Isis Pov
Decidimos hacer caso a Max, y ahora William y su chofer nos sigue hacia el departamento de Max; por sugerencia de él. En estos momentos no quiero ningún tipo de preguntas y sé que si lo llevo a mi casa los chicos comenzaran con el interrogatorio, sobre todo Leysi, que desde que volvió de Nueva Orleans a estado rara. Respiro profundo tratando de calmar mis ganas de llorar que no han podido parar desde que vi a William en la terraza y le agradezco tanto a Max por estar a mi lado en estos momentos y más por no decir nada de lo rojo e hinchada que he de tener la cara en estos momentos.
— ¿Vives aquí? —Me pregunta William una vez que estamos en el recibidor del edificio donde vive Max, es la primera vez que hablamos desde que estábamos en la terraza, ya que anteriormente toda la comunicación fue por medio de Max.
—No, en este edificio vive Max— le respondo antes de entrar al elevador y ellos detrás de mí, Max presiona el número 17 en el tablero de control del elevador y después de un rato llegamos al departamento número 203.
—Pasen por favor y siéntanse como en su casa— nos dice antes de desaparecer hacia la cocina, caminamos a la sala y tomamos asiento.
— ¿Por dónde empezamos? — le pregunto a William tratando de romper lo tenso que se siente el ambiente. Nunca he estado en un interrogatorio por la policía y me imagino que así se siente el ambiente.
—Hay tantas cosas que quiero preguntarte y la verdad yo tampoco sé por dónde comenzar, pero lo que si me inquieta es saber, ¿Que te digo tu madre sobre mí? —pregunta con mucho interés.
— ¿Eso quiere decir que estas asumiendo tu paternidad conmigo? — le pregunto, ya que otro en su lugar hubiera corrido a un laboratorio por una prueba de paternidad.
—Cualquiera que haiga conocido a mi madre y te mire a ti en estos momentos diría que eres su vivo retrato—responde.
—Eso explica muchas cosas; ahora sabemos porque no me parecía nada con mi madre o mis abuelos excepto por el color del cabello—
—Cuando te vi de espaldas, pensé que eras mi Itzámara de hace 20 años—responde.
—21 para ser más exactos— le digo. —Antes de responder a mi pregunta es importante saber si, ¿estás casado o tienes más hijos? —le pregunto, ya no es solo por mí y a juzgar como nombra a mi madre, eso quiere decir que aun la quiere o al menos guarda celosamente su recuerdo y sé que mi madre también lo sigue queriendo.
—No estoy casado y tampoco lo he estado y hasta hace aproximadamente una hora no tenía hijos— responde tratando de quitarle importancia al asunto.
—Mi turno— respondo — Me dijo solo lo que ella sabe y lo que la prensa pública en esos momentos. Que se conocieron en Cancún en un viaje de graduación, se enamoraron y una noche paso lo que tenía que pasar y aquí estoy yo. Cuando se enteró de que estaba embarazada trato de buscarte, pero se encontró con la noticia de que James Stone había muerto en un accidente de tráfico; como su embarazo era de riesgo; mis abuelos que la apoyaron en todo, le pidieron que dejara de buscarte por miedo a que callera en depresión, ¿Por qué fingiste tu muerte? —le pregunto directamente y la sorpresa sigue plasmada en su rostro.
—Me parece increíble todo lo que me cuentas y a la vez maravilloso, siempre he querido tener hijos, pero no quería a ningún otra que no fue mi Itzámara, el día que yo me fui del hotel de Cancún fue porque recibí una llamada de mi madre; la señora Emma Stone a la que tanto te pareces, donde me decía entre lágrimas que mi papá estaba muy grave en un hospital de Inglaterra; ya que un borracho choco contra el coche donde iba. Si yo hubiera sabido que mi Itzá estaba embarazada nunca la hubiera abandonado—me cuenta.
— ¿Entonces, porque no la buscaste después? —le pregunto, el sufrimiento que ahora refleja su rostro al revivir todos estos recuerdos me parece muy real.
—Aunque no me lo creas; nunca le pedí un número de teléfono o una dirección para encontrarla después, solo sabía su nombre y que era originaria de West Monroe, Luisiana. Ala muerte de mi padre, tomo el control total de los hostales, pero nunca deje de buscar a mi Itzá e incluso contrate varios investigadores, pero siempre llegaba a un mismo punto en el que ella y tus abuelos desaparecían—me cuenta y ahora la impactada soy yo.
—No sé lo que, allá ocurrido en esos momentos, pero desde que tengo uso de razón mi madre junta mis abuelos y mi tía Lynsi siempre hemos vivido en Nueva Orleans—
— ¿Cómo fue que el doctor Lombardo forma parte de todo esto? —pregunta después del silencio que se instala entre nosotros.
—Él es mi doctor; creo que no he tenido oportunidad de decirte que bailo ballet clásico profesionalmente, y conocí a Max de una manera muy peculiar...—le cuento.
—La atropelle saliendo de McDonald's— Me interrumpe Max dejando una bandeja con dos tazas de café y galletas sobre la mesa de centro de la sala.
—Gracias— comenta William— yo en verdad necesito esto—
—Los dejos solos para que puedan seguir hablando— dice Max antes de volver a desaparecer.
—Como te decía, empezamos a hablar con Max sobre mi vida privada y salió el tema de mi padre; yo te buscaba originalmente para al menos conocer la tumba donde se supone que estabas y para que también mamá lo supiera. Ella fue la más afectada por esa notica, entro en depresión después de enterarse y fue una etapa muy triste para ella—le cuento.
—Esa tumba existe, pero no aquí, sino en Londres y ahí descansa tu abuelo junto a mi madre— comenta antes de dejar la taza de café sobre la mesa y por la manera en cómo juega con sus manos deduzco que está nervioso; ahora se de quien herede esa manía— Hay algo muy importante que quiero preguntarte, ¿Tu madre está casada? — dice sin rodeos y es algo que aprecio mucho; al parecer fue verdad lo que me dijo, pero solo lo comprobare de una manera y mi maquiavélica mente ya lo está planeando.