Las Sombras de un Inmortal

El Camino de la Luz

Clara avanzaba por el bosque en silencio, con el diario firmemente sujetado entre sus brazos. Cada paso se sentía más ligero, como si el peso de la oscuridad que había enfrentado comenzara a desvanecerse. Sin embargo, sabía que esto era solo el inicio. El diario, aunque sellado, aún contenía un poder que podría cambiar el curso de su vida y del mundo entero.

El cielo comenzaba a teñirse de naranja y púrpura mientras el amanecer iluminaba su camino. Pero Clara no estaba sola. A su alrededor, las sombras parecían observarla, no con hostilidad, sino con una curiosidad expectante, como si quisieran asegurarse de que ella era la persona indicada para portar ese legado.

Mientras tanto, en una dimensión intermedia, Viktor Caelum abrió los ojos. Se encontraba en un lugar extraño, un vacío donde no existía ni tiempo ni espacio. Frente a él apareció una figura envuelta en luz tenue: Jan Pier, o una versión de él, lo miraba con una mezcla de compasión y severidad.

“Viktor,” dijo Jan Pier, “has buscado este poder toda tu vida, pero nunca te detuviste a preguntarte por qué.”

Viktor apretó los puños. “Lo busqué porque me lo arrebataron todo. Este poder es mi derecho. Con él puedo corregir lo que está mal en este mundo.”

Jan Pier negó con la cabeza. “El poder no corrige, Viktor. Solo amplifica lo que llevamos dentro. Si no enfrentas tus propias sombras, el diario solo destruirá lo que queda de ti.”

Viktor permaneció en silencio, sus recuerdos destellando en su mente. Vio su infancia marcada por el dolor, las traiciones que había sufrido y los sacrificios que había hecho para llegar hasta ese momento. Por primera vez en años, una duda germinó en su interior.

Mientras Viktor enfrentaba sus propios demonios, Clara había llegado al borde del bosque. Allí, una anciana la esperaba, sentada en un tronco caído. Sus ojos brillaban con un conocimiento antiguo, y al ver el diario en las manos de Clara, sonrió.

“Has pasado la prueba,” dijo la anciana. “Pero este es solo el primer paso.”

Clara frunció el ceño. “¿Quién eres? ¿Cómo sabes del diario?”

La mujer se levantó con lentitud, apoyándose en un bastón tallado con runas. “Soy una de las guardianas del linaje. Mi tarea es guiar a los que portan el legado de Jan Pier. Pero tu camino será diferente, Clara. No solo debes proteger el diario; debes descifrarlo. Dentro de esas páginas hay secretos que podrían salvar a este mundo... o condenarlo.”

Clara sintió un escalofrío recorrer su espalda. Miró el diario, preguntándose qué clase de conocimiento podría contener. “¿Cómo se supone que lo haga?”

La anciana señaló el cielo, donde las primeras estrellas del amanecer aún brillaban. “Escucha a las sombras y a la luz. Ambas tienen lecciones que enseñarte. Pero recuerda, Clara: el diario responde a la pureza del corazón. Si dejas que la duda, el miedo o la codicia te controlen, todo lo que amas estará en peligro.”

Clara asintió, sintiendo el peso de las palabras de la mujer. “¿Y qué pasará con Viktor?”

La anciana suspiró. “Eso dependerá de él. Nadie puede forzar la redención; es una elección que debe hacerse desde el alma.”

Con esas palabras, la anciana desapareció, dejando a Clara sola una vez más. Pero ahora, con el diario en sus manos y un propósito claro en su corazón, Clara sabía que debía continuar.

El legado de Jan Pier aún estaba en construcción, y Clara era ahora su autora. Las sombras de un inmortal seguían susurrando, pero esta vez, su voz era más clara: “La redención no es un destino; es un camino.”




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