La mañana siguiente a mi llegada a la ciudad, me desperté temprano, como si la incertidumbre me impulsara a salir de la cama. El aire fresco de la ciudad me daba una extraña sensación de libertad, pero al mismo tiempo, no podía evitar sentir que estaba dando pasos en la oscuridad.
No conocía a nadie, no sabía cómo era realmente ese lugar ni qué depararía el futuro. Pero lo que sí sabía era que tenía que hacer que todo funcionara. Ya no había vuelta atrás.
Después de un café rápido en el pequeño restaurante del hotel, tomé mi mochila y decidí salir a explorar un poco más antes de comenzar a buscar trabajo. Las calles de la ciudad eran tranquilas, con tiendas pequeñas y cafés por todas partes. No era tan grande como la ciudad de donde venía, pero eso me agradaba. Allí, podía pasar desapercibida si lo quería.
Era exactamente lo que necesitaba.
Mientras caminaba, pasé por una oficina de construcción con un cartel que decía "Se busca secretaria". Mi primer pensamiento fue seguir caminando, como si el destino me estuviera empujando a huir de la idea de buscar un empleo, pero algo me detuvo. No tenía nada que perder. Estaba en una ciudad nueva, en un lugar donde nadie me conocía, y quizás, solo quizás, esa era mi oportunidad de empezar algo diferente.
Entré en la oficina, que tenía un aire moderno pero acogedor, con paredes de ladrillo expuesto y un gran ventanal que dejaba entrar mucha luz. Me acerqué al escritorio y una mujer con el cabello castaño claro y una sonrisa cálida me saludó de inmediato.
—Hola, ¿en qué puedo ayudarte? —Su voz era suave, y la expresion en su rostro transmitia mucha tranquilidad, lo que me dio una sensación de calma en medio de la tormenta de pensamientos que llevaba en mi cabeza.
—Hola, —respondí, un poco nerviosa. —Vi el cartel afuera. Buscan secretaria, ¿es cierto? —La mujer sonrió y asintió.
—Sí, estamos buscando a alguien para un puesto de secretaria administrativa. ¿Tienes experiencia en el área? —Me mordí el labio un tanto nerviosa.
La verdad era que nunca había trabajado como secretaria en una empresa de construcción, pero había trabajado en oficinas antes, y sabía que podía hacerlo. Me decidí a ser honesta, aunque no estuviera completamente segura de que fuera lo que necesitaban.
—Bueno, no tengo mucha experiencia en el tema de construcción, pero he trabajado como asistente administrativa antes. Soy organizada y aprendo rápido, —le expliqué, tratando de que mi nerviosismo no se notara demasiado.
—Eso suena perfecto, —dijo ella, con una sonrisa. —Soy Lisa, por cierto. Vamos a hacerte una pequeña entrevista para ver si encajas en el equipo. —Pasé con ella a una pequeña sala de reuniones.
El ambiente en la oficina era relajado y profesional a la vez, y eso me hizo sentir un poco más tranquila. Lisa me hizo preguntas sobre mi experiencia laboral anterior, y aunque no pude evitar mencionar que estaba pasando por una etapa difícil, traté de enfocarme en lo que realmente podía aportar a la empresa.
La conversación fue más fácil de lo que había imaginado. Lisa me explicó que la empresa era una firma de construcción que estaba comenzando a expandir sus operaciones, y que estaban buscando a alguien que no solo tuviera habilidades organizativas, sino también alguien dispuesto a crecer junto con ellos. No lo pensé mucho antes de aceptar, y en poco tiempo, me ofrecieron el puesto.
Salí de allí con una mueca de felicidad en mi rostro. Tenía trabajo, lo que significaba que no tendría que preocuparme por la estabilidad económica de inmediato, pero aún no sabía si realmente me sentía lista para comenzar una nueva etapa. De todas maneras, no tenía más opción que lanzarme a ello.
El primer día en la oficina fue tan abrumador como esperaba, pero también me dio una sensación extraña de tranquilidad. El lugar estaba lleno de gente, la mayoría hombres que se veían tan ocupados en sus asuntos que apenas notaron mi presencia. Afortunadamente, Lisa estaba allí para guiarme y ayudarme con los primeros pasos.
Me explicó las tareas que tendría que hacer, desde gestionar el calendario de reuniones hasta coordinar con los contratistas y proveedores. La verdad, todo parecía un poco fuera de mi alcance, pero la forma en que Lisa me explicó las cosas me hizo sentir que, con algo de práctica, podría hacerlo.
—Tranquila, —me dijo Lisa mientras me mostraba cómo organizar los archivos y las carpetas. —A todos nos cuesta al principio, pero con el tiempo te irás acostumbrando. Aquí somos un equipo, y no te vamos a dejar sola. —Me sorprendió la facilidad con la que Lisa me hizo sentir bienvenida. A pesar de lo nerviosa que estaba, ella fue paciente y atenta. Poco a poco, empecé a adaptarme a mi nuevo entorno.
El ruido de la oficina, las innumerables llamadas telefónicas, las conversaciones sobre proyectos en curso, todo me envolvía, y aunque al principio me sentí perdida, rápidamente empecé a sentirme más cómoda en el puesto. Tal vez era el hecho de tener algo concreto por hacer, tal vez era simplemente la distracción, pero en esos momentos, me sentí por fin como si tuviera el control de algo en mi vida.
A medida que los días pasaban, me fui haciendo un lugar en la oficina. Los compañeros comenzaron a saludarme por mi nombre, me daban las gracias por ayudarles con algo, y aunque al principio no podía dejar de sentirme como una extraña en un lugar que no conocía, poco a poco empecé a sentir que estaba encajando. Mi mundo exterior seguía siendo incierto, pero en la oficina, al menos, me sentía útil.