vida Larisa, el ya la encontró muerta en el departamento de su hija—
— Andy, tu tenias una relación con Gómez — la voz de mi madre volvía a resonar por la sala de visitas.
— no — volví a menear la cabeza.
Ni siquiera lo había visto hasta el día que lo ataque.
— el detective Gavin lo está investigando las causas de su asesinato y pronto tendremos noticias—
Queríamos continuar con la charla pero una guardia anunció que el tiempo de visita se había terminado el abogado Cevallos se marchó sin antes decir que investigarían mi celular, mi madre me dio un último abrazo y también se fue.
De regreso a mi celda la guardia me dijo que pasaría mucho tiempo encerrada, pues la madre de Larisa había pedido a la fiscalía que aceleren los procesos, ante la presión de los medios de comunicación y grupos protestantes la fiscalía había cedido.
En mi celda las horas eran eternas, la mujer morena Ada era la que me mantenía atenta, al salir a los patios o a la hora de comida, pues si decías o hacías algo que nos les gustaba a las otras prisioneras te golpeaban hasta dejar tu cuerpo cubierto de hematomas y mínimo un hueso roto.
— señorita Silva tiene vista— la voz de la guardia hizo que me levantara del suelo en donde había pasado toda la noche sentada, apoyada contra los barrotes, desde la visita de madre andaba como zombi, nada me importaba.
Al asomar mi cabeza en el cuarto de visitas me sorprendió ver a Jimena, sentada en el viejo taburete de madera, usando una gorra.
<<se habrá equivocado>> pensé, pues ella debía visitar a su esposo.
Ji.. Jimena— conseguí llamar su atención.
— Hola, Anthony me ha pedido que te viniera a ver
Le sonreí en forma de agradecimiento antes de sentarme.
Ella se inclinó y en voz baja me susurró — han atrapado al padre de Larisa—
Mis ojos se abrieron exageradamente, mientras procesaba lo que Jimena acababa de decir.
— que ha dicho— volví a preguntar después de unos segundos en silencio.