La camioneta de Caleb hizo un crujido de protesta cuando pasó por la entrada de la feria, el polvo levantándose alrededor mientras se detenía frente a la multitud que ya se había reunido. Desde que Caleb llegó al lugar, la atención se centró en él, pero esta vez no era solo por ser el vaquero más temido y respetado del condado de Johone. Esta vez, había algo más. Una mujer desconocida lo acompañaba.
Violet, que había estado observando el bullicio desde su lugar, levantó la vista y notó que, por primera vez desde que había llegado, Caleb parecía incómodo. Los ojos de la gente se clavaban en ellos. Algunos se quedaron mirando la camioneta, otros murmuraban entre sí. Nadie podía comprender por qué Caleb, el hombre más seco, frío y sarcástico del lugar, iba acompañado de una mujer. Y no una mujer cualquiera, sino alguien tan diferente a las que solían verlo con él: una chica joven, rubia y de mirada curiosa, vestida con botas de cuero y una camisa de cuadros que reflejaba un estilo completamente fuera de lo habitual en ese lugar.
Violet se bajó de la camioneta, un poco nerviosa por la multitud que los rodeaba. Caleb la observó de reojo mientras bajaba, con la expresión usual de indiferencia, pero en sus ojos había un dejo de molestia, como si no le agradara lo que estaba viendo. Los murmullos aumentaron cuando la vieron, y Violet pudo sentir todas las miradas sobre ella.
—No estoy acostumbrada a tanta gente mirándome —dijo Violet, con una pequeña sonrisa nerviosa mientras miraba alrededor, dándose cuenta de que todos, en su mayoría, no la conocían. Algunas mujeres la miraban con curiosidad, mientras que algunos hombres se acercaban a Caleb, como si todo en el mundo se detuviera por un momento para ver qué estaba pasando.
Caleb la miró de reojo y soltó un resoplido.
—Te vas a acostumbrar. Aquí, si no eres uno de los nuestros, te miran como si fueras un bicho raro —respondió, con su tono habitual de desdén, mientras caminaba hacia el lugar donde se encontraba el grupo que esperaba para el evento. Violet intentó no sentir la incomodidad, pero era imposible ignorar cómo los ojos de las personas seguían posados sobre ella.
Violet observó cómo varias mujeres se acercaban a Caleb, saludándolo con familiaridad, como si estuvieran acostumbradas a su presencia. Algunos de ellos lanzaban bromas, mientras otras, con una sonrisa algo atrevida, coqueteaban sin miedo. Violet no entendía la reacción de las chicas. ¿Por qué estaban tan cerca de él? Ella nunca había visto a alguien como Caleb en ese tipo de interacciones, tan despreocupado, casi como si fuera una costumbre en su vida.
—Hola, Caleb —dijo una de las mujeres que se acercó, con una sonrisa algo coqueta—. No te habíamos visto en un rato. ¿Qué tal todo?
Caleb levantó una mano y le dio un breve saludo sin siquiera mirarla completamente.
—Bien —respondió de manera seca—. ¿Y tú?
La mujer se rió, sin dejar de mirarlo, y Violet no pudo evitar fruncir el ceño al ver cómo la mujer casi le tocaba el brazo. Caleb no parecía molesto, solo distante, como siempre.
—¿Quién es ella? —preguntó la mujer, señalando a Violet con la cabeza, su tono cambiando a uno curioso.
Violet notó que la atención de la mujer se desvió hacia ella, y la mirada de la chica era, por alguna razón, como si la estuviera evaluando, casi en competencia.
—Es... alguien —respondió Caleb de manera cortante, y Violet notó cómo sus palabras se cortaban antes de añadir más. Era como si no quisiera hablar demasiado sobre ella, y de alguna manera eso la hizo sentirse aún más fuera de lugar.
Pero antes de que la situación pudiera volverse más incómoda, otro hombre se acercó a Caleb. Esta vez era alguien con el que Violet no estaba tan familiarizada. Un vaquero de ojos brillantes y sonrisa afable.
—¡Caleb! —saludó el hombre con entusiasmo—. ¡Hace tiempo que no te veíamos por aquí! ¿Qué tal todo?
—Lo mismo de siempre —respondió Caleb, casi sin mirar al hombre, mientras Violet observaba con más atención a su alrededor.
Fue entonces cuando, de repente, alguien se acercó a Violet, esta vez con una mirada diferente. Un hombre joven, de aspecto simpático, pero algo nervioso.
—¿Eres nueva aquí? —preguntó con una sonrisa—. Nunca te he visto antes. Soy James.
Violet sonrió tímidamente, aliviada de que alguien no le estuviera coqueteando de inmediato.
—Sí, soy... nueva —respondió, sin saber muy bien qué decir.
—Bueno, es un placer conocerte, James —dijo Violet, extendiendo la mano, mientras Caleb, que estaba observando la escena, frunció ligeramente el ceño.
—¿Tú también estás participando en la competencia de doma? —preguntó James, mirando hacia el remolque detrás de Caleb.
Violet asintió, y eso pareció bastar para que James volviera a sonreír.
—¿Te gustaría venir a ver? —preguntó con entusiasmo—. Es impresionante. Caleb aquí es uno de los mejores. ¡Apostaría que es el más rápido en domar caballos!
La mención del nombre de Caleb hizo que Violet lo mirara, pero él ni siquiera parecía prestar atención. Solo continuaba hablando con otras personas, sin importar mucho la interacción que tenía con ella. Era como si hubiera un murmullo constante a su alrededor, pero Caleb estaba ajeno, como siempre.
Editado: 18.03.2025