El día estaba siendo tan largo como siempre, las tareas se amontonaban, y mi cabeza no dejaba de dar vueltas con todo lo que tenía que hacer. Aunque ya me había adaptado bastante a mi rol en la oficina, aún había días en los que todo parecía demasiado. Entre correos electrónicos, reuniones y tareas de última hora, no había mucho espacio para pensar en mi vida fuera de las paredes de la oficina. Pero esa mañana, tenía algo extraño. Tenía un extraño presentimiento rondándome, una presión en mi estómago, burbujas en mi pecho, era algo difícil de explicar.
No era mi costumbre estar tan alerta, pero cuando Oliver entró en la oficina esa mañana, hubo algo en su presencia que me hizo ponerme tensa. Él no solía estar en la oficina por mucho tiempo, siempre se mantenía ocupado, como si estuviera escapando de la rutina. Pero ese día, no sé si era por el peso de su mirada o por la forma en que parecía estar pensando en algo profundo, que me sentí extraña.
Por la tarde, me pidió que pasara por su oficina. No era raro que me pidiera algo, pero esa vez, la forma en que lo dijo fue diferente. Había algo más en sus palabras, algo que me hizo sentir un nudo en el estómago. Cuando me senté frente a su escritorio, su mirada estaba más fría de lo habitual, pero también había algo de determinación en sus ojos, como si estuviera por tomar una decisión importante. Yo solo esperaba que fuera una de esas tareas rutinarias que nunca faltan, aunque muy dentro de mí sabía que algo más estaba pasando.
—Samantha —comenzó a hablar, de una forma pausada —sé que últimamente las cosas no han sido fáciles para ti. He escuchado algunas cosas, también lo he notado, y lo entiendo. Pero hay algo de lo que necesitamos hablar.—Su tono era tan serio que me hizo sentir incómoda.
No era la típica conversación sobre trabajo, y algo dentro de mí ya sospechaba que no se trataba de nada ordinario. Le di un leve asentimiento con la cabeza, esperando que él continuara.
—Mi familia,— dijo con un suspiro, —me ha estado presionando para que me case, para que forme una familia. Saben lo importante que es que tenga un heredero, y mi padre no ha dejado de insistir en que tengo que tomar responsabilidad. No puedo seguir ignorando su presión, y ya sabes cómo son las cosas con ellos.—Lo miré en silencio.
Había escuchado algo de esto antes, de sus padres y las expectativas que tenían sobre él. Aún así, no entendía bien hacia dónde quería llegar con eso. Mi mente comenzó a dar vueltas mientras esperaba que él continuara.
—Necesito cumplir con lo que esperan de mí, pero no quiero comprometerme de forma real. No quiero casarme por amor, no ahora. Necesito una solución que me permita resolver este problema de una vez por todas. —Me miró fijamente, como si estuviera midiendo mis reacciones. —Y la solución es simple, Samantha. Necesito que te cases conmigo. —Mi respiración se detuvo en seco.
Las palabras de Oliver se repitieron en mi cabeza, y mi corazón se aceleró. No pude evitar mirarlo a los ojos, buscando alguna señal de que estaba bromeando, pero su rostro era tan serio, tan implacable, que no pude encontrar ninguna pista de que estuviera jugando. No sabía si debía sentir sorpresa, indignación o simplemente confusión, porque todo en mí gritaba que esto no tenía ningún sentido.
—¿Perdón? —fue todo lo que pude decir, mi voz salió más suave de lo que me hubiera gustado.
—Necesito un matrimonio por conveniencia, Samantha, —continuó, sin inmutarse. —Mi familia necesita ver que estoy comprometido, que estoy tomando las riendas de mi vida, y yo necesito cumplir con esa expectativa. Lo único que te pido es que te cases conmigo, de manera formal. No habrá amor, no habrá nada más que un acuerdo entre nosotros. Yo haré mi parte, y tú harás la tuya.—Sentí cómo mi cabeza daba vueltas, como si lo que él acababa de decir no tuviera sentido.
Casarme con Oliver Hunter, el hombre que había mostrado una actitud tan distante y fría, que apenas había cruzado palabras conmigo más allá del trabajo… No podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Usted está loco? ¿Lo dejaron caer de chiquito? ¿se acaba de golpear la cabeza? ¿tiene algun problema mental? ¿por qué yo? —logré preguntar, aún incrédula. —¿Por qué pedirme esto a mí?—Él parecía haber esperado esa pregunta. Tomó un momento antes de responder, como si estuviera eligiendo sus palabras con cuidado.
—Porque confío en ti. Eres discreta, trabajas bien, y no te metes en mis asuntos personales. No necesito que te conviertas en mi esposa en todo sentido, solo en el papel. Es una solución rápida y sencilla, y lo mejor de todo es que no afectará a ninguno de los dos de manera significativa. Tú sigues con tu vida, yo sigo con la mía, y ambos cumplimos con lo que se espera de nosotros.—No sabía qué pensar.
—Usted no me conoce, solo me ha visto dos veces o tres a lo mucho.
Lo que me proponía no solo era raro, sino completamente absurdo. Casarme con él no solo implicaba dar un paso fuera de todo lo que había considerado razonable, sino que también significaba perderme en una situación que no quería para mí. ¿Estaba dispuesto a ser parte de su juego? ¿Y por qué me estaba pidiendo esto? No entendía si era un acto de desesperación o una solución práctica para él.
—Lo sé, lo que te estoy pidiendo es mucho, —dijo, como si pudiera leer mi mente. —Y entiendo si no quieres hacerlo. Pero considera lo que ganarías con esto. Una vez que estemos casados, mi familia se calmaría, y yo podría continuar con mis proyectos sin preocupaciones. Tú también podrías seguir con tu vida, sin que te presionen. Es solo un acuerdo, nada más.—Me quedé en silencio, sin saber qué decir. Estaba abrumada por la propuesta, pero a la vez, sentía que había algo en sus palabras que me tocaba. No era una propuesta romántica, no era algo que alguien haría por amor, pero en su sencillez, en la manera en que él lo planteaba, parecía una salida de todo lo que me estaba ahogando.