Las tres felinas (version libre del cuento La sirenita)

Dias felices en el castillo

Por la mañana, fue llevada otra vez a la sala del trono, con el mago, el Consejero y el Primer Ministro y claro esta, el príncipe Hinser. Este al verla no pudo ocultar su alivio, de verla sana y salva.

             - ¡Oh, creí que habías muerto! -  Karima fue a abrazarlo, pero uno de los guardias se lo impidió y el rey hablo desde su trono:

             - Ayer noche vino esta joven, como todos sabéis es una de las tres brujas que tienen la rara facultad de transformarse en felinos, cosa que me sorprendió, ya que ayer, aunque era oscuro, ésta joven tomo forma humana.

             - ¿De verdad?- dijo Hinser mirando reverente a su padre- entonces, si por lo que dices, su poder maligno ha desaparecido, desearía poder casarme con ella, padre.

 Todos hicieron exclamaciones de asombro y el rey dudo unos instantes, pero como quería lo mejor para él, dijo:

             - ¿De verdad amas a ésta joven? –este asintió.

             - Habéis comprobado que ya no es ninguna bruja y no tenéis que temer nada, lo importante es que nos queremos y seguro que llegará a ser una buena esposa, en seguida lo supe cuando la vi.

 La chica, la cual tenía muchas dudas respecto a su verdadera identidad, dijo:

            - No se lo que era antes, pero estoy segura de que soy una chica como las demás y quiero con todo mi corazón a su hijo, eso es lo que importa.

             - Esta bien, la muchacha se quedará aquí por una temporada y vivirá como una verdadera princesa, pero no obstante, si vemos que se comporta extrañamente, se la daré a Trobos para que haga con ella lo que quiera. - dijo el rey seriamente mirando a su fiel consejero. Este sonrió e hizo una ligera reverencia.

            Y así, Karima fue llevada a las habitaciones reales y se le asignaron dos doncellas. Hinser le enseño el castillo e hizo prometer a todos que nadie, por ningún motivo le enseñaría donde estaban las demás, ya que se había visto liberada de aquel influjo maligno, no quería que cayese otra vez en él al reunirse de nuevo con sus antiguas compañeras.

           

            Al mago, sin embargo, no le convencía mucho aquello, pero se dijo que con aquellas dos muchachas tenía bastante y cuando asumiera todo el poder, ya pensaría como librarse de los que se interpusieran en sus planes.

            Mothy y Ninja seguían ignorantes, pensando en el terrible destino de su amiga y asistiendo a los embrujos del mago, allí en su laboratorio.

 Una noche, en el castillo celebraron una fiesta para celebrar el compromiso y presentar en sociedad a la futura princesa. Asistieron nobles de todo el país, en carrozas ricamente adornadas, acompañados por sus lacayos.

            Karima fue presentada y a todos cautivo por su belleza y dulzura.

 Hicieron un gran banquete al cual asistieron una gran variedad de acróbatas y músicos de tierras lejanas. Karima bailo con todos los nobles y se divirtió mucho.

 Cuando la fiesta fue decayendo y poco a poco los invitados fueron yéndose a sus aposentos, la joven pareja también se  despidió y se marcharon a dormir.

            Karima, estirada en su cama, sintió una profunda inquietud que no la dejaba conciliar el sueño, como una fuerza extraña que la llamaba para que la siguiese.

 Se levantó como movida por un resorte y poniéndose la bata y las zapatillas, salio al pasillo. Una vez allí ando bajando las escaleras, sin saber muy bien adonde iba, pero con el convencimiento de que era algo importante.

            Por el camino se encontró con algunos sirvientes que pasaron por su lado mirándola de reojo y sin atreverse a decirle nada, solamente una muchacha de su edad, que llevaba un lío de ropa por lavar, inclino la cabeza al reconocerla como la futura esposa del príncipe y le dijo en un murmullo:

              - Buena noches, alteza- y se alejo rápidamente.

            Siguió bajando las escaleras hasta llegar a los angostos pasillos que daban a los calabozos, las paredes y el suelo estaban húmedos y resbalo un par de veces.

            Apostados frente a una puerta de barrotes metálicos y sentados en el suelo, dos soldados se divertían jugando a las cartas. Al verla, por poco lo tiran todo a causa de la impresión y se pusieron en pie presurosos.

              - No... no puedes bajar a las mazmorras, nos ha mandado el príncipe Hinser que no te dejáramos pasar si te veíamos.

 Ella intentó mirar a través de los barrotes, pero a parte de una densa oscuridad, no logro distinguir nada. Oyó, eso sí, unos rugidos sordos que la cautivaron.

             - ¿Qué tienen aquí?

 Los soldados se miraron nerviosos sin decidirse a contárselo, pero al final uno de ellos dijo:

             - Son dos enormes felinos que el mago...- pero su compañero le dio un fuerte codazo y le susurro mirando a la chica de arriba a abajo con desconfianza:.

             - Mira fíjate, creo que ella también es una de ellas... es una de las tres brujas que el otro grupo cogió hace semanas en el bosque.



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En el texto hay: edad media magia

Editado: 25.10.2023

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