Isis Pov
Me miro en el espejo y compruebo mi maquilla, y mi peinado. Dentro de mí me recorre una sensación de nervios que no me deja en paz, vuelvo a apoyar mis manos sobre el mueble del tocador, inhalo y exhalo aire tratando de calmarme, pero es inútil, a cada minuto que pasa esta sensación se incremente; y no es para menos, no todos los días uno conoce a su supuesto padre. Miro mi reloj y mentalmente cuento el tiempo para que Max llegue, no me ayuda mucho, pero pensar en el me distrae de ese escalofrió y las ganas incontrolables que tengo de volver el estómago.
—Isis…—dice Esther anunciando su llegada a mi habitación—Max acaba de llegar, ¿está todo bien? —pregunta al ver el manojo de nervios en el que estoy convertida.
—Nada está bien — la miro de frente y al ver su rostro me confirma el aspecto de loca que creo tengo en estos momentos. Veo como camina hacia la puerta de mi dormitorio y la cierra, se coloca frente a mí y me mira.
—A leguas se ve que estas así por tu padre, pero no pasa nada si esta noche no compruebas si es él o no; de todas maneras, Max sabe quién es y él viene periódicamente a revisar los hospitales, te lo vuelvo a repetir… no pasa nada si no quieres ir—habla mi amiga antes de darme un abrazo.
—Si es por lo de mi padre que me encuentro así, pero tengo el presentimiento de que no puedo seguir postergando este momento, ya no es solo por mí; sino también por mi madre y sé que, aunque ella no me lo diga, sigue enamorada de mi padre y por si fuera poco esto ya lo hemos aplazado por ¡21 años ¡—le digo a mi amiga sacando todo lo que en este momento traigo dentro, liberando un poco de esta sensación que aún tengo presente.
—Pues entonces señorita…—comienza a hablar Esther tomando una toallita húmeda de mi mueble y pasándome por la frente— estabas sudando— habla y me enseña la toallita con resto de maquillaje— te voy a terminar de arreglar y quedaras divina; incluso dejaras al guapote de Max con la boca abierta y la baba colgada—muerdo mi labio ante la mención de Max pero recuerdo que traigo labial y lo suelto de inmediato; por suerte Esther no se dio cuenta ya que con Max aun no decidimos decirle a nuestros amigos que estamos juntos.
— ¡Gracias amiga! — le digo antes de salir por la puerta de mi habitación hacia la sala y por suerte Mike no está en el departamento; porque si no ya estuviera interrogando a Max sobre si estamos saliendo o no. Lo veo de espaldas, sentado en el sillón mirando la hora en su reloj, llamo su atención y de un salto, se levanta dándome la mejor vista que he podido imaginar de este adonis de hombre que tengo enfrente. Esta, vestido con un clásico Smoking color azul oscuro y es ahí cuando me doy cuenta que no me equivoque con mi elección de vestido. Llevo puesto un vestido con escote de corazón color rosa palo y con una abertura en la pierna que se extiende hasta mi cadera.
¡Justo lo que la ocasión amerita!
— ¡Estas más que hermosa esta noche! — me alaga y se acerca a darme un suave beso en los labios, no sin antes mirar detrás de mí para cerciorarse de que nadie nos esté mirando.
—Doctor Lombardo, usted no está nada mal— piropeo a este guapo hombre y no sé qué tenga él que los nervios que me atacaban unos momentos atrás, han desaparecido por completo ahora que lo veo.
—Siente que debo de enseñarte a hacer un buen cumplido—me responde y justo como me enseño Mike, pongo mi cara de indignada. Al parecer funciona porque su rosto muestra preocupación. —Castañita… no fue mi intención decir eso; no lo tomes enserio—pide de la manera más rápida que lo he escuchado hablar—Al momento me siento un poco mal por ser la “Novia Toxica” en esta relación.
— ¡Era broma! — le digo después de ver su lado de novio preocupon. ¡Pero que carajos estoy diciendo! Él y yo aún no somos novios
¡Pero ya te dijo que te quiere!... A pesar de lo loca y complicada que eres y como tu conciencia te digo que no lo dejes escapa, ¿Dónde encontraras otro valiente que se quiera animar contigo? — Empieza a hablar mi conciencia y en estos momentos la quiero ahorcar. Decido ignorarla y me concentro en Max y en lo guapo que está, pero su rostro ahora tiene una expresión de enojo.
— No te enojes — le pido antes de besarlo tiernamente en los labios, cada vez que estoy con él siento que el tiempo no pasa entre los dos… Unos ruidos nos hacen salir de nuestra burbuja romántica y vemos a Esther parada en la cocina tomando un vaso de agua.
—Sabía que entre ustedes dos había algo, solo me preguntaba cuando nos lo iban a comunicar—Dice Esther.
Max me abraza por detrás y coloca sus manos unidas a las mías delante de mí estómago—Pronto…—habla antes de darme un suave beso en la mejilla.
—Eso espero Max— habla Esther tomando su papel de “Madre Protectora” —Y den gracias que fui yo la que los encontró porque si hubiera sido Mike, no los dejaba salir de aquí hasta tener el más mínimo detalle de como comenzaron ustedes dos—Nos señala a ambos con el dedo índice—Porque para tu desgracia Max, somos como los hermanos de Isis—
Max la miran andes de responder—Soy muy consciente de la cercanía que existe entre ustedes y es digno de admirar como sin ser hermanos se cuidan entre ambos, me recuerdan a mí y a mis hermanos— responde y su mirada se ilumina ante la mención de sus hermanos.
— ¡Basta de momentos cursis! —Pide Esther y aunque mi amiga es muy fuerte y valiente tiene un lado cursi que le hace derramar una que otra lagrima—Cenicienta, esta vez tu príncipe vino por ti así que, ¡Al baile! —señala la puerta. Y antes de que nos vallamos Esther nos grita—La cenicienta huyo del príncipe, y estero que este príncipe me traiga sana y salva a la cenicienta—Sonrió, como amo a esta mujer.
Salimos de mi apartamento y como todo el caballero que es Max me habré la puerta, me ayuda a subir y coloca un poco de música en el interior del carro; el silencio entre los dos es algo incómodo y por suerte Max se percata de ello. Aprovechando el alto de un semáforo y toma mi mano para llevársela a los labios y darle un beso que me pone alerta todas las terminaciones de mi cuerpo.