En la distancia que nos separa,
se esconde el eco de un ayer dorado,
donde el amor era nuestra guitarra,
y en cada nota, un verso enamorado.
Hoy, como estrellas en el firmamento,
nuestros caminos siguen trayectorias distintas,
pero en el corazón, un sentimiento,
nos recuerda que aún queda esperanza.
Las palabras que un día no dijimos,
se enredan en la brisa del recuerdo,
y en el silencio que nos perseguimos,
nuestro amor se vuelve sombra en el sendero.
En la distancia, un abrazo suspendido,
una caricia que no llega a su destino,
y en la nostalgia de un amor perdido,
se ahogan los suspiros en el viento fino.
Pero en el horizonte aún se dibuja,
la posibilidad de un nuevo encuentro,
donde la distancia se convierta en musa,
y el amor renazca con un fuego dentro.
Quizás algún día, nuestras almas se alcen,
sobre barreras y distancias infinitas,
y en ese instante, los corazones enlacen,
tejiendo un nuevo capítulo en la cita.
Hasta entonces, en la distancia me quedaré,
guardando en el pecho el anhelo que nunca muere,
y en cada latido, un deseo entregaré,
por ese instante en que el amor florezca y no se duerma.
Que la distancia no sea un muro invulnerable,
sino un puente que une dos almas errantes,
y en el encuentro, lo imposible sea posible,
y juntos construyamos nuevos instantes.
En la distancia, nuestra historia persiste,
esperando el momento de reescribirse,
y en la lejanía, el amor no se desiste,
pues en el corazón, siempre latirá, insomne.