Latidos de amor

[Once]

Un beso-Aventura

Dolce bacio 
[11]

ETHAN

El reloj marca las tres de la tarde en punto, es un sábado típico en la ciudad de Chicago, gracias a Dios hoy el cielo está un poco más despejado y no tiene esa tonalidad grisácea que es común todos los días.

Me estoy preparando para almorzar con mi familia solo mis hermanas, mi mamá, mi papá y yo, estoy un poco nervioso porque es la primera vez en mucho tiempo que hacemos esto, debo decir que no iba a ir, pero gracias a la insistencia de mi hermana termine aceptando.

Me vestí con algo informal, un pantalón vaquero negro y una camiseta de la misma tonalidad junto con unos zapatos color café oscuro.

Nos citamos en el restaurante a las seis de la tarde, pero apenas son las 5:15, para matar el tiempo me pongo a leer uno de mis libros favoritos "El cuervo" de Edgar Allan Poe, estoy tan absorto en la lectura que cuando miro el reloj las manecillas marcan las 5:45.

A la velocidad de un rayo tomó mi celular, cartera y llaves y voy hacia el auto, lo enciendo y emprendo el camino.

He llegado con diez minutos de retraso, bajó del carro y voy hacia la gran puerta de cristal, la abro y entro al restaurante.

Es pequeño pero elegante, de los techos cuelgan ventiladores grandes con aspas de madera, las sillas y las mesas son del mismo material.

Busco con la mirada a mi familia hasta que la divisó en una de las mesas del fondo.

—Hola hermanito —dice Verónica— ¿cómo has estado?

—Muy bien —respondo— el tráfico estaba insoportable por eso tardé tanto en llegar.

—Lo importante es que ya estás aquí hijo  
—responde Martha, mi madre— qué alegría me da verte Ethan, me da un beso en la mejilla.

—Lo mismo digo mamá —musito—

Tomo asiento al lado de mi hermana Lucia y empezamos a conversar amenamente, como hacía tiempo no hacíamos, luego el camarero nos toma la orden y reanudamos la conversación.

En un momento dado, me levanto de la mesa y voy hacia el baño, antes de llegar volteo hacia la izquierda y la veo, ahí está Mariagrazia hablando animadamente con un chico de gafas rojas (por lo que me dijo, supongo que es su hermano).

De pronto cuando quiero moverme no logro hacerlo, mi cuerpo está paralizado y comienzo a transpirar, no puedo mover ni un solo músculo y comienza a faltarme el aire, en un momento nuestros ojos se conectan y ella me sonríe.

Después de un momento mis piernas por fin le hacen caso a mi cerebro y puedo caminar para irme de ahí.

Voy hacia una puerta que tiene un letrero que dice "bodega del conserje" entro ahí y cierro la puerta.

No sé qué me pasa, me siento como si estuviera atrapado, trato de respirar, pero mis pulmones no se llenan de aire y siento que me estoy ahogando, empiezo a sudar y mi vista se nubla.

De pronto empiezo a escuchar unos pasos y en cuestión de segundos la puerta se abre de golpe y ahí está ella viéndome preocupada y trata de acercarse a mí.

—Aléjate —grito— pero ella es más rápida y me agarra por la espalda como si me estuviera abrazando con mucha fuerza.

—Tranquilo, solo es un ataque de pánico, no hay nadie aquí, un poco de presión calmara tu sistema nervioso.

Trató de luchar para liberarme, pero ella me aprieta más fuerte y por fin me rindo.

Poco a poco, noto como los latidos de mi corazón se normalizan y me dejo caer de rodillas al suelo.

Mariagrazia cae junto conmigo, nos miramos a los ojos, todavía respiro un poco agitado por el esfuerzo, estamos tan cerca que puedo sentir su aliento mezclándose junto al mío cuando de pronto y sin saber cómo empiezo a sentir una especie de corriente eléctrica.

Antes de que tenga tiempo para pensar su boca está sobre la mía, al principio me tomó por sorpresa, pero un segundo después la sujetó  por la nuca, enterrando mis dedos en su cabello, acercándola a mí, comienza siendo un simple roce, pero un momento después se transforma en un beso hambriento, necesitado, muerdo su labio inferior lo que hace que ella abra su boca y yo aprovecho para introducir mi lengua, y entre las dos se enrollan en una densa espiral, están jugando una batalla en la que ninguno de los dos está dispuesto a perder, nuestros dientes chocan. Obligó a mi cerebro a detenerse porque sé que si continuamos no seré capaz de parar, Despegamos nuestros labios para poder respirar, nos miramos a los ojos y sonreímos, yo por mi parte sonrió al ver sus labios rojos e hinchados y me complace ser yo el que lo haya causado. Aunque supongo que los míos estarán igual.

—Ethan ¿qué te pasa porque te dio el ataque de pánico?

Su rostro pasa de la sonrisa a quedarse sin expresión en un parpadeo, pasan unos segundos hasta que suspira y comienza a hablar

—Mi familia me saca de mis casillas, solo hablan de Jade, de su muerte y de lo que hubiera pasado si aún estuviera viva, y ya sabes que aún me siento culpable por ese tema y no sé cómo lidiar con eso.

—Al empezar no será fácil, pero tienes que afrontarlo para poder superarlo. Pero ¿qué te causa los ataques de pánico?

—Ni siquiera yo lo sé,simplemente hay un momento en el que mi cuerpo no responde, me quedo como piedra, como si estuviera paralizado, quiero gritar, pero no puedo, no me sale la voz, me falta el aire, se me nubla la vista. Es como parálisis del sueño, pero a mí me pasa cuando estoy despierto, es la única manera en que puedo explicarlo.

—En cierto modo lo entiendo,yo también sufrí de estrés postraumático , no tenía los ataques como tú, pero yo no dormía en la noche y tenía pesadillas, pero con ayuda puede superarlo.

—¿Qué te causó el estrés postraumático?

—Verás —relato— mi tropa y yo estábamos en Afganistán y a uno de nuestros soldados lo hirieron con un cuchillo muy cerca del cuello, al parecer le dieron en la yugular, empezó a desangrarse, trate de ayudarlo, pero era tarde, murió, yo lo vi morir y escuche sus últimas palabras.



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En el texto hay: musica, amor, romanc

Editado: 12.07.2020

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