Latidos de amor

[Veintitrés]

Sex on fire- Kings of Leon

Entrega
[23]

ERNESTO

Las palabras de Natalie me hacen quedarme en silencio por unos segundos asimilando lo que acaba de decirme. Me acerco, hasta quedar solo a unos centímetros de distancia.  Incluso puedo percatarme del aumento de su respiración.

Coloco dos de mis dedos por debajo de su mentón para alzar su rostro, al sentirlo Natalie abre los ojos, los cuales había mantenido cerrados después de su declaración. Dejo un beso húmedo sobre su mejilla, para luego llegar hasta sus labios. Trato de hacerlo suave, con solo algunos roces, pero Natalie no tiene la misma idea ya que en un segundo ataca mis labios con fiereza. En su beso hay una tónica de necesidad que no había sentido nunca. Me quedo estático un momento, pero no tardo en devolverle el gesto con la misma pasión con que ella lo hace.

Pasea su lengua entre mis labios, obligándome a abrir la boca. Cuando nuestras lenguas se encuentran Nat suelta un gemido alto, lo que provoca que mi piel se erice y un escalofrió me atraviese hasta llegar a mi pene el cual palpita con necesidad. Ella entrelaza sus brazos en mi cuello acercándonos más. Afianzo mi agarre en su cintura y cuelo mi mano dentro de su blusa comenzando a acariciar su espalda, al tiempo que bajo mis labios hasta su cuello besándolo casi con desesperación. Dejo un camino ensalivado alternando con pequeñas mordidas. Continúo bajando hasta sus clavículas donde repito el proceso anterior lo que provoca que sus gemidos aumenten de tono.

—Ahí, ahí, bésame ahí ─rogó desesperada─

Sonrió al escucharla, me separo un poco para observarla. Tiene los ojos cerrados. La expresión de su rostro me hace suspirar. Sus labios ahora hinchados y enrojecidos están entreabiertos y deja escapar pequeñas bocanadas de aire, por nuestro apasionado beso de hace un momento.

─ ¿Estas segura Natalie? ─pregunto, tratando de recuperar el aliento.

─ Por favor, lo necesito, te necesito a ti Ernesto ─responde sin titubear.

Me alejo unos metros para cerrar la puerta con seguro, luego vuelvo hacia ella con paso firme.

Esta vez soy yo el que toma sus labios con vehemencia, sin tregua logrando que vuelva a gemir  en mi boca.

Agarro el dobladillo de su blusa y comienzo a subirla. Natalie me ayuda alzando los brazos y por fin puedo quitársela y observarla a gusto.

─Eres hermosa Natalie Manning.

Con las yemas de mis dedos recorro cada una de sus curvas, mis manos se amoldan perfectamente, como si conocieran ya el camino. Desabrocho su sostén y amaso sus pechos, pasando la punta de mis dedos sobre sus pezones haciendo que se yergan y que Natalie me regale más de sus sus eroticos sonidos.

Tomo uno de ellos en mi boca y comienzo a pasar mi lengua por él. Su espalda se arquea,  su cabeza cae hacia atrás. En un solo movimiento saco su pantalón junto con su ropa interior, acaricio sus muslos, sintiendo como se tensa al acercarme cada vez más a su centro.

Hundo dos de mis dedos dentro de ella y comienzo a moverlos frenéticamente, resbalan gracias a su humedad. Con mi pulgar le acaricio el clítoris, aumentando el ritmo hasta que siento como sus paredes se contraen en torno a mis dedos. Los retiro, ocasionando que ella bufe desesperada

─Párate y sostente fuerte de la camilla─

Natalie acata mi petición al instante.

Bajo mis pantalones y mi bóxer hasta los tobillos, tomo un condón de mi billetera y me lo coloco con rapidez.

─ Nat, voy a cogerte duro─ aviso antes de hundirme por fin dentro de ella.

Su espalda se arquea nuevamente al sentirme dentro. Sus paredes se contraen a mi alrededor y gime otra vez. Muevo mis caderas a un ritmo vertiginoso y la tomo por la cintura para atraerla hacia mi haciendo aún más profunda nuestra unión.

Movemos las caderas en sincronía, el sudor empieza a recorrerme la espalda aumentando mi temperatura corporal.

─Mas─ pide en un tono apenas audible, embisto con violencia al tiempo que mi pulgar acaricia su clítoris. Susurra mi nombre una y otra vez haciéndome perder el sentido. Lanza un último grito antes de dejarse arrastrar por el clímax que nos llega al mismo tiempo. Siento como sus fluidos se escurren entre los dos.

Salgo de su interior y apoyo mi cuerpo sobre su espalda tratando de recuperar el aliento.

Minutos después la alzo en peso, recostándola sobre la camilla y me acurruco junto a ella. Acaricio su rostro con las puntas de mis dedos, su cabeza queda recostada en mi hombro y permanecemos en silencio.

Solo soy capaz de percibir su respiración cerca de mí, la cual se vuelve cada vez más lenta hasta hacerse casi imperceptible. Ya se ha quedado dormida.

La observo por un rato más, hasta que mis parpados comienzan a cerrarse y me dejo vencer por el sueño, manteniendo a Nat apretada contra mi pecho.

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Un insistente sonido taladra mis oídos, forzándome a abrir mis ojos, pestañeo un par de veces para lograr acostumbrarme a la claridad que entra por la persiana. Observo a mi alrededor y los recuerdos de la noche anterior aparecen inmediatamente, robándome una sonrisa. Enciendo la pantalla de teléfono y veo la hora 7:05 am.

¡

Bajo la mirada y observo a Natalie aun sobre mi pecho, nuestras piernas están entrelazadas y su cabeza reposa cerca de mi corazón, con su melena castaña desparramada. El sonido por el cual desperté vuelve a hacer acto de presencia. Doy un rápido vistazo a la habitación, intentando identificar de donde proviene.

¡Bingo!

El celular de mi chica se encuentra en el suelo y repica sin cesar.

─Nat, cariño, despierta, alguien te llama

La sacudo suavemente, con cuidado de no hacerla caer, hasta que por fin abre los ojos y clava su mirada en mí.

─ ¿Qué pasa Ernesto? ¿Por qué me despiertas?  Me mira, con el ceño fruncido



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En el texto hay: musica, amor, romanc

Editado: 12.07.2020

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