Narra: Gavin (Detective)
—Detective Gavin — me alcanza el oficial Rea en los pasillos de la fiscalía. Me doy vuelta y veo que su rostro que muestra una ligera sonrisa de satisfacción.
—Sí, Rea — respondo, deteniendo el paso y levantando una ceja, algo desconcertado por la energía en su tono.
—Qué bueno que lo encuentro, detective — dice con entusiasmo. — Hablé con la fiscal Diana, quien lleva el caso de Gómez, y me ha facilitado el acceso a su expediente — me entrega una carpeta.
—Esto es genial — digo, mientras acepto la carpeta, dándole una palmada ligera en el hombro. — Buen trabajo, Rea ahora debo hablar con el fiscal Rony y luego revisamos el caso ¿Te parece si me esperas un poco?— añado. A lo que el oficial solo asiente con la cabeza.
Sonriendo levemente me giro hacia la puerta de la oficina del fiscal Rony Torres. Toco la puerta con firmeza y espero la señal para entrar, y mis manos involuntariamente se tensan, cuando escucho que puedo pasar.
—Buenos días, fiscal Torres — saludo mientras me acerco, caminando directo a su escritorio. Extiendo la mano para estrechar la suya, pero él la rechaza con un leve movimiento, sin siquiera mirarme a los ojos.
—Gavin, ¿cómo estás? Supongo que, por la cara que traes, no muy bien — responde, parándose de su silla con una sonrisa burlona, dejando mi mano extendida en el aire. Su rechazo es inmediato, y la incomodidad flota entre nosotros.
—Te equivocas, Rony. Yo estoy bien — respondo, calmado fingiendo indiferencia, ante su acción. Sé que esta visita no le va a gustar Ronny es el tipo de fiscal que se vende al mejor postor. Para él, la justicia no es un principio, sino una moneda de cambio, y la libertad se compra con unos cuantos dólares.
Decido no andarme con rodeos. Si algo he aprendido con él es que la sutileza no sirve de nada.
—Seré breve, Rony. Vengo a solicitar los expedientes de Lorenzo García — suelto de una vez, sin titubear, algo que él no esperaba.
Ronny, suelta una carcajada baja. Luego, da un paso hacia un lado y comienza a rodearme, y se coloca detrás de mí, esperando alguna señal de vulnerabilidad de mi parte.
—¿Qué crees, detective Gavin? — se ríe aún más fuerte — No te lo voy a entregar. Ese caso lo estoy investigando yo, y tú no tienes el derecho de pedirme nada.
Una oleada de ira recorre mi cuerpo, pero la contengo. Respira, Gavin. Mantén la calma.
—Claro que los tengo — le respondo, con firmeza provocando que sonrisa se vaya desvaneciendo poco a poco. — Soy detective, además la fiscal Diana y yo estamos llevando el caso de Larisa y de Gómez.
Sin perder tiempo, me giro bruscamente para plantarme frente a él, enfrentándolo de manera directa.
— Ese chico que repentinamente falleció al interior de la prisión… ¿Eso no te parece extraño? — lanzo la pregunta, quedándome en silencio un momento, con los brazos cruzados, esperando su reacción.
— Lo sé — dice, con una frialdad calculada. — Y por eso mismo no puedes acceder a los expedientes de Lorenzo, porque ¿qué crees? — se inclina hacia mí, y su respiración se hace más pesada — No tienen nada que ver con el caso que está llevando la fiscal Diana...
Vuelve a reírse, esta vez con más fuerza, casi como si estuviera burlándose de mí.
— Y la muerte de Gómez no me parece nada extraño. Tú eres el extraño, detective. Ese caso está resuelto. Lo que pasa es que tú y Diana quieren seguir buscando cosas donde no las hay... — dice, con un tono desafiante, casi retándome a responder.
—Eres un infeliz como puedes decir tantas tonterías en una solo oración — lo veo a Rony con asco y desprecio mientras el sigue mostrándome sus dientes blancos, parece que esta disfrutando de mis insultos. — Rony... creo que envés de ir a la facultad de leyes fuiste a la facultad de tontos y te graduaste con honores.
El escucha mi insulto sin siquiera inmutarse parce que mis palabras no le afectan.
— Gavin por dios, ese caso esta cerrado. Esta claro que ese hijo de papi junto con su secretaria mataron a la abogada esa. Después contrataron a ese Gómez para desaparecer su cuerpo y cuando se vieron descubierto mandaron a eliminar. — explica con una gran sonrisa como si esa fuera la verdad absoluta. —así es como funcionan las mentes detrás de los crimines, eliminara a los testigos...
Termina llevándose sus dos dedos a su cien señalando el cerebro.
— Bravo, Ronny — aplaudo con ironía, el sonido de mis palmas llena la oficina. Mi mirada está cargada de desprecio. — Tú sabes cómo funcionan las mentes maquiavélicas... ¿Por qué? Porque tú eres uno de esos asquerosos delincuentes, Ronny, solo que con un traje costoso, una casa lujosa, y ocupando un cargo importante… Aparentemente, lo tienes todo.
Paseo lentamente alrededor de él, mientras la distancia entre nosotros se reduce. Su rostro comienza a tensarse, pero yo no me detengo.
— Pero se te olvidó algo, Ronny. Eres un testigo más y te pueden eliminar...
Mis palabras lo golpean con fuerza y puedo ver que su rostro se tiñe de ira. Ronny aprieta el puño con tanta fuerza que sus nudillos se ponen blancos queriendo golpearme, pero detiene.
— Basta, infeliz— escupe sus palabras con furia. — No voy a dejar que manches mi imagen con tus acusaciones falsas.
Yo suelto una risa casi en un murmullo Rony da un paso hacia mí con el ceño fruncido.
— Si vuelves a decir eso, interpondré una demanda por difamación. — suelta amenazante —Tú bien sabes que afirmar cosas sin evidencia es delito.
— Lo sé, pero yo solo digo lo que veo. — respondo con firmeza, manteniendo mi postura sin dejando en claro que sus amenazas me tienen sin cuidado. — Pero no vine a exponer tu perfecta vida, Ronny. Quiero que me permitas acceder a los expedientes de Lorenzo.
El me mira con odio y en tono autoritario vuelve a hablarme.
— Ya te dije que no. — Se rehúsa cortante. — Yo estoy investigando esos casos, y no necesito de un detective para reunir pruebas. Así que sal de mi oficina y no vuelvas nunca más. — me ordena molesto.