Constantemente Mía- Il Volo
Tú eres mi sueño
[Epilogo]
Narrador omnisciente
La villa se llenó de risas gracias a la multitud de niños que se hallaba correteando por los jardines.
Mientras los adultos los observaban a la distancia disfrutaban de una copa de vino y los rayos solares que calentaban el ambiente. Natalie y Ernesto le gritaron a su pequeña Gabriella para que se acercara.
La chiquilla llego corriendo hasta los brazos de su padre quien la alzo y le dio un par de vueltas en el aire consiguiendo las carcajadas de la pequeña.
─Piccola ve con tu tío Gianluca, me dijo que te tiene una sorpresa.
Solo esas palabras bastaron para que Gabriella corriera sin mirar atrás.
Ernesto observo a su hija con una sonrisa en el rostro. La pequeña tenía ya cinco años, con su cabello castaño de su madre y los ojos ambarinos heredados de él era la combinación perfecta entre ambos, además con su chispa y energía hacían que todos los días con ella fueran una total sorpresa.
Desde el momento en que nació Owen se había comportado a la altura de cualquier hermano mayor, ayudaba a cuidarla, además de jugar con ella cada vez que tenía oportunidad. A sus once años se había convertido en un jovencito muy apuesto, casi a punto de entrar en la temida adolescencia.
Miro hacia la izquierda, por donde venían entrando Mariagrazia e Ethan con sus dos hijos Giana y Fernando. Al observarla sonrió. Amaba a esos niños y se sentía muy feliz al saber que alguien a quien consideraba como su hermana por fin después de tanto había logrado la felicidad.
Nina y Connor, aunque no se habían casado, habían procreado un hermoso niño y hace un año vivían juntos, la misma situación vivían Arizona y Carina quienes sorprendiendo a todos se habían confesado su amor y también compartían vivienda.
Poco después Natalie había decidido volver a una de sus mas grandes pasiones: El violín, una de las cosas que más satisfacciones le había regalado en su juventud. Amaba tener la posibilidad de crear nuevas y dulces melodías para poder deleitar a todo el que pudiera con su talento. Disfrutaba demasiado las tardes encerrada en el estudio que había acondicionado creando bellas sinfonías.
Ernesto había ayudado a Arizona a salir del ambiente toxico en el que se encontraba envuelto con su padre, la rubia a pesar de que había tratado de mejorar la situación, se dio por vencida al notar que su padre no tenía ninguna intención de cambiar las cosas. Decidió que por su salud emocional lo mejor era alejarse.
Natalie le hizo una seña a su marido, quien inmediatamente llego a su encuentro.
Se alejaron un poco del bullicio para conseguir algo de privacidad.
─Me siento tan feliz de ver como ha terminado todo cariño ─Natalie hablo─ creo que esto era lo que siempre merecimos después de todos los obstáculos que nos ha tocado sortear.
─No podría estar más de acuerdo contigo cariño y no podría haberle pedido al destino mejor compañera de vida que tú, me complementas, me haces ser mejor persona, me das felicidad. Me regalaste a dos hermosos hijos. Te amo te amare hasta el último momento de mi vida. Cada uno de mis latidos son tuyos, tienen escrito tu nombre.
Natalie al escuchar las palabras de su esposo no pudo evitar emocionarse hasta las lágrimas y no pudo hacer otra cosa más que juntar sus labios en un beso que expresaba todos sus sentimientos sin necesidad de utilizar las palabras.
Lanzo un suspiro y ahí en brazos del amor de su vida, observando el horizonte, le pedía a la vida que le regalara más días llenos de felicidad junto a toda su familia.