En el rincón del alma, años de invierno,
donde los días son grises y sombríos,
como hojas que caen con sufrimiento,
mi corazón se cubre de desafíos.
Cada amanecer, una bruma helada,
que congela los sueños y esperanzas,
y en el susurro del viento, una balada,
que cuenta las penas y nostalgias.
Los abrazos que dejamos suspendidos,
se convierten en recuerdos entrelazados,
y en el camino, los sueños perdidos,
se desvanecen como sueños deseados.
En el rincón del alma, la soledad,
se siente como un manto que nos envuelve,
y en cada lágrima, la eternidad,
de un amor que ya no es el que conocimos.
Los suspiros que un día eran melodías,
hoy son ecos que se pierden en el viento,
y en cada mirada, tantas alegrías,
que se esfumaron con el tiempo.
En los años de invierno, una esperanza,
que asoma tímida en el horizonte,
y aunque la tristeza el alma alcanza,
nuestro amor aún es fuente y manantial de monte.
Que en los años de invierno, el alma sane,
y florezca como primavera renaciente,
y aunque el dolor persista y alcance,
el amor prevalecerá, eterno y potente.
Así, en los años de invierno y soledad,
mi corazón se renueva y no se quiebra,
y en cada latido, una nueva oportunidad,
donde el amor florece, como flor que no muere.