En el lienzo del alma, rastros de ayer,
pinceladas de un amor que se desvaneció,
como el suspiro que se pierde en el atardecer,
mi corazón busca lo que una vez floreció.
Cada alborada, un recuerdo que suspira,
como las olas que acarician la orilla,
y en el murmullo del viento, una melodía,
que evoca los momentos de nuestra orilla.
Las caricias que un día fueron versos de pasión,
hoy son susurros que se esconden en el silencio,
y en el camino, los sueños se desvanecen con la razón,
como hojas secas que caen sin aliento.
En el lienzo del alma, las memorias danzan,
como mariposas en su vuelo sin igual,
y en cada mirada, los destinos se entrelazan,
en un baile de recuerdos que no se va.
Los abrazos que un día fueron fuego y calor,
hoy son destellos que se esfumaron en el tiempo,
y en el susurro de la noche, una canción de amor,
que quedó suspendida en el firmamento.
En rastros de ayer, una lección aprendida,
que el corazón guarda en su regazo,
y aunque la nostalgia pueda ser compartida,
nuevos horizontes hallaremos en el ocaso.
Que en cada rastro de ayer encuentre esperanza,
y la luz brille con fuerza en el camino,
y aunque el presente se teja de bonanza,
la vida nos brinda un nuevo destino.
Así, en el lienzo del alma y el renacer sincero,
mi corazón se abre a un nuevo amanecer,
y en cada instante, en cada sendero,
hallaremos un amor verdadero que florecerá.