Last Year

Lápices indefensos

CAMILE

Extrañaba mi casa, aunque no exactamente mi casa sino a mi nana… yup, tengo 17 años y aún tengo nana, ella ha cuidado de mí desde que tengo memoria ¿Por qué? Porque solo éramos papá y yo, mi madre se había divorciado de papá por culpa de problemas en el matrimonio y otras mil excusas que tienen los adultos para separase, aunque estoy mejor solo con papá, mi madre es una mujer un poco frívola y superficial, la quiero, aunque ella siempre tiene algún plan mejor que pasar tiempo conmigo y cuando estaba en casa era una tortura. Papá al contrario es el mejor del mundo, aunque con demasiado trabajo siempre; ni si quiera me pregunto como dos personas como ellos terminaron casados porque lo sé perfectamente, “matrimonio arreglado”, dos personas incompatibles pero con familias con intereses empresariales mutuos. Soy hija de un trato beneficioso para el abuelo, que lindo.

Entonces por eso tengo nana, pues mientras mamá estaba ocupada con citas con amigas, salidas al spa y esas cosas irrelevantes, mi nana cuidaba de mí y lo sigue haciendo cuando estoy en casa, ella y mi padre me tienen algo mimada… bastante mimada en realidad.

Ahora la nena hija un contrato está sentada y aburrida en una fría carpeta de un internado, apenas tengo una semana aquí y ya quiero irme… es la misma rutina de todos los años con la diferencia de que ahora me aburro mucho a causa del extraño chico que se sienta a mi lado, solo se presentó  conmigo de forma extraña el primer día y después apenas y me habla, es bastante sociable así que apenas suenan las campanas se pone de pie como un resorte y de inmediato está conversando con alguien… obviamente yo no y por eso me siento aburrida. 

Juliet habla conmigo pero en clase no, ella en clase presta atención siempre; también me hice amiga de Dominic, es encantador pero no me presta tanta atención porque parece tener un interés especial por alguien que yo conozco, estoy esperando a que ella se dé cuenta y mientras anoto los día en que no lo hace en mi libreta. Juliet es la única del grupo que está contenta con su compañero y los demás están apagando mi alegría al no prestarme atención, necesito conversar y Annette no está a mi lado ahora, tampoco Robert que me hacía conversación pero ahora está en otra aula. 

Es miércoles de la segunda semana, recuesto mi cabeza en la mesa y busco con la mirada a Matheo, lo encuentro conversando con Peter, el pelirrojo divertido, uno de los nuevos, Matheo no dejaba de reírse de lo que sea que le esté diciendo ese chico y luego de estar un rato riendo como foca retrasada, se dignó a sentarse a mi lado... 

Yo estaba a la izquierda, me senté bien nuevamente y empecé a ordenar mi espacio, colocando mi lapicera de color celeste a un lado. La tengo repleta de marcadores, plumas y lápices listos y preparados para ser rotos si me llego a alterar en algún momento, esa es una manía rara que tengo, si me molesto o algo, rompo lápices indefensos o lanzo cosas, dice mi padre que es extraño, pero vamos, mucha gente come helado si se siente triste, yo rompo lápices si me enfado, todo normal.

El entrenador entra rápidamente al salón a avisarnos que la clase de deportes será mañana a primera hora, una buena noticia al fin…

-Amo la clase de deportes, por fin algo bueno- y es que en realidad me encanta.

-¿Te gusta la clase de deportes?-Matheo se gira para mirarme y levanta una ceja con algo de incredulidad

-Si, ¿algún problema con eso?

-Bueno, sin intención de ofenderte, pero...- se cruza de brazos y me examina con la mirada- con ese tamañito que tienes no podrías ni encestar una canasta en básquet, o te arrastrarían por la cancha de futbol americano- y con aire de superioridad concluye- yo soy el mejor en clase de deportes pequeñita.

¿Pero qué se ha creído este grandulón sin cerebro?... sin intención de ofenderme dijo, pero si ha soltado un montón de tonterías. Soy pequeña I know that, mido 1.56, la estatura no fue generosa conmigo, pero eso me hace más ágil y buena para los deportes.

-Mi estatura no tiene nada que ver con eso, puedo ganarte con facilidad en Basquet, socker o incluso corriendo- le respondo molesta, para que sepas gigantón, a mi no me da miedo nada.

-Ni en tus más grandes sueños pequeña- tiene una sonrisa burlona en la cara, idiota.

-Lo único pequeño aquí es tu cerebro ¿lo sabias? - estaba empezando a enfadarme, estaba mejor cuando no me hablaba.

-Te dije que era sin intención de ofenderte

-Pero ofendes idiota- replique ahora si enfadada

-¿Idiota? Creo que esa palabra no debería salir de la boca de una señorita- voy a responderle, pero se coloca los auriculares y cierra los ojos... bien Quiero matarlo, lenta y dolorosamente, ¿pero qué se cree?

Me cae mal desde ya, es un tarado, altanero y odioso. Miro la lapicera que está justo delante de mí y examino a mi víctima, un pobre lápiz, lo tomo e imaginándome que es el grandulón imbécil lo rompo en dos, es un imbécil, tomo otro lápiz y también lo rompo es un maldito arrogante; rompí otro, me guastaría lanzarlo desde la terraza; rompí otro, algún día le callare la estúpida boca; rompí otro más, y si no quiere cerrar el pico se lo coseré; otro lápiz más,  cuando estoy a punto de romper al siguiente una bola de papel azul cae sobre mi hombro y luego termina en el piso, la levanto y la leo.

"¿Pasa algo Camile?, ¿por qué rompes tanto lápiz?"-JOHANN

Tomo una de las notas que tengo para responderle.

- ¿Qué pasó pequeñita? ¿Ya terminaste tu show con los lápices y ahora también vas a arrugar papelitos? - Dice el grandulón tarado con los ojos cerrados y quitándose los audífonos.

-Cierra en pico o te romperé la cara- trato de ser amenazante pero solo logro que una sonrisa se forme en su rostro.

-¡Tu!- se ríe- ¿me vas a romper la cara? ¿Con tus manitos de muñequita?




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