En el silencio del alma, huella desvanecida,
un recuerdo que se desvanece con el tiempo,
como la bruma que se esfuma en la vida,
mi corazón busca un nuevo aliento.
Cada amanecer, una nostalgia que me abraza,
como hojas secas que caen sin vuelo,
y en el susurro del viento, una balada,
que relata los versos de un desvelo.
Los abrazos que un día fueron cálidos y amados,
hoy son sombras que se alejan en la distancia,
y en el camino, los sueños se han desdibujado,
como el reflejo que se pierde en la fragancia.
En el silencio del alma, los recuerdos danzan,
como mariposas en un jardín escondido,
y en cada mirada, los destinos se entrelazan,
en un baile eterno y compartido.
Las risas que un día eran risas de primavera,
hoy se tornan ecos lejanos y difusos,
y en cada suspiro, una añoranza sincera,
de aquel amor que fue nuestro y que se perdió.
En la huella desvanecida, una lección aprendida,
que el tiempo no borrará de mi destino,
y aunque la tristeza abrace el alma adormecida,
nuevos caminos encontraré con tino.
Que en cada huella desvanecida no me pierda,
sino que encuentre fuerzas para seguir,
y en el rincón del alma, una luz encienda,
donde el amor renazca y vuelva a existir.
Así, en el silencio del alma y la esperanza compartida,
mi corazón se renueva y no se abate,
y en cada latir, una nueva vida,
donde el amor florece y nunca se deshace.