Las Sombras de un Inmortal

La Larga Noche

El viento soplaba con fuerza, y las sombras danzaban entre los árboles, como si el mundo mismo respirara a través de las ramas que crujían y se retorcían. Kael, Clara y Viktor avanzaban a través de la espesura, el suelo cubierto de hojas secas que crujían bajo sus pies. No sabían exactamente a dónde los conduciría su camino, pero la sensación de que algo crucial estaba por suceder era palpable.

Habían estado caminando durante horas, sin decir palabra alguna, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Kael, en particular, sentía el peso del sacrificio que aún no había sido cumplido, esa extraña y desconcertante sensación de que algo más debía suceder antes de que pudieran cerrar este capítulo de sus vidas. Las palabras del Eco de las Sombras seguían retumbando en su mente.

“Solo aquellos que sean capaces de un sacrificio real pueden sellar el poder para siempre.”

¿Qué significaba realmente? Kael no estaba seguro, pero algo le decía que la respuesta estaba más cerca de lo que pensaba.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron a un claro. El lugar estaba marcado por una vieja estructura, un altar de piedra cubierto de musgo, que parecía haber sido olvidado por el tiempo. Kael se detuvo en seco, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

“Esto…” comenzó, su voz quebrada por la emoción. “Este es el lugar. Aquí es donde todo debe resolverse.”

Clara y Viktor se acercaron, mirando el altar con cautela. La energía que emanaba del lugar era palpable, oscura y antigua, pero al mismo tiempo, había una sensación de expectativa, como si el lugar mismo estuviera esperando por ellos.

“¿Qué debemos hacer?” preguntó Viktor, su tono tenso. “¿Es aquí donde todo terminará?”

Kael asintió lentamente, sus ojos fijos en el altar. “Este es el lugar donde el poder de las sombras comenzó, y este es el lugar donde debe terminar. Pero no será fácil. Lo que viene ahora… es la última prueba.”

Clara frunció el ceño. “¿La última prueba? ¿Qué significa eso? ¿Acaso no hemos pasado todas las pruebas?”

Kael la miró fijamente, con una seriedad que nunca había mostrado antes. “La verdadera prueba no es derrotar a las sombras externas, sino enfrentar la oscuridad interna. El sacrificio que necesitamos hacer no es solo por el mundo, sino por nosotros mismos. Lo que debemos entregar… es algo que no podemos recuperar.”

Una creciente sensación de terror comenzó a apoderarse de Clara y Viktor. “¿Lo que debemos entregar?” repitió Clara, sus ojos llenos de una mezcla de incredulidad y miedo.

Kael cerró los ojos, tomando una profunda respiración. “Nosotros. Todo lo que somos. Solo entonces podremos sellar el poder para siempre. Pero el sacrificio… no será fácil. El Eco lo dijo: ‘el sacrificio de lo que más aman.’ Y lo que más amamos es lo que nos define.”

Una oscura quietud se cernió sobre ellos, como si las palabras de Kael hubieran provocado un eco de lo que estaba por venir. El viento cesó de repente, y un silencio absoluto llenó el claro. Entonces, la tierra comenzó a temblar. El altar de piedra se iluminó con una luz fantasmal, y una figura apareció frente a ellos, envuelta en sombras.

“El Eco ha hablado,” dijo la figura, su voz resonando como una vibración en el aire. “Y ahora, los tres deben enfrentarse a lo que temen. El sacrificio no es una opción, es una necesidad. Solo a través de ello, el equilibrio puede ser restaurado.”

Kael dio un paso hacia la figura, sus ojos fijos en ella. “Sabemos lo que debemos hacer. Pero, ¿qué pasará después? ¿Qué nos queda cuando todo haya terminado?”

La figura sonrió, una sonrisa oscura y enigmática. “Lo que quede será la esencia misma de lo que sois. Pero solo si sois capaces de soltar aquello que ya no sirve, lo que ya no es parte de vosotros. Solo entonces conoceréis la verdadera libertad.”

Clara, Viktor y Kael se miraron entre sí. El miedo era evidente en sus rostros, pero también había una determinación renovada. Sabían lo que tenían que hacer. El camino hacia la libertad solo podía alcanzarse a través del sacrificio, y ese sacrificio los cambiaría para siempre.

La figura levantó las manos hacia el cielo, y una lluvia de sombras descendió sobre ellos. El altar comenzó a brillar con una luz cegadora, y las sombras parecían cobrar vida propia, tomando formas monstruosas, desfiguradas y grotescas. La última prueba había comenzado.

“¡Hacedlo ahora!” ordenó la figura, su voz como un trueno que resonó en sus corazones.

Sin decir una palabra más, Kael, Clara y Viktor se unieron, cada uno abrazando lo que más temían, lo que más amaban, y se entregaron a la oscuridad. Sabían que solo a través de este sacrificio podrían sellar el poder de los cristales y restaurar el equilibrio en el mundo. El precio sería alto, pero al final, solo la verdadera entrega les permitiría encontrar la paz que tanto habían buscado.

Y con ese último suspiro, la luz y la oscuridad se fundieron en un solo eco, un solo grito que atravesó las sombras y trajo consigo la redención.




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