Caleb caminaba con pasos firmes entre los altos pastos, el sol aún se mantenía bajo en el horizonte, marcando el comienzo de la tarde en el rancho. Su respiración era tranquila, controlada, pero algo en su pecho le pesaba, una sensación incómoda que no lograba identificar. No podía sacarse de la cabeza el encuentro con ella, con Violet. Nunca había sido un hombre de grandes palabras, pero algo en esa chica le había sacado de su zona de confort. Y odiaba cuando eso pasaba.
¿Qué diablos estaba haciendo ahí? El rancho de los abuelos de Violet estaba a años luz de cualquier cosa que pudiera llamarse "ciudad", pero ella se había instalado allí con la misma facilidad con la que alguien se acomoda en su propia casa. Como si el campo fuera un lugar para soñar, para encontrar inspiración, algo que, a sus ojos, no tenía sentido.
La había visto bajo el árbol, su figura pequeña y frágil, sentada allí, como si estuviera esperándole. Caleb había tenido la sensación de que no solo estaba fuera de lugar, sino que estaba huyendo de algo. No sabía qué, pero su instinto le decía que algo no cuadraba.
Se pasó una mano por el cabello despeinado, pensando en cómo había reaccionado. Su tono había sido brusco, sí, pero no podía evitarlo. Caleb no era de esos hombres que se ponían a hacer preguntas amables. Las cosas, para él, eran directas, al grano, sin adornos. Era la forma en que el rancho le había enseñado a ser.
Aún así, algo en ella lo había confundido. Violet no era como las chicas de la ciudad, esas que solían aparecer por el rancho de vez en cuando, todas con el mismo aire de superioridad, queriendo ser el centro de atención, o pretendiendo que el campo era solo una moda. Ella parecía diferente, genuina. Pero también, frágil. Como si un viento fuerte pudiera derribarla.
Había algo en su rostro cuando lo miró, una vulnerabilidad que Caleb no podía ignorar. No solía ser de hablar de sentimientos o de lo que pasaba por su cabeza, pero sentía que había algo más en ese encuentro. Algo que no podía simplemente dejar ir.
El sonido de las botas en el suelo resonaba mientras caminaba por el campo, pero sus pensamientos seguían atrapados en el encuentro con Violet. Había algo extraño en ella. En su tono, en sus ojos, que no dejaba de recordar. No se lo podía sacar de la cabeza. Pero Caleb no entendía por qué.
"Es solo una chica", pensó. "Solo otra ciudadana buscando algo en el campo para desconectar. Nada que no haya visto antes". Sin embargo, cada vez que pensaba en ella, le parecía que sus palabras y su presencia no encajaban en esa simple explicación.
Se detuvo un momento en el establo, observando cómo los caballos se movían con calma dentro. El sonido del viento moviendo las hojas de los árboles cercanos era lo único que interrumpía el silencio. De alguna manera, esto era lo que Caleb sabía hacer mejor: cuidar el ganado, trabajar, mantener todo en orden. No había lugar para dudas o pensamientos como esos.
A pesar de su intento por concentrarse en el trabajo, la imagen de Violet seguía allí, flotando en su mente. La forma en que se había encogido cuando él apareció, como si el simple hecho de que él estuviera allí la hubiera asustado. No le sorprendió, después de todo, él tenía una forma de presentarse que no invitaba a la amabilidad. Pero lo que realmente le sacó de quicio fue cómo la había hecho sentir incómoda. Caleb no le gustaba dejar a nadie con esa sensación. No porque le importara en exceso, sino porque era... diferente. Ella era diferente.
"Caleb, olvídalo", se dijo a sí mismo, frotándose la cara con las manos. "No es asunto tuyo."
Aun así, esa sensación persistió.
Mientras seguía revisando el rancho, se preguntó si se estaría metiendo más en su vida de lo que debía. Era una chica de ciudad, no pertenecía aquí. Y menos en su rancho. Caleb no podía olvidarlo. Si ella quería quedarse, iba a tener que seguir las reglas. Y si no, pues entonces, ella misma encontraría la salida. Pero algo en su interior le decía que ella no era la típica chica de ciudad que simplemente se iba cuando las cosas no le agradaban.
Quizás había algo más en Violet, algo que lo obligaba a cuestionarse si realmente iba a ser tan fácil alejarla de sus pensamientos. Caleb suspiró con frustración y se dirigió hacia el establo, tratando de poner en orden su cabeza. No tenía tiempo para complicarse. Pero no podía negar que en algún rincón de su mente, la imagen de Violet seguía flotando, como una sombra que no lograba desvanecerse.
"Será mejor que me concentre en el trabajo", murmuró para sí mismo, entrando en el establo y cerrando la puerta detrás de él.
Pero en el fondo, sabía que el trabajo no iba a ser suficiente para calmar esa inquietud.
#2047 en Otros
#31 en No ficción
#5327 en Novela romántica
vaqueros viejo oeste, vaquero, romance acción aventura drama celos amor
Editado: 22.02.2025