La noche había caído sobre la ciudad como una manta pesada y silenciosa. Entre las callejuelas húmedas, el viento arrastraba papeles y rumores, como si hasta el aire supiera que algo grande se estaba gestando.
En una bodega abandonada, lejos de miradas indiscretas, los líderes de la Alianza de Sombras aguardaban. El ambiente estaba cargado de desconfianza; incluso el más leve roce de botas contra el piso resonaba como un trueno.
En un rincón, Lena afilaba su cuchillo con calma casi perturbadora, mientras Damián revisaba unos planos extendidos sobre una mesa oxidada. Kai, apoyado contra la pared, observaba en silencio, evaluando cada movimiento.
—La información que conseguimos es clara —dijo Damián, sin levantar la vista de los papeles—. El Cuervo Mayor no se mueve sin su guardia personal. Si lo atacamos, será rápido o no saldremos vivos.
Raven, que hasta ahora había permanecido callado, dio un paso al frente. Su voz, grave y controlada, rompió el silencio.
—No podemos enfrentarlo en su terreno. Hay que atraerlo. Y sé exactamente cómo hacerlo.
Todos lo miraron con escepticismo. Lena frunció el ceño.
—¿Y cómo piensas que vendrá hasta aquí? Ese hombre no da un paso sin un motivo sólido.
Raven esbozó una sonrisa fría.
—Le daremos uno… Un señuelo que no podrá ignorar.
En ese momento, las luces parpadearon. Un sonido metálico, como garras arrastrándose, resonó desde la entrada. Un mensajero encapuchado apareció, dejando caer sobre la mesa un sobre sellado con cera negra.
Damián lo abrió y, tras leerlo, palideció.
—Esto… es una invitación —murmuró—. El Cuervo Mayor quiere una “reunión de tregua” en territorio neutral.
Lena soltó una carcajada incrédula.
—O nos quiere engañar, o se está confiando demasiado.
Kai golpeó la pared con el puño.
—Es una trampa. Pero si jugamos bien… podría ser la última que nos tienda.
Raven tomó el sobre, miró el sello y asintió con una determinación que heló la sangre de todos.
—Entonces, iremos. Pero no como él espera.
En la penumbra de la bodega, las miradas se cruzaron, sabiendo que lo que estaba por venir decidiría el destino de todos. Afuera, la noche parecía contener el aliento, como si también quisiera ver el desenlace.