Las visiones de Cassandra I: El rostro del culpable

Las voces del recreo

Era martes, y todo parecía igual que siempre. Cassandra llegó a la escuela con sus cuadernos bajo el brazo, saludó con una sonrisa tímida y se sentó en su pupitre. Fingió escuchar la clase de matemáticas, pero su mente estaba en otra parte: en Daniel, en el anillo, en las iniciales grabadas en su cuaderno secreto.

Cada tanto, sus dedos rozaban la mochila, donde descansaba aquel cuaderno con tres letras escritas en grande: I.R.V.
Tenía que descubrir qué significaban. Y tal vez, solo tal vez, las respuestas estuvieran más cerca de lo que imaginaba.

La segunda pista no llegó en el aula, sino en el recreo. Los chicos corrían, gritaban, jugaban a la pelota, mientras ella permanecía sentada en un banco, quieta, como si esperara algo. Entonces lo escuchó.

—¿Supiste lo de los hermanos Villalba? —decía un grupo de sexto—. El mayor, Ignacio, parece que se metió en líos otra vez.

Cassandra alzó la vista. Ignacio. I…

—Mi papá dijo que la policía lo andaba buscando la otra noche —agregó otro—. Pero como siempre, seguro zafa.

Villalba. V…

El corazón de Cassandra dio un salto.
I. R. V.
¿Podría ser Ignacio R. Villalba?

Se mordió el labio, obligándose a no reaccionar demasiado. Tenía que seguir escuchando.

Más tarde, en la fila para Ciencias Sociales, oyó a dos compañeras cuchichear:

—Dicen que a Daniel lo vieron con alguien cerca del río.
—¿Con quién?
—No sé… algunos dicen que con un hombre mayor. Mi hermano cree que era de esos tipos raros que se juntan con los Villalba.

Un escalofrío le recorrió la espalda. No eran pruebas, apenas rumores de pasillo, pero los rumores tenían un poder extraño: a menudo escondían verdades que los adultos preferían ignorar.

Ese mediodía, mientras todos copiaban del pizarrón, Cassandra garabateó en la última hoja de su cuaderno:

  • Ignacio R. Villalba
  • Relación con Daniel: ¿se conocían?
  • ¿Qué hacía Daniel en el río?
  • El hombre de la visión: ¿Ignacio o alguien cercano a él?

Guardó rápido el cuaderno cuando la maestra pasó entre los pupitres.

Al sonar la campana final, salió con paso tranquilo, saludando como si nada. Pero por dentro, la mente le ardía de conexiones. Tenía un nombre que encajaba con las iniciales. Un nombre que no pensaba olvidar.

Hugin y Munin ya tenían un nuevo objetivo.
Y Cassandra sabía que la próxima carta debía ser más reveladora que la primera.

Esa misma tarde, mientras su madre conversaba con una vecina en la vereda, Cassandra inventó una excusa: dijo que iba a jugar. Mintió. Caminó directo hacia el almacén del pueblo.

Entró como quien busca caramelos, pero en realidad afinaba los oídos. Y lo escuchó.

—Los Villalba otra vez… —decía la dueña a un cliente—. El mayor, Ignacio, siempre metido en problemas. Pero nadie les hace nada porque su tío es amigo del comisario.

Cassandra apretó los puños dentro de los bolsillos del vestido. Ya no eran rumores de niños, ahora eran voces de adultos.

Al día siguiente, al salir del colegio, pasó por la plaza. Fingió ir hacia el tobogán, aunque en realidad se había detenido antes, al escuchar a dos hombres hablar frente al banco.

—Ese chico Daniel… —murmuró uno—. Mi primo jura que lo vio hablando con alguien de los Villalba antes de aparecer muerto.
—Bah, esos pibes siempre estuvieron en líos —respondió el otro—. Pero de ahí a matar a alguien… no sé.

Las piezas empezaban a encajar, aunque todavía de forma confusa.

Esa noche, en su cuarto, abrió el cuaderno y escribió con letra firme:

  1. Ignacio R. Villalba = I.R.V.
  2. Villalba = familia con mala reputación en el pueblo.
  3. Rumores: Daniel visto con alguien de esa familia.
  4. Conexión con el río = aún desconocida.

Se quedó mirando la lista un buen rato. ¿Era suficiente para escribir una nueva carta? Tal vez. Pero en el fondo, sabía que todavía faltaba algo.

"Necesito una prueba más… algo que los policías no puedan ignorar", se repitió en silencio.

Guardó el cuaderno bajo la almohada. Ya había logrado dar el primer paso con el anillo. El segundo debía ser aún más fuerte.

Hugin y Munin no podían fallar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.