Latidos de amor

[Diecinueve]

Hallelujah- Lindsay Starling

Música del corazón 
[19]

NATALIE

Hoy es mi día libre gracias a que pude adelantar algo de papeleo que tenía pendientes, así como algunas de las cirugías de mis pacientes, además quería hacerlo por una razón específica : No he pasado tanto tiempo con Owen como me gustaría hacerlo por todo el exceso de trabajo que he tenido últimamente y es que hay que decirlo, desde que ampliaron el Chicago Med hace unos meses todo el caos y los pacientes se han multiplicado.

Sé que trabajar no me supone ningún problema, pero detestaría hacerlo en exceso, no quiero llegar a ser de esas madres que se vuelven adictas al trabajo y debido a eso se olvidan completamente de sus hijos, quiero disfrutar a Owen ahora que aún es pequeño y puedo hacerlo con libertad, porque si algo es una ley de vida es «Mientras más crecen tus hijos, menos abrazos y demostraciones de afecto quieren»

Es por ese motivo que ahora mismo me encuentro recostada en el suelo sobre una colchoneta jugando con Owen a una guerra de cosquillas.

Se retuerce entre mis brazos y no para de reír, al escucharlo no puedo evitar sonreír yo también. Su risa es mi mejor medicina, es lo que me alegra en mis momentos más sombríos.

En un momento él logra zafarse de mi agarre y sale disparado escaleras arriba, le grito algo que él no alcanza a escuchar porque ya está en el piso de arriba.

El sonido de un mensaje entrante me distrae momentáneamente.

¿Disfrutando tu día libre Nat ;)?

Ernesto

Su mensaje me hace sonreír. Luego de nuestra cita los mensajes de texto y las llamadas se han vuelto más constantes, especialmente por las noches, podemos pasar horas hablando desde los temas más triviales hasta los más complejos.

Estoy tratando, pero teniendo a mi pequeño torbellino conmigo apenas si tengo tiempo de sentarme ¿Qué tal usted Dr. Ginoble? 😉

Tratando de descansar un poco, aquí en el hospital está demasiado calmado

PD: No sé si alegrarme o asustarme 😛

La última parte me hace soltar una pequeña carcajada, en eso tiene razón, siempre que las cosas están muy calmadas en Urgencias los médicos decimos que es porque se avecina un caos. 

Pero, mejor dejo de distraerme, debo ir a ver que Owen no haya destruido su habitación.

Subo las escaleras y toco a su puerta, me permite entrar y así lo hago.

—¿Qué estás haciendo amor? —Pregunto mientras me siento a su lado en la cama.

—Coloreando mami —Responde con una gran sonrisa— al mismo tiempo que me muestra sus manos llenas de lápices de colores.

Lo dejo sobre mi regazo y le doy un beso en su mejilla regordeta.

—¿Qué te parece si vamos a tomar un helado cariño?

Al instante de terminar de pronunciar esas palabras puedo ver como sus ojitos se iluminan.

—¡Si!! ¡Si!! ¡Si! —Lanza un gritito, mientras corre por todo el cuarto.

—Iré por mi bolso, recoge todo lo que desordenaste por favor, en un momento regreso.

Salgo de la habitación, dejándolo solo y camino el par de pasos restantes hacia la mía ya que mi bolso se quedó sobre mi cama.

Lo tomo y apago las luces, pero en el momento que estoy por salir un mensaje entrante en mi celular me hace detenerme.

Natalie, necesito un favor ¿puedo llamarte?

Mariagrazia

Si claro, ¿Estas bien?

No alcanzo a hacer nada más porque mi teléfono comienza a sonar. Descuelgo la llamada.

¿Hola? —respondo—

Natalie, necesito un favor, ¿tu tocas el violín cierto?

Sí, pero hace años que no lo hago ¿Por qué?

Te lo explicare —la oigo suspirar a través de la línea— tengo un paciente, su nombre es Alexander, es músico en un conservatorio, llego hoy al hospital víctima de una explosión de una bomba casera, lo cual hizo que su tímpano se rompiera. Y ahora ya no podrá escuchar de su oído derecho, está muy deprimido, dice que nunca volverá a tocar en su vida, así que pensé que tal vez si tocaban juntos, él podría volver a sentir ese amor por la música y volver a tocar. Por favor, eres mi último recurso.

Iba a llevar a Owen a tomar un helado, ahora tu tendrás que explicarle porque no lo hará. —sonrió— Dame media hora y estoy ahí.

— ¡Gracias Nat! Eres la mejor. Te debo un muy grande.

Cuelgo la llamada, doy un último respiro para llenar mis pulmones de aire y vuelvo mis pasos hacia mi habitación.

Entro y cierro la puerta, doy unos pasos hasta situarme en el espejo, observo mi imagen. Mis ojos están repletos de lágrimas no derramadas, jamás pensé que iba a tener la oportunidad de hacerlo otra vez, es un recuerdo doloroso, pero a su vez es una pare de mi vida que me dio mucha felicidad en mis primeros años.

Tenía siete años cuando sostuve un violín por primera vez en mis manos, fue un regalo de mi abuelo, desde el primer momento en que lo hice no pude soltarlo.

Practicaba día y noche, en una ocasión mi madre trato de esconderlo de mi ya que a veces no dormía por estar tocando. Sonrió ante ese recuerdo.

Seguí perfeccionando mi técnica hasta que una vez,tenía quince años y cursaba la preparatoria mi mejor amigo Blake grabo un video de mi tocando la canción "Hallelujah" sin que yo me diera cuenta.

Lo publico en internet y se volvió viral, tanto que un conservatorio llegó a ofrecerme una beca, yo estaba feliz, extasiada. Se lo agradecí una y mil veces.

Todo marchaba de maravilla hasta que un día, un domingo para ser exactos recibí una llamada de la madre de Blake donde me decía que el se había quitado la vida.

Desafortunadamente Blake sufría de bipolaridad además de una depresión severa y aunque tomaba medicación para controlarlo, un año antes de su muerte comenzó a decirme que no se sentía bien, que nada en su vida marchaba bien yo siempre lo apoyé y traté de estar ahí para el, pero al parecer eso no fue suficiente para evitar que hiciera lo que hizo.



#30000 en Novela romántica
#4994 en Chick lit

En el texto hay: musica, amor, romanc

Editado: 12.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.