Capítulo 4: Huida a la Zona Muerta

Los drones de vigilancia detectaron la actividad ilegal y comenzaron la persecución. Las alarmas ultrasónicas vibraban en la distancia, resonando como latidos de una bestia invisible. Kai tomó la mano de Lia y corrieron juntos hacia los túneles subterráneos.

El frío del metal bajo sus pies y el calor de sus dedos entrelazados se fundieron en una danza desesperada de escape. Los pasadizos se angostaban, iluminados solo por las débiles luces de emergencia que parpadeaban entre ruinas olvidadas.

—¿Cuánto falta? —preguntó Lia, jadeando.

—Ya casi. La entrada está cerca —respondió Kai, sin soltarla.

Las paredes temblaron con el zumbido de un dron acercándose. Lia miró atrás y vio la sombra mecánica atravesar el túnel.

—¡Nos vio!

Kai lanzó una pequeña esfera que explotó en una nube de interferencia. El dron cayó, inerte. No se detuvieron a mirar.

Finalmente, llegaron a una compuerta oxidada con símbolos que Lia reconoció del mensaje original.

—La Zona Muerta —susurró.

Kai asintió y abrió la puerta. Un aire diferente los envolvió: denso, cargado de silencio. Allí, donde NeoNet no tenía ojos ni control, la verdad esperaba.

La Zona Muerta era real. Y también lo era la amenaza que los seguía. NeoNet no permitiría que descubrieran lo que allí se escondía.

ya que era misterio que desean descubrir y el por que tanto NeoNet protege y no permiten que nadie se entere de lo que esconden y no quieren que se sepa lo que ocultan.