Las Zapatillas del Doctor

Epilogo

2 años después.

Max Pov

—¡No puedo esperar a que nazcan ya! —dice mi chica entrando al cuarto de nuestros bebes. Dentro de dos semanas mi esposa dará a luz a dos preciosos bebes. —Me siento tan enorme y pesada—comenta y niego con la cabeza. Desde que cumplió seis meses de embarazo a dicho lo mismo y es una tontería; a medida que su embarazo avanza, se ve más hermosa ante mis ojos. —¡Y lo peor de todo es que no dejan ver si son niñas o niños! —dice enojada; cuando llego el momento de hacer el ultrasonido para ver el sexo de los bebes, estos no se dejaron ver. La abuela de Isis dice que por la forma de su vientre serán niños; y eso mismo nos dice el ginecólogo que está atendiendo a mi esposa en su embarazo.

—Tranquila amor—le pido y me acerco al estante donde ella acomoda toda la ropa de bebe que hemos comprado, toda en color blanco, verde manzana, naranja y amarillo. —¡Ya solo faltan dos semanas para saberlo! — coloco mis manos sobre su vientre y al instante patean. —Lo vez, ellos también ya quieren conocernos—

—Lo bueno es que ya tenemos todo listo para su llegada—comenta mi chica admirando el cuarto—Y lo bueno que ya pudiste armar las cunas—comenta burlona.

—Que graciosa—respondo sarcástico. Soy mejor en medicina que armando cunas, pero con ayuda de mi hermano Emiliano, lo pude lograr; pensé en pedirle ayuda a Matt, pero como él que armo la cuna del bebe fue el tío Erick porque al igual que yo, somos mejores en medicina que armando muebles. Veo como se lleva las manos al vientre y hace una mueca de dolor.

—Están muy activos este día—comenta, aunque es una buena noticia saber que son activos, hay veces que se pasan, causándole un poco de dolor a mi chica cuando patean fuerte.

—Es una buena señal—le recuerdo; la alarma en mi celular suena avisándome que la cena esta lista—Voy a sacar la cena del horno, mis padres no tardaran en llegar—le recuerdo.

 

Isis Pov

Con el embarazo se me complica un poco descansar bien o como antes lo hacía; me siento sobre la cama con cuidado de no despertar a Max, la espalda me está matando y siento que mis pies son del tamaño del de un elefante.

Me acomodo mejor sobre la cama y siento como los bebes se mueven nuevamente, paso mi mano sobre mi vientre tratando de calmarlos, pero todo es inútil. —Tranquilos pequeños, llevan todo el día sin parar; ¿No están cansados? —les hablo y parece surtir un poco el efecto, me levanto para ir al baño y refrescarme un poco. A pesar de que el otoño está en todo su apogeo, siento como si estuviera bajo el rayo del sol en el desierto del Sahara.

Abro la llave del lavabo y me refresco un poco, antes de que pueda volver a refrescarme un calambre recorre mi columna y siento una punzada en mi vientre; respiro hondo un par de veces como nos enseñaron en las clases de preparación del parto y el dolor seso al igual que el calambre en mi espalda.

Comienzo a caminar a paso lento, pero antes de salir del baño, otro dolor me atraviesa, pero aún más fuerte; siento como si me hubiera orinado, pero al ver que el líquido es de un color amarillo más bajo que el de la orina, casi transparente comprendo que se trata del líquido amniótico.

Doy otras respiraciones más profundas y vuelvo a retomar el camino hacia la cama.

—Max...— comienzo a llamarlo, pero solo se remueve un poco sin despertar aun—Maximiliano—lo vuelvo a llamar y sigue sin despertar—¡Maximiliano, con un carajo, a ver a que horas vas a despertar! —le grito y ahora si surte efecto, un poco adormilado se levanta y camina hasta donde me encuentro para tomarme del brazo y me ayuda a sentarme sobre la cama—Creo que los bebes ya vienen—le digo señalando mi bata de dormir mojada, él reacciona de inmediato y corre al baño para comprobarlo.

—El trabajo de parto acaba de empezar— responde para después ver la hora en su reloj—¿Has tenido otra contracción? —pregunta mientras saca ropa de mis cajones.

—Justo hora—respondo sintiendo nuevamente el dolor.

—¿Hace cuanto fue la primera? —pregunta entrando en su faceta de médico, si no fuera por él y porque mi madre, mi abuela, mi suegra y porque vi la experiencia de Lizzie y Tessa al ser mamás. Estaría presa del pánico; como si mis hijos fueran a salir en cualquier momento; cuando al ser primeriza, tardare incluso horas.

—Mas o menos 7 minutos creo—le cuento mientras el me ayuda a vestirme.

—Está bien, iré llamando al obstetra cuando estemos de camino—me dice, mientras termina de ayudarme a colocar la ropa. Toma la maleta donde la ropa de los bebes y la mía se encuentra para comenzar a bajar las escaleras del primer piso.

 

***

Por suerte y por ser de madrugada, el tráfico es muy poco; no sé qué hubiéramos hecho si el parto se me presenta en plena hora pico.

 

—Préstame tu teléfono—le pido a Max—Les empezare a avisar a nuestros padres y a los padrinos de los bebes—le explico y el al instante lo hace. Elegimos a Tessa y Matt para ser padrinos de un bebe y a Mike y Esther para el otro; solo espero que mis dos amigos triunfadores en el mundo del teatro no me contesten el teléfono por estar de fiesta, sobre todo Mike, es probable que Esther esta dormida en el departamento de Frederick.

Después de mandar los mensajes correspondientes y por recibir después inmediata por parte de mis padres, suegros y abuelos. Le paso el teléfono a mi marido.

Llegamos al hospital y un enfermero ya espera por nosotros en la entrada junto con una silla de ruedas para mí; le agradezco ya que, con las contracciones y el peso, camino aún más lento que de costumbre.

—Veamos como esta tu dilatación—dice el obstetra del hospital. —Max, ayuda a que se suba a la camilla y retira su pantalón y ropa interior—le pide a mi esposo; el cual lo hace de inmediato.

—Se adelantaron dos semanas, ¿crees que allá una complicación con eso? —le pregunta Max a su compañero.



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En el texto hay: hospital, amor, doctor

Editado: 30.11.2021

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