La palabra Zona Muerta se repetía en la mente de Lia como un eco imposible de ignorar. Había algo en ese mensaje oculto que desafiaba todo lo que conocía de Edenia, de NeoNet, incluso de su propia existencia.
A la medianoche, con las luces de su habitación simulando una calma que no sentía, Lia conectó su terminal a una red secundaria. Una que había descubierto a escondidas en sus lecciones de encriptación avanzada. Una red anterior a NeoNet.
Allí, tras capas de fuego digital y muros de seguridad, encontró un registro antiguo: un conjunto de coordenadas eliminadas de los mapas actuales. En el encabezado de los archivos, había una fecha: 2084. Y una firma en letras ilegibles, tachadas a propósito.
Reunió la información en una tableta desconectada del sistema. No podía correr el riesgo de ser rastreada. Luego, analizó el código del mensaje original. Lo que vio la dejó sin aliento: había un pulso, una señal activa, una llamada que seguía transmitiéndose. Alguien, en algún lugar, estaba intentando comunicarse fuera de la red.
—No puede ser...—susurró.
La grieta en el sistema no era solo un fallo. Era una puerta. Y ella tenía la llave.
Esa noche no durmió. Empacó suministros esenciales, ocultó la tableta y trazó una ruta mental hacia el borde de Edenia. Al día siguiente, fingió asistir a clases, pero en realidad se deslizó entre las sombras de los transportes automatizados.
Nadie notó su ausencia. Nadie la buscó. Porque en Edenia, las emociones eran controladas, y el apego estaba prohibido.
Lia sabía que cruzar esa línea era traición. Pero también sabía que ese susurro, ese mensaje, esa grieta... era la verdad.
Y ella estaba lista para encontrarla.
algún lugar, estaba intentando comunicarse fuera de la red.
—No puede ser...—susurró.
La grieta en el sistema no era solo un fallo. Era una puerta. Y ella tenía la llave.
Esa noche no durmió. Empacó suministros esenciales, ocultó la tableta y trazó una ruta mental hacia el borde de Edenia. Al día siguiente, fingió asistir a clases, pero en realidad se deslizó entre las sombras de los transportes automatizados.
Nadie notó su ausencia. Nadie la buscó. Porque en Edenia, las emociones eran controladas, y el apego estaba prohibido.
Lia sabía que cruzar esa línea era traición. Pero también sabía que ese susurro, ese mensaje, esa grieta... era la verdad.
Y ella estaba lista para encontrarla.
solo espera poder lograrlo pero para eso tendría que hacer un ezfuerzo lo cual si le llegara a trepar seria una traidora y eso era lo que mas le preocupaba aun así estaba decidida a correr el riesgo.
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Editado: 04.06.2025