Not in that way - Sam Smith
Obsesión
[6]
NATALIE
El molesto sonido de mi teléfono celular me saca de mi sueño —el cual tarde mucho en conciliar—. Con mucha pereza remolineo en la cama unos minutos más hasta que por fin tengo la fuerza suficiente para pararme y tomar mi teléfono.
''Estas hermosa'' —Es el mensaje de Will—
Ruedo los ojos. De verdad que ya no sé qué hacer o que decirle a Will para que me deje en paz. Cuando empezamos a trabajar juntos se acercó muy amigable y eso pensé que era, creí solamente quería mi amistad.
Pero no fue así, desde que Jeffrey murió literalmente esta encima de mí para que tenga una cita con él y aunque me he cansado de rechazarlo de todas las maneras posibles,sigue ahí. Últimamente ya ni siquiera me esfuerzo en decirle nada. Me da más pena a mi rechazarlo.
Decido que contestare su mensaje de la manera más amable pero cortante posible.
"Dr Halstead le voy a pedir por favor que deje de molestarme con estos mensajes. Déjeme en paz". —Presiono enviar—
Mejor voy a desayunar para que se me pase el disgusto. Me dirijo a la cocina y enciendo el estéreo, porque yo sin música no puedo hacer nada. Luego voy hacia el refrigerador y decido que preparare unos waffles. Pongo un poco de harina, huevos, leche, siguiendo la receta moviéndome al ritmo de ''Wake me Up''
Una hora después por fin puedo comer, les puse un poco de chocolate encima y saben cómo si un pedazo de cielo hubiera entrado a mi boca.
He pensado en la situación con Will, realmente pienso que su amor por mí se está convirtiendo en una obsesión. Hoy en el trabajo tratare de conversar con él para poner punto final a esta situación tan incomoda.
Hablando de trabajo yo ya debería haberme ido, pero como siempre se me va el tiempo pensando en tonterías.
Voy rápido a mi habitación y me pongo encima lo primero que encuentro. Llamo a un taxi y después de que nos quedáramos media hora atrapados en el tráfico y algunas maldiciones por parte del conductor, conseguimos llegar. Se detiene enfrente del edificio del hospital.
Luego de pagarle, cruzo las puertas y voy hacia los casilleros para dejar mis cosas, acto seguido a los vestidores para ponerme mi bata.
Estoy unos minutos charlando con Maggie y Apriil cuando de pronto la alarma suena y los paramédicos vienen entrando con otro paciente.
Al acercarme me sorprendo mucho al ver a Leonel uno de mis pacientes recurrentes. Luego me percato de que Ernesto está detrás de mí.
—Hola Leo —sonrió—— ¿Cómo estas hoy pequeño?
—No muy bien —hace una mueca— me duele mucho mi estómago, así que mi papa me trajo.
—Muy bien pequeño vamos a darte algo para que te sientas mejor.
Llévalo a Trauma 1 ahora voy para allá —le hablo a Ernesto— tengo que ir por unos papeles.
Me da un asentimiento de cabeza y se pierde por el pasillo.
He tratado a Leonel desde el inicio de su enfermedad, tiene la enfermedad de Crohn, lo que le causa dolores de estómago muy fuertes e incomodidad. Es un muchacho muy dulce. Tiene 15 años, es de Colombia, pero vive aquí desde hace unos años. Con el no tengo ningún problema, mi verdadero dolor de cabeza es su padre; el señor González siempre está tratando de incomodarme, no acepta el diagnostico, ni las recomendaciones y siempre me presiona para que le dé la medicación y le dé el alta rápido.
Voy hacia el cuarto y Leo ya está acostado en una cama, Ernesto está a su lado. Cuando me ve entrar sonríe.
—Por favor denle un miligramo de morfina por vía intravenosa —pido a una de las enfermeras—
—Con eso te sentirás mejor —le dice Ernesto, me parece que en español—
—¿Habla español doctor? —Pregunta Leonel—
Si —responde Ernesto, sonriendo—
¡Vaya! ¿y habla otros idiomas además del español? —pregunta—
Si 5 más —hace el número 5 con los dedos— el italiano es mi lengua natal, francés, inglés, portugués y ruso.
Eso sí que me ha sorprendido. No cabe duda que Ernesto es una caja de sorpresas.
Después de verificar que todo está en orden me dispongo a salir, pero el señor González que viene entrando a la habitación me detiene.
—Doctores —Habla refiriéndose a Ernesto y a mí— ¿puedo hablar con ustedes un segundo?
Ambos asentimos y lo seguimos hasta afuera del cuarto.
—¿Mi hijo ya está bien? ¿Ya se puede ir? Porque solo le dan la medicación y lo dejan ir todas las veces que venimos —habla, dirigiéndome una mirada desdeñosa—
—Sr González —respondo— como le explique desde el primer día que a Leonel se le diagnostico esta enfermedad no tiene cura, el único tratamiento es que su hijo mantenga una dieta saludable además de analgésicos para controlar el dolor.
Claro —suelta una risa sarcástica— ustedes los médicos todo lo arreglan con un simple analgésico. Es una incompetente, no sabe hacer nada bien.
—Sr González —Ernesto interviene— Le pido un poco de respeto, la doctora Manning ya le explico las vías de tratamiento posibles para su hijo y si no le agradan está en todo su derecho de llevárselo de este hospital
Eso hare —sentencia— y vuelve a entrar a la habitación dando tumbos
Después del disgusto que pase con el padre de Leonel —que por cierto si se lo llevo del hospital— por fin tengo algo de tiempo libre para almorzar. Me dirijo a paso firme a la cafetería y después de hacer mi pedido busco una mesa libre.
Luego de que termino de comer, veo a Will, solo, sentado en una de las mesas más apartadas y creo que es una buena oportunidad para hablar con él y terminar con esto de una vez por todas.
Me acerco, hasta quedar frente a él.
—¿Puedo sentarme un momento Will? —pregunto con tono de voz neutral—