Las Sombras de un Inmortal

El Último Guardián

El tiempo había perdido su significado, y con ello, el paso de los días se había convertido en una mera idea, una distorsión que ya no importaba. El horizonte, esa línea que había visto tantas veces antes, ya no parecía ser un límite. En su lugar, el mundo parecía expandirse sin fin, como si estuviera suspendido en una dimensión paralela donde lo único que importaba era el presente. Kael caminaba por la tierra quebrada, sus pasos ligeros, pero firmes, como si el suelo mismo lo sostuviera.

A su lado, Clara y Viktor avanzaban en silencio. Habían recorrido mucho juntos, y en cada paso se podía percibir la evolución de la relación que los unía. Ya no eran solo compañeros de lucha, sino compañeros de destino. Algo había cambiado en ellos. La carga del sacrificio, la aceptación de su propio ser, los había unido de formas que ni ellos mismos comprendían por completo.

De repente, un cambio en el aire. Una presión palpable que los hizo detenerse en seco. Una figura se materializó ante ellos, tan etérea como el viento, pero con una presencia que desbordaba la realidad misma. Sus ojos brillaban como espejos, reflejando un conocimiento profundo, ancestral.

"¿Sois los elegidos?", preguntó la figura, su voz resonando en sus mentes.

Kael no respondió de inmediato. Sus pensamientos estaban atrapados en una maraña de confusión. ¿Qué significaba ser elegido? ¿Por qué esa figura se manifestaba ante ellos? No había dudas de que algo había cambiado, algo estaba por suceder.

"Sí", dijo finalmente, su voz firme, aunque cargada de incertidumbre. "Somos los elegidos. Pero no sabemos qué nos espera."

La figura asintió lentamente, como si esa respuesta fuera todo lo que necesitaba para confirmar algo más grande, algo que ya estaba predestinado. "El tiempo ha llegado. Vuestra misión está cerca de cumplirse, pero hay una última prueba que debéis superar. El sacrificio no ha terminado."

Viktor dio un paso adelante, su rostro grave. "¿Cómo que el sacrificio no ha terminado? ¿Acaso no hemos dado ya todo lo que teníamos?"

La figura los observó con una calma absoluta, como si cada palabra pronunciada fuera parte de un juego que ya estaba trazado. "El sacrificio no es un acto final. Es una transformación, un proceso que no cesa hasta que todo lo que sois se haya disuelto. Solo entonces encontraréis la paz."

Kael cerró los ojos, reflexionando sobre esas palabras. La paz… Había buscado la paz durante tanto tiempo, pero nunca había considerado que la paz no era algo que se pudiera simplemente alcanzar. Era algo que debía construirse a lo largo del tiempo, a través de la renuncia, la entrega, la aceptación.

"¿Y qué debemos hacer?", preguntó Clara, su voz firme, pero con un toque de duda que solo aquellos que se enfrentan al abismo pueden entender.

La figura levantó la mano, señalando hacia un punto distante en el horizonte. "El último guardián está allí. Solo quien sea capaz de enfrentar lo que temen más profundamente podrá avanzar. El sacrificio no está en lo que perdéis, sino en lo que debéis dejar atrás."

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Kael. La figura no estaba hablando solo de la misión que les esperaba. Estaba hablando de ellos mismos, de sus propios miedos, de los fantasmas que aún llevaban en el alma. La última prueba no era un enemigo físico, sino algo mucho más profundo. Era un desafío interno, un enfrentamiento con todo lo que aún no habían superado.

"¿Y qué pasará después de esta prueba?", preguntó Viktor, su tono ahora cargado de incertidumbre.

La figura sonrió, una sonrisa enigmática que no ofreció respuestas, solo más preguntas. "El futuro ya está escrito. Solo los que sean capaces de trascender sus propios límites podrán ver lo que les aguarda. No hay garantía de éxito. Solo hay entrega."

Con esas palabras, la figura desapareció tan repentinamente como había aparecido, dejando a Kael, Clara y Viktor frente a la encrucijada de su destino. El camino hacia el último guardián se extendía ante ellos, pero no era solo un viaje físico. Era un viaje hacia lo más profundo de sus almas.

"¿Estáis listos?", preguntó Kael, su voz un susurro, como si temiera romper el silencio que ahora reinaba en el aire.

Clara y Viktor lo miraron, cada uno con una determinación renovada. Sabían que lo que les esperaba era más grande que cualquier sacrificio hecho hasta el momento. Lo que quedaba por hacer era enfrentarse a sus propios miedos, a las sombras que aún arrastraban consigo.

"Sí", respondió Clara, y su voz no tembló. "Estamos listos."

"Entonces vamos", dijo Kael, dando un paso hacia el horizonte. No había vuelta atrás. El último guardián los esperaba, y solo ellos podían decidir si eran capaces de enfrentarlo.




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