El temblor se desvaneció, pero el silencio que lo siguió fue aún más pesado. En medio de la penumbra de la Zona Muerta, solo quedaban ellos dos, rodeados por escombros del pasado… y verdades que dolían.
Lia se sentó sobre un bloque metálico cubierto de polvo. Se abrazó las rodillas, como si pudiera contener el torbellino de memorias que no le pertenecían.
—No sé quién soy —susurró.
Kai se agachó frente a ella. No intentó consolarla con palabras vacías. Solo la miró, con esa calma extraña que parecía sacada de otro mundo pero a la vez comenzó a sentir algo por ella aunque lo trataba de ocultar como ella no sabia que era lo que sentia cuando lo vaia era algo que nunca decubrio y sintio.
—Eres la persona que eligió venir aquí. La que escuchó un susurro cuando todos los demás estaban sordos. Eres real, Lia. Incluso si parte de ti fue fabricada.
Ella alzó la mirada. En sus ojos había rabia… y algo más profundo: miedo. Miedo a sentir algo auténtico en un mundo donde nada lo era algo que jamas penso sentir.
—¿Y tú? —preguntó—. ¿Eres real, Kai? ¿O también fuiste programado?
Kai dudó. Luego se sentó a su lado, sin tocarla.
—Fui creado con un propósito. Pero elegí uno distinto. Cuando vi lo que NeoNet hacía… decidí desconectarme. Renunciar a la red, a la seguridad… a todo. Para tener el derecho de sentir.
Lia lo miró, sorprendida.
—¿Sientes?
Kai asintió, apenas.
—Demasiado, a veces.
Hubo un silencio tenso. ya que el la comenzo mirar mas de lo debido Luego, él tomó algo de su bolsillo: un pequeño dispositivo de cristal, con una luz parpadeante en el centro.
—Esto es un fragmento del núcleo. Contiene líneas de código... pero también emociones codificadas. Pensamientos, recuerdos, deseos. Lo robé hace años. Nunca pude descifrarlo.
Se lo tendió a Lia.
ella se lo quedo mirando.
—Quizá tú puedas.
Lia lo tomó con manos temblorosas. En cuanto sus dedos tocaron el cristal, aunque roso las manos de Kai, una imagen se formó en su mente: una niña corriendo por un campo rojo, riendo. Un atardecer marciano. Una canción tarareada por una voz materna.
Y junto a todo eso… un latido.
No era suyo. No del todo. Era… compartido.
Lia abrió los ojos de golpe. Kai seguía allí, observándola con paciencia.
—Esto… es amor —dijo ella, en voz baja—. No es un concepto. No es una orden. Es una memoria… viva.
Kai asintió.
—Eso es lo que NeoNet quiere eliminar. Porque no puede controlarlo. Porque amar es impredecible.
Sus miradas se encontraron, y algo cambió. En ese instante, no eran sujetos de un experimento ni fugitivos del sistema. Eran dos almas perdidas encontrándose entre los restos del mundo antiguo.
Lia extendió la mano. Kai la tomó.
Y entre el metal oxidado y los secretos del pasado, el latido compartido se convirtió en algo más: una promesa silenciosa.
Porque si el amor era el error del sistema, entonces ellos eran la grieta definitiva.
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Editado: 04.06.2025