En el eco del adiós, resuenan las palabras,
que se perdieron en la lejanía,
como un suspiro que se lleva el viento,
nuestro amor quedó en melancolía.
El corazón, en cada latido,
siente el vacío de tu ausencia,
y en la distancia, un susurro perdido,
busca el abrazo que ya no se siente.
En el eco del adiós, quedan los destellos,
de aquellos días que juntos compartimos,
y en cada eco, se esconde el anhelo,
de volver a amarnos, de volver a vernos.
Las miradas que antes se buscaban,
hoy se encuentran en el recuerdo,
y en la memoria, los besos que dejábamos,
se desvanecen como un sueño efímero.
El eco del adiós resuena en el silencio,
y en cada suspiro, un nudo en la garganta,
pero en el alma, un fuego encendido,
que espera un reencuentro que alivie el alma.
Que el eco del adiós sea un sendero,
que nos guíe hacia nuevos caminos,
donde el amor, como un lazo verdadero,
vuelva a unir nuestros destinos.
En cada eco, una nueva esperanza,
un latido que aguarda un nuevo comienzo,
pues aunque el adiós duela en la distancia,
el eco del amor siempre estará presente.
Así, entre ecos y susurros del viento,
nuestro amor encuentra su melodía,
y en cada latido del corazón sediento,
busca el reencuentro en alguna travesía.
Que el eco del adiós se transforme,
en una sinfonía de reencuentros,
y que el amor, como una estrella, forme,
un lazo eterno entre dos corazones entrelazados.