Isis Pov
— ¡Atención chicas! —Nos llama el asistente del director—en cinco minutos comienzan las audiciones; a todas ya se les asigno un número y les repito que deben de estar presentes, si se les llama y no están olvídense de volver a audicionar— agrega al último. Hay cincuenta chicas aquí y los nervios se sienten en todo el recinto; pongo mi pierna estirada sobre la barra improvisada que han puesto tras “bambalinas”; miro a mi alrededor y hay chicas practicando unos pasos de la coreografía, otras calentando y unas fumando en la parte de afuera.
—Chicas un momento…— dice una chica pelirroja y de lentes —Necesito que se pongan este letrero en la parte trasera de la espalda— dice y comienza a nombrar a cada una de las chicas para mi sorpresa me toca el número del día en que nací. —Kate Anderson— al escuchar ese nombre pongo mi atención sobre la pelirroja de nuevo y una familiar cabellera “rubia”; gracias al peróxido que se pone y le mata las neuronas, aparece frente a mí y me sonríe sínicamente.
“Maldita” —es el primer pensamiento que tengo al verla, por esa chica casi me rompo el pie y todo con tal de quedarse con el papel principal del cascanueces cuando lo presentaron el año pasado, yo quede de suplente de la bailarina principal y ella fue la tercera seleccionada. Misteriosamente Felipa; la chica que obtuvo el papel, enfermo de vomito cuando ya estaba colocándose su vestuario, el director improviso y nos pido a Kate y a mi montar una parte y yo lo hice mejor pero no conforme con eso antes de entrar a escena me puso el pie y casi caigo sobre él. Por suerte mi compañero me sostuvo antes de que tocara el suelo y nadie lo noto.
Si antes estaba hecho un manojo de nervios por esta oportunidad ahora que la veo a ella estoy determinada a conseguir este papel, no dejare que una tramposa como Kate Anderson me vuelva a sabotear.
Con la ayuda de la pelirroja me coloco la ficha con mi numeración y vuelvo a seguir calentando. Trato de ignorar la presencia de esa chica, pero el encanto dura muy poco ya que se acerca; su penetrante olor a vainilla que la caracteriza llega hasta mí.
—Hola Isis—saluda cuando se coloca detrás de a mí, me doy la vuelta y solo le dedico un simple hola— no seas rencorosa querida; sabes que nunca fue mi intención que te tropezaras el día del estreno, nadie tiene la culpa de tu torpeza—sonríe la muy sínica.
—Cuida tus palabras Kate— respondo lo más calmada posible, no me debo rebajar al nivel de esta…persona— puede que las demás no sepan qué clase de alimaña está aquí pero yo sí y gracias a todas las fechorías que has hecho se perfectamente de lo que eres capaz; no creas que no estamos al tanto de todo lo que has hecho para llegar hasta donde estas ahora; lo que nos hiciste a mí y a Felipa, era un juego de niños en comparación al extraño accidente que tuvo la bailarina principal de la cual también eras la suplente— finalizo y su cara es digna de fotografiar, está casi roja de pura rabia, es mejor que sepa que conmigo no va a tener las cosas fáciles. Sin decir nada se va por donde vino y lo agradezco, así es más fácil concertarme en mis ejercicios.
—Numero 1; Miranda Simmons— anuncia el asistente del director y todas miramos a nuestro alrededor para ver quién es la primera y una chica delgada y de pelo negro corto hasta los hombros camina a paso lento hacia la puerta que comunica donde estamos hasta el escenario. Y así pasa el tiempo hasta que escucho lo siguiente —Numero 10; Kate Anderson— la llaman y pasa sonriendo a mi lado; respiro profundo y me concentro en repasar la rutina ya que la siguiente soy yo. —Numero 11; Isis Bartolo— me nombra y ahora es mi turno.
El mismo chico me acompaña en el escenario y repite mi número y nombre a la chica que punta algo en una hoja que está sentada al lado del director; puedo observarlo y es un hombre no tan maduro como pensaba que me observa mucho y como me dice mi madre “no bajes la mirada ante nadie”
—Eres la primera que mantiene la cabeza en alto— me dice de repente sin despegar la mirada de mi rostro, voy a responder, pero él me interrumpe— Adelante— pide al pianista que acompaña la audición y la melodía que corresponde al momento en que la reina cisne se transforma en el cisne negro empieza a sonar, respiro y comienzo a bailar; si bien los nervios me invaden, pero decido dejarlos de lado. Este es mi momento y de aquí en adelante será así. Termino y vuelvo la mirada hacia el frente —Eso es todo, nos comunicaremos para avisarte si no obtuviste el papel… o si lo hiciste— dice y doy un pequeño asentimiento de cabeza acompañado de un gracias.
Tomo mis cosas y una vez fuera del teatro donde estábamos respiro libremente. Las piernas me tiemblan un poco pero aun así comienzo a caminar a la estación del metro más próxima; comienzo a bajar las escaleras y mi celular comienza a sonar, lo busco en mi bolso y sin ver quien es contesto.
—Hola—respondo.
—Parece que mi preciosa castañita no me conoce— dice juguetón al otro lado de la línea.
—Mi querido y guapo Doctor; su voz es inconfundible para mí—
—Me alegra escuchar eso, pero llamaba para saber si tienes tiempo de almorzar conmigo el día de hoy—
—Para su buena suerte si tengo tiempo; ¿dónde quiere que lo vea? —le pregunto, ya que es mejor que un guía de turistas, llevo en Nueva York casi tres años y hemos salido a lugares que insiera sabía que existiera, ¿Sera que necesito salir más?
—Hay un restaurante de comida italiana en 214 E 52nd St que me recomendaron mucho y pensé porque no invitar a mi bella novia a almorzar—dice simple. Miro mi atuendo y sigo con la indumentaria que utilizo para ensayar.
— ¿Es de etiqueta? —le pregunto; ya que no estoy precisamente vestida para un lugar así; comienzo a buscar un baño público por todo el lugar y gracias a dios lo encuentro. Una mujer mayor de apariencia asiática está cobrando en la entrada.