Latidos entre sombras

Pequeño detalles Ep:2

En una tarde particularmente cálida, caminaron hasta la orilla del río. Lucas
observaba el reflejo de las nubes mientras Valeria, sentada a su lado, dibujaba en
su cuaderno. Cada trazo parecía capturar la esencia del mundo, y Lucas se
maravillaba de cómo alguien podía hacer tangible lo que él solo sentía.
—A veces pienso que todo fluye igual, pero nosotros no lo notamos —dijo Lucas—.
El río, los días… todo parece seguir un patrón.
—Tal vez —respondió Valeria—, pero incluso en lo repetitivo hay momentos únicos.
Este instante, por ejemplo, no volverá jamás.
Lucas la miró y comprendió que tenía razón. La vida no necesitaba ser
extraordinaria para ser significativa; bastaba con notar lo que estaba frente a ti, con
compartirlo con alguien que entendiera tus silencios.
Pasaron los días entre risas, proyectos escolares que a veces fracasaban y
competencias improvisadas en el parque. Valeria se reía de cada error, y Lucas
encontraba en esas carcajadas una música que calmaba su ansiedad y encendía su
curiosidad. Comenzaron a abrirse más: Lucas hablaba de sus miedos a no cumplir
con las expectativas familiares, de su deseo de hacer algo que importara; Valeria
compartía la incertidumbre de su vida entre la ciudad y el pueblo, de su deseo de
encontrar un lugar al que verdaderamente perteneciera.
Un atardecer, mientras caminaban por el puente del río, Lucas se detuvo y observó
la superficie del agua. Reflexionaba sobre cómo cada elección, cada pequeño
gesto, podía alterar el curso de la vida, como un río que cambia con cada piedra que
encuentra en su camino.
—Lucas… —dijo Valeria suavemente, notando su silencio—. ¿Qué piensas?
—En que nada es casual —respondió él—. Y que tal vez conocerte aquí, en este
momento, tampoco lo es.
El verano avanzaba y la despedida de Valeria se acercaba. Esa idea llenaba a
Lucas de ansiedad, pero también de determinación. No podía dejar pasar lo que
sentía sin decirlo. Una tarde, mientras el cielo se teñía de rojo y naranja, respiró
hondo y se armó de valor:
—Valeria… me gustas. No solo como amiga. Quiero que estés en mi vida —dijo,
con el corazón latiendo fuerte.
Ella lo miró, con los ojos brillando, y respondió:
—Yo… yo también siento lo mismo. Tenía miedo de decirlo, pero sí, yo también.
El primer beso fue suave, lleno de emoción y temores compartidos. Aprendieron que
amar no significa ausencia de miedo, sino valentía para enfrentarlo juntos. Y aunque
la distancia posterior sería un desafío, sabían que cada mensaje, cada carta y cada
encuentro futuro fortalecerían su vínculo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.