El eco de las explosiones aún retumbaba bajo la superficie de Marte. La antigua base rebelde, tallada entre las rocas oxidadas y túneles olvidados, crujía como una bestia herida. Los sistemas eléctricos chispeaban en cortocircuitos, las puertas se cerraban solas una tras otra como latidos descompasados de un corazón al borde del colapso.
Lia corría junto a Kai por los pasillos de emergencia. Esquivaban escombros, humo, y fragmentos de esperanza rota. La rebelión había fallado… o tal vez, solo estaba comenzando. Tal vez todo lo vivido era solo el preludio del verdadero levantamiento.
—No podemos dejar que NeoNet reinicie el Núcleo —gritó Kai mientras corría, aferrando con fuerza el módulo de datos que llevaba oculto. Dentro estaban las pruebas: los archivos que exponían la manipulación emocional, los experimentos con memorias falsas, y la programación del olvido.
—¿Y si no llegamos a tiempo? —preguntó Lia, con el aliento entrecortado, los ojos ardiendo de cansancio y rabia.
Kai la miró de reojo. En su rostro se dibujaba algo más profundo que miedo. Era determinación. Y amor.
—Entonces no quedará nadie que recuerde lo que realmente es sentir.
Frente a ellos, las enormes puertas del Núcleo Central se levantaban como un muro infranqueable. El zumbido de energía se intensificaba. Al otro lado, los Centinelas de NeoNet los esperaban, listos para borrar lo que quedaba de humanidad.
Kai se detuvo en seco. Su respiración era irregular. Le entregó a Lia el módulo de datos.
—Tengo que ir yo solo.
—¿Qué? No —Lia negó con fuerza—. No vas a dejarme atrás. No otra vez.
—Si tú entras, el sistema te detectará. Tu presencia es demasiado poderosa… Ellos te temen. Pero yo... aún soy parte del sistema. Puedo pasar sin activar las defensas. Solo necesito llegar al núcleo y cargar esto.
Lia lo miró. Sabía lo que eso significaba. Kai también.
—No voy a perderte otra vez —susurró ella, con un hilo de voz.
Kai sonrió. Una sonrisa triste, resignada… pero luminosa. Una sonrisa que aún tenía fe.
—Nunca me tuviste que encontrar. Siempre estuve contigo. Desde el primer recuerdo falso, desde antes de que supieras quién eras… yo ya te amaba.
Y la besó.
Fue rápido. Urgente.
Perfecto.
Mágico.
Y tal vez, definitivo.
Luego se volvió y corrió hacia el corazón de NeoNet, hacia la cuna del control absoluto.
Lia quedó inmóvil. Esperó.
El mundo parecía detenerse. Las luces parpadearon. Los muros temblaban. El humo se espesaba.
Y entonces, lo sintió.
No era ruido.
No era código.
Eran latidos.
Miles de ellos, resonando a través de la red. Corazones humanos, libres. Gente que despertaba. Personas conectándose no por programación, sino por elección.
NeoNet… había caído.
Pero Kai no volvía.
El sistema se restablecía poco a poco. Las pantallas se encendían, las torres dejaban de emitir pulsos de vigilancia. El cielo, allá afuera, volvía a ser visible.
Pero él… no estaba.
Lia seguía esperando. El silencio se volvió insoportable. Se negaba a creer lo obvio. No podía haberse ido. No sin ella. No así.
Una voz resonó en su oído: la de León, desde la nave de escape.
—Lia, tienes que salir de ahí. Ya cumpliste. Él sabía lo que hacía. No va a volver. Tienes que aceptarlo.
Pero ella no podía.
No quería.
Solo quería que Kai regresara, la mirara y le dijera que todo estaría bien. Que su amor era más fuerte que cualquier programación, más fuerte que el mismo sistema.
Entonces sintió que su cuerpo se debilitaba. El estrés, la pena, la pérdida… todo al mismo tiempo.
—Lia… ¡nena! —gritó León, corriendo hacia ella.
La encontró de rodillas, con la mirada perdida, la piel fría, el alma quebrada.
—No me pudo dejar… no se pudo ir menos sin mí… —susurró ella—. Yo no puedo hacer esto sola, León…
Él la levantó con cuidado, como quien recoge un pedazo de algo irremplazable.
—No estás sola. Yo estoy contigo. Siempre te cuidaré. Lo sabes. Me preocupo por ti.
Pero Lia sabía la verdad.
No era lo mismo. Nunca sería lo mismo.
Kai era su mitad, su espejo, su error y su redención.
Y ahora… era el vacío.
Aún así, mientras León la cargaba rumbo a la nave, mientras los motores se encendían y la base colapsaba, Lia juró algo en silencio.
NeoNet había caído.
Pero el sacrificio de Kai no sería en vano.
La revolución apenas comenzaba.
Y el amor que los unió… viviría en cada paso de lo que vendría después.
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Editado: 14.06.2025