Kael se apoyó en la pared de piedra, respirando con dificultad. El eco de las voces oscuras aún resonaba en su mente, pero ya no estaba dispuesto a ceder. No dejaría que la torre lo derrotara. No esta vez.
Clara comenzó a moverse lentamente a su lado, frotándose la cabeza. Viktor despertó poco después, levantándose con rapidez. Los tres se miraron, con la comprensión de que algo más esperaba por ellos en la cima de la torre. Algo que no podían eludir.
—¿Qué sucedió? —preguntó Clara, mirando alrededor, desconcertada.
Kael no respondió de inmediato. Solo alzó la vista hacia la escalera que ascendía hacia la oscuridad.
—Debemos seguir adelante. —Su voz sonó firme, pero el peso del sacrificio aún estaba en su pecho.
Viktor asintió, su mirada fija en la puerta en lo alto de la torre, visible más allá de las sombras que se retorcían a su alrededor.
—Sea lo que sea, ya no podemos dar marcha atrás.
El aire estaba cargado de una electricidad palpable, como si la torre misma estuviera consciente de su presencia. Los escalones parecían más altos, más distantes, como si quisieran empujarlos hacia atrás, a las profundidades de su propio miedo. Pero Kael sabía que cada paso los acercaba más a la verdad. Al corazón de la oscuridad.
Subieron sin decir palabra, las sombras que los rodeaban susurrando como serpientes en la oscuridad, pero ninguno se detuvo. El pasillo parecía interminable, y el tiempo se dilataba a medida que ascendían, hasta que, finalmente, llegaron frente a la puerta.
La puerta era imponente. De hierro ennegrecido, cubierto de runas que parecían pulsar con vida. En sus entrañas, una energía oscura palpaba, como si esperara ser liberada.
Kael extendió una mano hacia el umbral, pero antes de que pudiera tocarla, una voz resonó en su mente, fría y venenosa.
—**¿Crees que podrás manejar lo que está al otro lado?**
La voz era como un susurro venenoso que se deslizaba bajo su piel. Él apretó los dientes.
—**Te has enfrentado a las sombras de tu pasado. ¿Pero qué harás cuando enfrentes lo que realmente temes?**
La puerta comenzó a abrirse lentamente, un crujido que reverberó por la torre. La sombra se disipó por un momento, como si la puerta misma estuviera respondiendo a la llamada de la oscuridad.
En el interior, un vasto vacío los esperaba. El espacio parecía más grande de lo que debería, con paredes que se desvanecían en la nada, y un fondo negro que absorbía toda la luz. No había nada, excepto una figura inmóvil en el centro, bañada en una luz roja y distante.
Kael dio un paso adelante, y el aire a su alrededor se volvió denso. Clara y Viktor lo siguieron, pero el peso de la oscuridad era casi insoportable.
La figura en el centro comenzó a moverse lentamente, girándose hacia ellos. A medida que lo hacía, una risa baja y gutural llenó el vacío.
—Finalmente. —La voz resonó como un eco distorsionado, un sonido que parecía venir de todas partes a la vez—. El último sacrificio. El último paso hacia la liberación.
Kael sintió cómo su corazón se aceleraba. La figura, envuelta en una capa de sombras, avanzó hacia ellos, su rostro aún oculto. Pero había algo en su presencia… algo que lo aterraba y lo atraía a la vez.
—¿Qué quieres? —preguntó Kael, con la voz tensa.
La figura levantó la mano, y el espacio pareció distorsionarse. Una corriente de energía oscura se desató, envolviéndolos.
—**Lo que quiero** es lo que todos desean en el fondo… el poder de la oscuridad absoluta. La libertad que solo se logra a través de la destrucción. El fin de todo lo que alguna vez te preocupó. La rendición total ante lo que temes.**
Kael sintió la presión del aire aumentar. Las sombras parecían cobrar vida, envolviéndolos como serpientes en la oscuridad. Las voces, su propio miedo, sus dudas, sus recuerdos, comenzaron a gritarle, pidiéndole que cediera.
Pero en lo profundo de su ser, algo dentro de él despertó. No era la oscuridad lo que debía dominarlo. Era la luz. Y, aunque la torre le ofreciera el poder absoluto, no podría sacrificarse a sí mismo. No podría perderse en la sombra.
—No… —murmuró Kael, alzando la mirada hacia la figura—. No te dejaré.
La figura rió, una carcajada vacía que resonó en el abismo. Pero Kael ya no escuchaba. Las sombras empezaron a desmoronarse a su alrededor. La oscuridad comenzaba a retroceder, como si la torre misma estuviera sintiendo su resistencia.
Y con un último grito de desafío, Kael dio un paso al frente.