En la penumbra de un adiós silente,
se desvanecen los sueños compartidos,
como siluetas que se desdibujan,
en un horizonte sin colorido.
Tu figura se aleja lentamente,
cual sombra que se pierde en el ocaso,
y en mi alma se instala el descontento,
al sentir tu partida como un abrazo.
En las esquinas del recuerdo perdido,
quedan grabados los momentos felices,
y en cada paso que doy sin tu abrigo,
mi corazón se ahoga en cicatrices.
Las palabras que se quedaron mudas,
se convierten en eco en mi mente,
y el vacío que dejaste en mi alma,
me recuerda tu ausencia constantemente.
Siluetas del adiós danzan en la bruma,
un baile triste de melancolía,
y en el lienzo del cielo sin estrellas,
pinto versos que susurran tu partida.
Mis labios pronuncian un te quiero,
que en el viento se pierde y no te alcanza,
y el eco de tus últimas promesas,
se desvanece como arena en la playa.
En la quietud de este adiós inevitable,
mi corazón se inunda de tristeza,
pero en el rincón más profundo del alma,
sé que encontraré la fuerza y la entereza.
Siluetas del adiós, dolor presente,
pero en el futuro hay esperanza,
pues aunque hoy parezca que todo se pierde,
mañana el sol brillará con confianza.
El tiempo tejiendo un nuevo sendero,
donde nuestras vidas vuelvan a cruzarse,
y en ese encuentro de dos destinos,
el amor resurja para no marcharse.
Así, en la distancia que nos separa,
me aferro a la certeza de un mañana,
donde nuestras almas se vuelvan a encontrar,
y el adiós se transforme en un eterno te amo.