Lyra y Kael se quedaron inmóviles. La sombra encapuchada seguía allí, con el fragmento de cristal oscuro aún latiendo débilmente en su palma.
"Recordar no es un don," susurró la figura. "Es una carga. Una que deben aceptar por voluntad propia."
Kael sintió un nudo en el estómago. Durante su viaje en el bosque dorado y plateado, había sentido un extraño alivio en el vacío de su mente, en no tener que cargar con un pasado que desconocía. Y, sin embargo, la visión de la fuente de luz y sombra lo había sacudido.
Había algo dentro de él que aún lo llamaba.
Lyra respiró hondo. Su instinto le decía que debía saber la verdad, aunque temía lo que eso significaría. Miró los cristales en sus manos y luego al fragmento oscuro en la palma de la sombra.
"Si recuperamos nuestros recuerdos… ¿qué ocurrirá?" preguntó con voz tensa.
La sombra inclinó la cabeza. "Lo que siempre debió ocurrir."
Kael cerró los ojos por un momento. Luego, los abrió con determinación. “Danos el fragmento.”
La figura oscura extendió la mano.
El fragmento negro flotó lentamente hasta el centro del espacio que separaba a Lyra y Kael. Comenzó a girar, despidiendo un resplandor profundo, como si la luz y la sombra lucharan dentro de él.
Los cristales en las manos de Lyra reaccionaron, vibrando con un murmullo etéreo.
Y entonces, el fragmento se dividió en dos.
Uno flotó hacia Kael. El otro, hacia Lyra.
Sin pensarlo demasiado, ambos estiraron la mano y los tomaron.
El impacto fue inmediato.
◇◇◇
No fue solo un recuerdo.
Fueron todos.
Kael vio su infancia en el castillo, el entrenamiento, los juramentos que había hecho como guardián. Recordó el momento en que encontró a Lyra por primera vez, cuando aún no sabía que estaban destinados a cambiar el equilibrio del mundo.
Lyra sintió la calidez del hogar que había perdido, la risa de su madre, los días en que soñaba con explorar más allá de las colinas. Revivió la batalla en la ciudad perdida, el momento en que enfrentaron sus sombras y comprendieron que ellos mismos eran guardianes del poder.
Y ambos recordaron el sacrificio.
La decisión que tomaron.
El olvido que aceptaron.
Los cristales no solo eran fuentes de poder. Eran el corazón de la balanza entre la luz y la oscuridad. Y ellos… ellos eran los guardianes destinados a custodiarlo, incluso si eso significaba perderse a sí mismos en el proceso.
◇◇◇
Cuando el torbellino de recuerdos cesó, Lyra y Kael cayeron de rodillas, jadeando.
Se miraron.
Ahora sí se reconocían.
Pero algo más había cambiado.
La sombra encapuchada los observaba en silencio. Y luego, en un murmullo que apenas fue llevado por el viento, dijo:
“El ciclo aún no ha terminado.”
Y desapareció.
Lyra y Kael se quedaron en el bosque, con el peso de su pasado nuevamente sobre ellos.
La pregunta ya no era si recordarían.
Era qué harían con ese conocimiento.