Las voces en el vacío

Tercera Parte: La guerra (Capítulo I)

Seis meses han pasado desde que el mundo cambió para siempre. Los ataques a la Tierra y nuestras colonias han dejado una marca indeleble en la humanidad. La sociedad está luchando por levantarse de las cenizas, por reconstruir y por encontrar un nuevo sentido. La destrucción es evidente en todas partes: ciudades enteras han sido reducidas a escombros, familias han sido separadas y la confianza en el futuro se ha desvanecido. Pero a pesar de todo, la humanidad se niega a rendirse.

El Gobierno Mundial Unificado ha tomado medidas y planes de contingencia, primero declararon el estado de guerra en todo el mundo al igual que en las colonias, restringiendo varios derechos: el ejercicio de la libertad personal; el del derecho de reunión, la libertad de expresión.

Se han establecido campos de refugiados para los desplazados y damnificados, y se han enviado equipos de rescate a las zonas más afectadas, incluyendo la distribución de alimentos, agua y medicamentos. Se han implementado programas de reconstrucción para tratar de revitalizar las economías locales. En las ciudades que sufrieron menos ataques, se han desplegado tropas para mantener el orden y proteger a los ciudadanos de posibles ataques adicionales.

Con respecto a las colonias, se han enviado naves de apoyo y suministros, así como rescatistas y miembros de las Fuerzas de Defensa para levantar lo que queda de ellas. Por alguna extraña razón, los invasores, luego de los ataques, simplemente desaparecieron; al menos tendremos tiempo de fortalecer y mejorar nuestras defensas para estar preparados para lo que se nos viene.

Además, el Gobierno ha lanzado y financiado una investigación exhaustiva para determinar la identidad y las motivaciones de nuestros atacantes. Se han establecido equipos de expertos para analizar los datos recopilados durante la investigación: patrones de ataque, tipos de armas, estrategias, etc.

En los Estados Unidos, los científicos están trabajando contrarreloj con las naves que se han capturado para tratar de replicar su tecnología y poder usarla en su contra. Los laboratorios de investigación están operando las 24 horas del día, los 7 días de la semana, con equipos de expertos en ingeniería, física y computación trabajando juntos para desentrañar los secretos de la tecnología alienígena.

Se iniciaron programas de investigación en universidades y centros de investigación de todo el mundo, con el objetivo de desarrollar nuevas tecnologías y estrategias para contrarrestar la amenaza extraterrestre, los alumnos están estudiando la propulsión, la energía, la comunicación y la navegación de las naves alienígenas, buscando cualquier ventaja que puedan utilizar para defender a la humanidad.

La presión es intensa, pero los científicos están motivados por la urgencia de la situación y la posibilidad de hacer una diferencia en la lucha contra la amenaza extraterrestre. Están trabajando con un sentido de propósito y determinación; el Gobierno ha anunciado planes para fortalecer nuestras defensas y prevenir futuros ataques. Se están construyendo nuevas instalaciones militares. La inversión en la defensa ha aumentado significativamente, y se han establecido programas para entrenar a los militares en la lucha contra amenazas no convencionales.

Pero, por otro lado, la sociedad ha reaccionado de manera mixta ante las acciones del Gobierno; algunos han elogiado la rapidez y la eficacia con la que se ha abordado la crisis mundial, mientras que otros han criticado la falta de transparencia y la exclusión de la opinión pública en la toma de decisiones.

Ha habido manifestaciones, algunas violentas en varias ciudades que las Fuerzas de Defensa reprimieron con violencia, pero sin tener que recurrir a matar. Hay quienes temen que las medidas de seguridad sean excesivas y violen los derechos civiles, mientras que otros creen que no son suficientes para proteger a la humanidad. La reacción de la sociedad también ha sido influenciada por el miedo y la incertidumbre. Muchos están asustados por la posibilidad de futuros ataques y se sienten inseguros ante la falta de respuestas claras sobre la identidad y las motivaciones de nuestros atacantes. Hay quienes han recurrido a la religión o la espiritualidad para encontrar consuelo, mientras que otros han buscado refugio en la comunidad y la solidaridad.

Mientras veo el mundo a mi alrededor, no puedo evitar sentir una sensación de desconexión y desorientación que me envuelve por completo. Todo ha cambiado de forma tan drástica en tan poco tiempo que me cuesta trabajo aceptarlo. La seguridad y la estabilidad que una vez conocí, que eran mi refugio y mi protección, se han desvanecido sin dejar rastro, reemplazadas por la incertidumbre y el miedo que me acechan en cada esquina. Recuerdo los días en que podía caminar por la calle sin preocuparme por mi seguridad, comiendo mis helados ignorando la monotonía de los demás, ahora solo veo militares en cada esquina, las tiendas cierran temprano, algunas calles están bloqueadas, las máquinas que hemos desarrollado están trabajando en las reparaciones de los edificios adyacentes y el toque de queda hace que la mayoría prefiera no salir.

Debo agradecer a los invasores por devolverle a este mundo eso que hace mucho tiempo nuestra civilización perdió. Perdóname por expresarme así, solo estoy siendo sincera; sin embargo, de tanto desear un cambio... se cumplió y de la peor manera posible.

La realidad es cruel y no permite que me esconda en mi propio mundo, me obliga a enfrentar la verdad, por dura que sea. Debo aceptar que el mundo perfecto que conocí ya no existe y ha sido reemplazado por un lugar oscuro y peligroso en donde hay que luchar hasta el último segundo.




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