En la noche de sueños efímeros,
nuestro amor brilló con intensidad,
pero al alba, como un suspiro ligero,
se desvaneció en la realidad.
Las estrellas que iluminaban el cielo,
se apagaron en el destello del adiós,
y en el firmamento quedó un desvelo,
de lo que fuimos, de lo que ya no somos.
En la fugacidad de aquellos momentos,
se escondían promesas sin cumplir,
y entre susurros, como cuentos,
se desplegó un amor que no pudo persistir.
Los días pasaron como hojas al viento,
arrastrando consigo nuestro ayer,
y en el eco de un corazón sediento,
se perdieron las palabras de placer.
Sueños efímeros que se desvanecen,
como burbujas que se rompen al rozar,
dejando en el alma un vacío que duele,
y en el silencio, un eco por encontrar.
En el recuerdo, un destello de nostalgia,
que se desliza por la piel en un vaivén,
y aunque el adiós parezca una hazaña,
la esperanza vive aún en este ser.
Que los sueños efímeros no sean sombras,
sino pinceladas de un futuro por pintar,
donde el amor sea eterno como las olas,
que besan la playa sin descansar.
En la efervescencia del presente,
mi corazón busca su propio compás,
y en el vaivén del tiempo, incandescente,
seguiré adelante, buscando la paz.
Sueños efímeros que me enseñaron,
a valorar cada instante, cada latido,
pues aunque el adiós haya llegado,
la vida sigue, y el amor no ha partido.