Karima se había levantado y miraba soñadora por el ventanal de su alcoba la salida del sol, sentía que pronto su sueño se haría realidad y seria feliz para siempre con su príncipe.
Aunque una cosa la inquietaba y la hacía dar vueltas y más vueltas en la cama sin poder dormir, intentaba recordar como llego hasta aquel lugar, no recordaba de donde era ni quien era su familia, en su mente había una espesa neblina que no la dejaba recordar, la hacia creer que siempre había vivido allí, rodeada por las gentes del castillo, como si desde siempre hubiera sido una princesa.
Pero había oído al rey cuando la vio y a los dos soldados que custodiaban los sótanos, todos parecían saber cosas sobre ella y le tenían un poco de miedo, pero ¿por qué?
Bajo la vista y entonces pudo verla, la figura dorada que caminaba elegantemente intentando no ser vista. Era un animal, ¡oh! ¡ era uno de los grandes gatos del rey que se había escapado!
Se puso rápidamente una bata y las zapatillas y muy alterada, sin saber a quien avisar, salio al patio. El resto del castillo estaba silencioso y desierto al ser todavía temprano, cogió un palo largo para defenderse si el animal la atacaba y fue en su búsqueda.
Jam observo a aquella humana que la miraba de pie en posición de defensa, con el palo a modo de arma intimidatoria y reconoció a su antigua compañera de correrías. ¿Qué le pasaba? ¿acaso no la reconocía? le enseño sus incisivos desorientada, Karima parecía una humana cualquiera y no una “Kat” como ella y Mott que la esperaba en su encierro, su instinto de protección ahora estaba muy desarrollado y si tenía que defenderse aunque fuera con su antigua amiga, lo haría.
Pero no tuvo tiempo de decidirse, estaba clareando y una fina lluvia comenzaba a lamerlo todo, notó como nuevamente su cuerpo cambiaba y mientras pasaba de felina a humana, vio como Karima hacia una exclamación con el espanto reflejado en sus ojos y como luego se arrodillaba en el barro dejando caer el palo.
Solamente pudo verla durante unos instantes, ya que luego se retorció en el suelo presa de violentos espasmos. De pronto paro de temblar y se vio estirada desnuda en brazos de su amiga, que le acariciaba los empapados cabellos, mientras repetía entre sollozos su nombre.
La lluvia caía implacable empapándolas a las dos, pero aún así se miraron sin decidirse a ponerse a cubierto, Ninja vio a su amiga vestida muy elegantemente, llevaba un camisón con ribetes dorados y una bata de seda brillante, en el cuello, además de su placa romboidal, llevaba una cadenita con piedras preciosas y un hermoso anillo vistiendo uno de sus dedos.
Karima, por vez primera desde su entrada en el castillo, también se percato de cómo iba vestida.
¿Qué hacía ella con esas ropas tan elegantes? ¿y por qué Ninja estaba allí en sus brazos, desnuda y temblando de frío? En seguida reaccionó poniéndole su bata por encima para protegerla de la lluvia y se enjuago las lágrimas.
- ¿Donde esta Mothy?
Ninja se lo explico, extrañada, porque Karima no recordase nada.
- ¿Por que os volvió a coger el mago?
- Pensábamos que estabas muerta y ese mago nos obligó a que trabajásemos para el.
A Karima todo le daba vueltas, recordaba como en un sueño su maravillosa estada en el castillo y sus preparativos para la boda.
- Me voy a casar con Hinser. -dijo para si, como si fuera una revelación. Ninja abrió unos ojos como platos.
-¿Qué dices? no puedes hacerlo, eres una “Kat”!- Kárima se quedó pensativa, pero entonces recordó la deforme figura de Mauri, la anciana hechicera que quiso ayudarla a conseguir el amor del príncipe y negó:
- No, ya no lo soy.- Se oyeron algunas voces y las dos se incorporaron precipitadamente. - ¡Rápido, no hay tiempo para más explicaciones!¡tienes que ir al bosque que hay al Sudoeste, el que llaman “El Bosque negro” y allí encontrarás la choza de una enana, dile que vienes de parte de Karima, su amiga y que debe venir al castillo. El príncipe y el rey corren un gran peligro, ¡quieren matarlos!
Ninja asintió lo sabía demasiado bien.
Así que, corrieron entre las dos la pesada barra que cerraba la puerta de salida y Karima despidió a su amiga con el corazón palpitante, ¡por fin los recuerdos habían surgido al asistir como humana a aquella espantosa transformación, aquello a lo que ella jamás se había acostumbrado.
Todavía afectada por la sensación repentina de saber que ella era como Ninja o Mothy y no la princesa que creía ser, se reunió temblorosa junto al príncipe, después de cambiarse las mojadas ropas por otras secas.
A la hora de la comida, vino uno de los criados muy afectado, diciendo que había encontrado a uno de los soldados que se encargaba de las brujas, muerto con un terrible mordisco en el cuello.
Avisaron a Trobos y éste no supo qué decir a eso. Vino luego el otro soldado y éste dijo que solamente había una de ellas en la jaula, la que él se encargo de llevar.