Las Sombras de un Inmortal

Los Nombres Perdidos

El resplandor creció hasta convertirse en una explosión silenciosa. No hubo dolor, solo una sensación de ligereza, como si el peso de toda una vida estuviera siendo arrancado suavemente de sus almas.

Clara sintió el calor de la luz envolviéndola, borrando los bordes de su identidad. Trató de aferrarse a un solo recuerdo—el rostro de su madre, el sonido de su risa—pero fue como sostener agua entre los dedos.

Viktor luchó por retener su propósito, la razón por la que había tomado la espada por primera vez, los rostros de aquellos que habían confiado en él… pero todo se desvaneció como niebla en el amanecer.

Entonces, la luz desapareció.

Y con ella, sus nombres.

◇◇◇

Abrieron los ojos.

La vasta sala del Guardián del Olvido había desaparecido. En su lugar, se encontraban en un bosque extraño, uno que no reconocían. Las hojas de los árboles brillaban con tonos dorados y plateados, como si la luz del sol y la luna coexistieran en un solo instante. Un río cercano murmuraba en un idioma que no entendían.

Se miraron el uno al otro.

Ella vio a un hombre de ojos intensos, con una espada colgando de su cintura, su postura firme, pero su expresión confusa.

Él vio a una mujer con vestiduras desgarradas y un brillo desconocido en sus manos, sosteniendo cristales que ya no parecían suyos.

No se reconocieron.

No recordaban por qué estaban allí. Ni siquiera sabían sus nombres.

Un viento suave susurró entre los árboles. Y con él, una voz—una que no venía de ningún lugar en particular, pero que ambos escucharon claramente.

“Han cumplido con el sacrificio. Los cristales han sido sellados. El equilibrio ha sido restaurado.”

Ella frunció el ceño. “¿Qué… qué significa eso?”

Él miró a su alrededor, con una extraña sensación de vacío en el pecho. “No lo sé.”

Un largo silencio se extendió entre ellos.

Finalmente, ella suspiró. “¿Y ahora qué hacemos?”

Él observó el sendero que se abría frente a ellos, uno que se adentraba en lo desconocido.

“No lo sé,” respondió otra vez. “Pero supongo que debemos seguir adelante.”

Ella asintió lentamente.

Y juntos, sin pasado, sin historia, sin siquiera un nombre… dieron su primer paso hacia un destino aún por escribir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.