3er subperiodo, 28 de Lapus, 8757 GY
Estoy en una extraña habitación blanca con unas luces apuntándome directamente al rostro. Afuera solo escucho pasos y murmullos que no comprendo del todo. Lyra ha permanecido callada desde que nos encerraron aquí, como si se arrepintiera de haber escapado conmigo.
De repente, la puerta se abre y entra una figura vestida de blanco, era una mujer con el cabello recogido y una expresión neutra; llevaba consigo un dispositivo parecido a un escáner, además la escoltaban dos humanos con las mismas armaduras negras portando aquel símbolo que había visto. Luego de entrar, ella se detuvo frente a mí y me observó con intensidad, parecía como si buscara algo dentro de mí.
Habló en su idioma y lo poco que llegué a entender fue que me iban a interrogar y a analizar al igual que a Lyra. Me siento invadido, incómodo bajo su mirada y la presencia de los dos soldados, que permanecían inmóviles detrás de ella, sus ojos fijos en mí como si esperaran una señal para actuar. La mujer ordenó que nos llevaran junto a Lyra a la habitación de interrogatorios.
Ni ella ni yo nos opusimos, solo bajamos la cabeza al momento que nos llevaban; sea como sea, estoy seguro de que luego de esto, nos ejecutarán o usarán como conejillos de indias.
Al ingresar a dicha habitación, observé a una mujer sentada con los brazos cruzados, estaba impaciente debido a la larga espera; al dejarnos solos, los soldados nos hicieron sentar. El ambiente se puso pesado y nadie se atrevió a decir nada, solo se escuchaba la respiración de aquella mujer.
Miro cómo saca el dispositivo traductor y murmura algo que no puedo escuchar, pero por su expresión deduje que no sabía encenderlo. Acerqué mi mano y tomé el dispositivo para alejarlo de ella, asentí con la cabeza tratando de decirle que puedo entender su idioma, al mismo tiempo noté cómo los soldados me apuntaban con el arma.
"¿Quiénes son?" me preguntó ella con un tono de voz frío, posando sus codos en la mesa y mirándome fijamente, como un depredador acechando a su presa.
Con dificultad le respondí: "Yo zoi Zerid y eya es Lyra, zomos del planeta Ymai". Los nervios me invadieron, pero poco a poco me fui calmando, tratando de concentrarme en cada palabra para que pudiera entenderme. Sentí un nudo en el estómago, sabiendo que cualquier error podría ser fatal.
Aquella mujer continuó preguntándome cosas que no eran tan importantes, sobre nuestras rutinas y cómo habíamos sobrevivido en el planeta. Respondí con la mayor claridad posible, aunque mis palabras eran torpes y llenas de errores. Mientras hablaba, ella tomaba notas y de vez en cuando alzaba una ceja, como si estuviera tratando de entender lo que decía.
Entonces, ella hizo la pregunta que ya esperaba que me hiciera. Vi cómo se levantaba y caminaba alrededor de la mesa mientras mi mirada la seguía. Ella mantenía sus brazos detrás de su cintura y de vez en cuando se acomodaba el cabello.
"¿Qué hacían en aquel planeta?" dijo ella sin voltear a mirarme, pero su voz era suficiente para volver a ponerme nervioso. Justo cuando iba a responder, Lyra tomó la palabra y con una voz fuerte, casi gritando, le dijo: "xortj eds diro matien". La mujer volteó la mirada y antes de que dijera algo, yo añadí: "kizo dcir ke zomos dsertores".
La mujer se detuvo y nos miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Se sentó de nuevo y comenzó a hacer preguntas más directas, tratando de obtener más información sobre por qué habíamos desertado y qué sabíamos sobre nuestras fuerzas. Respondí lo mejor que pude, consciente de que cualquier vacilación podría ser interpretada como un intento de ocultar información.
"¿Cuál era su misión antes de desertar?" preguntó, inclinándose hacia adelante.
"Stavamos en kombat," respondí con dificultad, "y dcidimos dsertar"
"¿Y por qué decidieron desertar?" La voz de la mujer era fría y meticulosa.
Lyra intervino nuevamente, hablando en nuestro idioma nativo, "Xyltr kdra hram xe tecsi." La mujer arqueó una ceja, esperando mi traducción.
"Dcidimos dsertar por ke no keriamos segir luchando," dije, mi voz temblaba. "Keremos paz."
La mujer pareció considerar mis palabras por un momento antes de seguir con otra pregunta. "¿Qué sabes sobre los movimientos de tu ejército?"
"No mucho," respondí, tratando de encontrar las palabras correctas.
El tiempo se ralentizó durante el resto del interrogatorio. La mujer anotaba meticulosamente cada respuesta, y los soldados no dejaron de vigilarnos ni un segundo. Tras lo que parecieron horas, nos llevaron de regreso a la habitación. Tras quedarme solo con Lyra, ella empezó a llorar, abrazándose a sí misma y manteniendo una considerable distancia de mí.
Ahora solo queda esperar al nuevo día y tal vez un nuevo interrogatorio.
4to subperiodo, 6 de Lapus, 8757 GY
Llevo aquí ya ocho días y, aunque nos mantienen bien alimentados, algo irónico; no sabemos nada de lo que sucede afuera. De vez en cuando nos llevan a hacernos pruebas y análisis, cada uno más horrible que el anterior.
La pobre Lyra ha tenido que soportar varias de estas pruebas, y cada vez que la veo regresar a nuestra celda, noto en sus ojos una chispa menos de esperanza. Su silencio se ha vuelto casi absoluto, como si hubiera renunciado a cualquier posibilidad de salir con vida. La veo sentada en una esquina, abrazando sus rodillas, y me duele no poder hacer nada para aliviar su sufrimiento.
Editado: 19.01.2025