Latidos del Corazón

6.

Aquel día comenzó como cualquier otro en la oficina, como cada mañana desde que había empezado a trabajar en la constructora, tomé mi café, acomodé los papeles en mi escritorio, y me sumergí en el sin fin de correos electrónicos, reuniones y tareas que ya comenzaba a manejar con más soltura.

Lisa había sido increíblemente paciente conmigo, y aunque seguía siendo “nueva”, ya me sentía un poco más parte del equipo. Las semanas en la oficina pasaban rápido, y aunque el trabajo era agotador, me encontraba comenzando a disfrutar la normalidad de mis días.

Pero algo cambió esa mañana. Lisa llegó temprano, con una expresión algo más seria de lo habitual.

—Sam —dijo mientras entraba a la sala de descanso, —tengo que hablar contigo —Me sorprendí un poco al ver su expresión.

—¿Qué pasa?

—Hoy tenemos una visita importante. El jefe de la empresa viene a la oficina, y quiero que estés lista. No te preocupes, solo es una formalidad, pero me gustaría que estuvieras preparada para cualquier cosa —explicó con un tono de voz algo más serio de lo que yo había esperado.

No pude evitar sentir un ligero nudo en el estómago. El jefe, Oliver Hunter. Lo había visto una sola vez en la oficina, y aunque su mirada me había intimidado demasiado, algo en mi quería verlo de nuevo. Todos hablaban de él como el hombre al mando, el que tomaba las decisiones importantes. Nadie decía mucho sobre él, pero en medio de todas aquellas conversaciones había algo que me quedaba claro, Oliver Hunter no era alguien fácil de tratar.

—Claro, no hay problema—, respondí con una sonrisa forzada, sintiendo cómo mi nerviosismo crecía un poco más. Algo en el ambiente de esa oficina hacía que todo pareciera más… tenso. —¿Sabes cuándo llega?

—En una hora más o menos—, respondió Lisa mientras se acomodaba las gafas. —Solo relájate y sigue con lo que estabas haciendo. No es nada de otro mundo.

Intenté seguir su consejo, pero la idea de que el dueño de la empresa estuviera a punto de aparecer de nuevo me hizo estremecer. Me senté en mi escritorio, sin poder evitar mirar el reloj, y el tiempo parecía pasar cada vez más despacio. Cada vez que escuchaba unos pasos en el pasillo, me tensaba un poco, pero me repetía a mí misma que no era nada grave.

Finalmente, escuché ruidos provenientes de la entrada. Levanté la vista de mi computadora, y allí estaba, entrando a la oficina con pasos rápidos, la mirada en alto y una expresión seria en su rostro. Lo primero que noté fue su presencia, era imposible no notarlo. Oliver Hunter era un hombre atractivo, sin lugar a dudas, usaba un traje oscuro le quedaba perfectamente ajustado en ciertos lugares, pero de una forma que no resultaba exagerada. Su expresión era seria e implacable, y aunque su rostro no mostraba una sonrisa, había algo en su mirada que parecía simpatizar.

Él entró acompañado de Lisa, y cuando me vio, nuestros ojos se volvieron a cruzar por un segundo, tal como la primera vez. Fue breve, pero suficiente para que mi respiración se detuviera por un momento. Algo en su mirada que me hizo sentir pequeña, como si pudiera ver a través de mí con solo mirarme. No estaba acostumbrada a ese tipo de atención.

Lisa me hizo un gesto para que me levantara, y me apresuré a hacerlo, sintiendo cómo la incomodidad crecía en mi interior.

—Samantha, ya lo viste, aunque la vez anterior no fue oficial. Él es Oliver Hunter, el director de la empresa—, dijo Lisa, haciendo las presentaciones con una sonrisa cordial, pero yo solo pude sentirme demasiado nerviosa para hablar.

—Es un placer conocerte, Samantha —saludó mi jefe moviendo la cabeza al tiempo que hablaba. La forma en que dijo mi nombre no me ayudó a sentirme más cómoda; su tono era autoritario, casi como si me estuviera evaluando.

—Un placer —respondí, tratando de mantener mi voz segura y tranquila, aunque por dentro era un manojo de nervios. Por alguna razón, me sentí como si estuviera frente a alguien a quien debía impresionar, aunque no sabía por qué.

Su presencia, aunque era atractiva, también muy intimidante, no podía evitar sentirme nerviosa e intimidada por la manera en que se movía, por la calma con la que controlaba cada una de las situaciones. No era como los demás en la oficina. Todos los demás parecían relajados, en su lugar, pero él… él era diferente.

Oliver observó mi oficina con el rostro completamente inexpresivo, como si todo lo que veía fuera solo una parte de un engranaje mucho más grande que él. No me atreví a hablar demasiado, simplemente lo observé de reojo mientras pasaba por mi lado y se dirigía hacia la mesa de conferencias. Su cuerpo se movía con una seguridad inquebrantable, como si todo a su alrededor estuviera bajo su control.

—¿Todo bien, Samantha? —Me preguntó Lisa, notando mi incomodidad.

Asentí de forma torpe, pero de alguna manera, sentí que Oliver ya había notado mi nerviosismo. Quizás era mi mente jugando trucos, pero no podía quitarme la sensación de que sus ojos seguían siguiéndome de vez en cuando.

—Sí, todo bien —respondí, aunque por dentro seguía con los nervios al máximo. Oliver se sentó al final de la mesa y empezó a revisar algunos documentos, como si no estuviera prestando mucha atención a lo que sucedía a su alrededor, pero me di cuenta de que estaba observando a todos sin decir una palabra.

Lo cierto era que no me sentía cómoda a su alrededor. Había algo en su actitud, algo en la forma en que controlaba todo, que me hacía sentir como si no encajara. Era difícil describirlo, pero me parecía que siempre estaba a un paso de juzgar, de medir cada palabra, cada gesto. No estaba acostumbrada a trabajar con alguien como él, tan distante, tan imponente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.