Las Sombras de un Inmortal

Los Reflejos del Pasado

El mundo se desvaneció a su alrededor. No había cielo, no había suelo, solo una negrura infinita que absorbía toda la luz, todo el sonido, todo sentido del tiempo. Clara sintió que su cuerpo flotaba, pero al mismo tiempo, estaba atrapada. Viktor estaba junto a ella, pero cuando intentó tocarlo, su mano atravesó el vacío.

“¿Dónde estamos?” preguntó Viktor, su voz resonando como un eco sin origen.

Un destello azul emergió en la oscuridad. Luego, otro. Y otro más. Como si las estrellas nacieran en un cielo sin fin, los cristales que llevaban comenzaron a brillar con una intensidad cegadora. La oscuridad se apartó, moldeándose en formas distorsionadas, siluetas que parecían fragmentos de recuerdos.

Y entonces, lo vieron.

Frente a ellos, reflejados en una superficie invisible, estaban sus propias figuras… pero no eran ellos exactamente.

Clara vio su reflejo con una expresión sombría, sus ojos carentes de emoción, su piel más pálida, como si la vida hubiera sido drenada de su ser. Llevaba los cristales en su pecho, incrustados como una segunda piel. Y a su lado, Viktor se veía distinto: más viejo, cansado, con una mirada endurecida por la desesperación.

“¿Qué es esto?” murmuró Clara, sintiendo un escalofrío.

El reflejo de Viktor dio un paso adelante. Su voz sonó como un eco hueco:

“Es el futuro.”

El verdadero Viktor apretó los puños. “No… esto no puede ser real.”

El reflejo de Clara levantó la mano y señaló los cristales que ella aún sostenía. “Cada decisión que tomes te acerca más a este destino. Has visto lo que se necesita para sellar el poder de las fuentes. ¿Pero realmente estás dispuesta a hacer el sacrificio?”

Clara negó con la cabeza, pero una sensación de angustia se enroscó en su pecho. “No… no puede ser verdad.”

Las figuras espectrales alrededor del puente se acercaron lentamente, sus rostros aún ocultos en sombras. Pero uno de ellos se adelantó y, con un movimiento lento y solemne, levantó una mano. El aire vibró con un poder indescriptible.

“El sacrificio no es una elección… es un destino.”

De repente, la oscuridad los envolvió de nuevo. Pero esta vez, no estaban cayendo.

Estaban siendo arrastrados.

Y en la distancia, una nueva sombra emergía. Una que conocía sus nombres. Una que había esperado pacientemente su llegada.




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