En el rincón del desamor me encuentro,
donde las sombras se ciernen sigilosas,
como un eco apagado en el invierno,
mi alma se sumerge en penas dolorosas.
Las caricias que un día fueron fuego,
hoy se han perdido en el tiempo inmortal,
y en el vacío, el corazón se niega,
a olvidar las promesas de un amor fatal.
En la oscuridad, la luz se esconde,
y en el silencio, la voz se desvanece,
las palabras que antes se fundían en el mundo,
hoy son hojas secas, que el viento mece.
En el rincón del desamor, la herida sangra,
como un mar embravecido y tormentoso,
y en cada lágrima, el alma se apaga,
buscando en el olvido su reposo.
Las risas que un día alegraron el alma,
se perdieron en el eco de la despedida,
y en el abismo, se quebró la calma,
de un amor que se desmoronó en la huida.
Cicatrices del olvido, marcas imborrables,
que graban en el corazón sus lamentos,
y aunque el tiempo avance en giros inalterables,
la memoria se aferra a sus tormentos.
En la penumbra, el adiós se hace eco,
y en el alma, las huellas del pasado,
pero en el desamor, encuentro el eco,
que me enseña que el amor ha naufragado.
Que las cicatrices del olvido sean enseñanzas,
lecciones de un corazón que ha aprendido,
y en el camino, nuevas esperanzas,
de encontrar un amor verdadero y sentido.
Así, en el rincón del desamor y la nostalgia,
mi alma busca sanar sus heridas,
y aunque la despedida parezca amarga,
sé que en el futuro, habrá nuevas vidas.